Lenita y XTG han sido las marcas canarias más conocidas internacionalmente. A la ropa de baño e interior imaginada por sus creadores, Lenita Burman y Luis Mentado, solo se le resistió Oceanía, en el resto de continentes tuvieron amplio conocimiento de ella. Llegaron a alcanzar facturaciones millonarias, pero algo se torció y ahora se ven obligados a defenderse para evitar pisar la cárcel.

Seis años pide para cada uno de ellos la Fiscalía Provincial de Las Palmas por un delito continuado contra la Tesorería General de la Seguridad Social. Acumularon impagos de las cotizaciones entre los años 2013 y 2017. Además, la investigación del ministerio público concluye que pusieron en marcha un alzamiento de bienes, traspasando activos de Burmen SL –sociedad explotadora de las marcas Lenita y XTG– a otras empresas para imposibilitar a los acreedores hallar fondos donde, en buena lógica, iban a buscarlos.

El Juzgado de Instrucción número 6 de la capital grancanaria ha dictado la apertura de juicio oral. El escrito de la fiscal de delitos económicos cuantifica en 2,3 millones de euros la cantidad que Burman y Mentado –y la hija de ambos, Nicole– deben satisfacer a las arcas pública. Además, fija una indemnización de 580.994 euros.

Si el mal asesoramiento estuviera penado, costaría encontrar un castigo a la medida; tanto como pensar en un profesional que señalara a los acusados el camino que les ha conducido hasta el borde mismo del abismo. Si el dislate es un ejercicio casero de ingeniería societaria, cabría concluir que el talento para el diseño y el marketing que nadie discute a los creadores de la marca canaria más internacional, ocultaba también un peligroso reverso tan naíf como autodestructivo.

El rumbo se tuerce

Atendiendo a las fechas incluidas en la investigación, cabe pensar que no fueron felices todos los días que se declararon como tales. Desde 2013, siempre según la Fiscalía, están constatados impagos sistemáticos a la Seguridad Social. Dos años tardó aún Burmen en solicitar concurso voluntario de acreedores. En abril de 2015, el juzgado de lo Mercantil número 2 de Las Palmas aceptó el proceso, destituyó a los socios y nombró administrador al letrado Francisco Javier Navarro.

Arrancaba el tiempo para que los acreedores se personaran, presentaran las deudas que Burmen tenía con ellos y se pusieran en fila para intentar cobrar al menos una parte. Imposible. El último que salió de la empresa echó el candado a un negocio completamente vacío. De nuevo recurriendo al trabajo desarrollado por la Fiscalía, resulta que los activos se habían derivado a dos nuevas empresas: Beach Concept y Nillbeach Concept, con Nicole Mentado Burman al frente.

Y aquí viene lo de naíf. ¿De verdad alguien pensaba que podía colar esta supuesta maniobra? ¿De verdad tratándose no ya de un particular despistado sino de la mismísima Tesorería de la Seguridad Social? El juicio, para el que aún no hay fecha, se presenta apasionante por las muchas explicaciones que habrán de darse en él.

La carrera de Luis y Lenita no solo les reportó amigos, pero hasta el más conspicuo de sus adversarios les reconoce la brillantez, el arrojo y la capacidad de trabajo. Por eso nadie se explica dónde ha estado la vía de agua que ha hundido la nave hasta regiones abisales. ¿Por qué no pararon cuando los indicadores alertaron de que había que poner todo en orden? Puede convertirse en ejemplo paradigmático de los peligros a los que se enfrenta una pequeña empresa cuando crece de forma tan rápida y se internacionaliza a no menos velocidad.

Quizá el temor a perder lo que con tanto esfuerzo habían construido durante casi 30 años, quizá mantener en sus puestos al medio centenar de empleados con los que contaban (¿sin satisfacer las cotizaciones?). Lo que el tiempo ha venido a demostrar es que huir hacia adelante no era la mejor opción; al final del camino esperaba la Administración de Justicia.

Una bonita historia

Lenita y Luis demostraron durante años que sí es posible conciliar el amor con los negocios. Constituyeron Burmen en 1986, pero celebraban los aniversarios de sus marcas como si la sociedad hubiera nacido un año antes. Porque fue un día de 1985 cuando el surfero Luis se dirigió a esa joven que tenía encantadas a todas sus amigas por los diseños que creaba para sus biquinis.

Juntos firmaron su primera obra, unas bermudas de baño para hombre que no dejaron indiferente a nadie. Llenas de color, de atrevimiento, casi de transgresión; acababan de marcar su territorio, aquel al que nadie se había atrevido a llegar y que estaba repleto de ingredientes para el éxito.

El textil no le era extraño a Luis. Importaba desde Japón neopreno para confeccionar los chaques con los que él, sus amigos y muchos otros clientes se metían en el Atlántico para coger olas. Sin embargo la burbuja financiera e inmobiliaria nipona (1985-1991) propició una rápida e intensa revalorización del yen auspiciada por Estados Unidos.

Si la moneda japonesa ganaba peso en el mercado internacional de divisas, aumentarían sus importaciones de productos y bienes estadounidenses, mientras que el país del sol naciente se enfrentaba a la dificultad de mantener en una horquilla competitiva los precios de cuanto querían exportar a otros países.

Así que el joven Luis tuvo, además del tándem creativo formado con Lenita, también un motivo económico para abandonar su proyecto primigenio. Su siguiente parada fue la ropa de baño para hombres. Por entonces no lo sabía, o al menos no lo hizo público, pero estaba incubando XTG.

A partir de ese momento, todo fue trabajar y crecer. Hasta que la crisis económica de 2008 dio un serio toque de atención. Para mayor exactitud, habría que decir que Burmen vivió en diferido el desplome del consumo por el hundimiento de las rentas disponibles de los ciudadanos. El millón de euros de facturación de 2005 se transformó en cuatro millones en 2009, y en cinco en 2010. En este último año abrieron tienda propia en Madrid y en el Soho londinense con espectaculares eventos de inauguración. En el otoño aterrizó la primera franquicia internacional, en Praga...

Llegaron a estar presentes en 700 establecimientos multimarca de 28 países, aparte de en la Península. De Estados Unidos, a Rusia; de Sudáfrica, a Japón; pasando por Alemania, Francia, Holanda, Cabo Verde o Canadá, entre otros. También en las tiendas duty free de numerosos aeropuertos.

Siguiendo la tendencia de varias de las grandes multinacionales textiles, en los primeros años de este siglo deslocalizaron gran parte de la producción para llevarla a Asia. No obstante, mantuvieron su taller en Gran Canaria, en el que innovaban e investigaban sobre planes futuros.

Volviendo al escrito de la Fiscalía, 2013 fue el año en el que comenzaron los impagos a la Seguridad Social. El mismo en el que Burmen comunicó que deshacía el camino andado y dejaba el continente asiático para centrar toda la producción en el Archipiélago.

No fue difícil disfrazar de amor por la tierra lo que era la constatación de un problema. Con el desempleo en su máximo apogeo, qué mejor que apostar por los puestos de trabajo –más de 50– canarios. La realidad era otra, La empresa ya estaba herida y buscaba resistir, pero equivocó el rumbo. Dos años después llegó el concurso de acreedores.