En el verano de 2019 (julio-septiembre), se ofertaron 2,88 millones de plazas aéreas para unir Canarias con el extranjero. Casi la mitad –46,8%– de ellas, en concreto 1,35 millones, tuvieron por destino u origen aeropuertos de Reino Unido. La proporción da idea de lo estratégico que resulta este mercado en la temporada baja, cuando las Islas pelean turista a turista con todos los destinos de la costa mediterránea. Para este año, sin nada concreto tras la comparecencia ayer del primer ministro Boris Johnson, el sector aplaudiría optar a un tercio de ese volumen estival prepandemia.

En tierras británicas la lucha contra la covid marcha viento en popa. Tanto que el premier anunció el paso a la siguiente fase de la desescalada. Podrán reabrir, gimnasios, barberías o spas, entre otros. ¿Qué hay de viajar a otros países? Nada nuevo. Como el propio Johnson anunció en febrero, eso no sucederá antes del 17 de mayo y, si acaso, en función de lo que ocurra de aquí a entonces, incluso podría retrasarse la fecha.

“Teniendo en cuenta la última situación con variantes y las pruebas sobre la eficacia de las vacunas contra ellas, confirmaremos de antemano si los viajes internacionales no esenciales pueden reanudarse entonces o si tendremos que esperar más antes de levantar la restricción”, reza la hoja de ruta que maneja el Ejecutivo británico. Boris Johnson lamentó no poder ofrecer una fecha más concreta para permitir la salida de turistas al extranjero. Sobre todo, porque descarta en cualquier caso “subestimar” el riesgo de que los viajeros importen la enfermedad a Reino Unido.

Existe un grupo de trabajo de viajes internacionales en ese Gobierno y se espera que el 12 de abril presente un informe con recomendaciones sobre cómo gestionar las salidas sin incurrir en un serio riesgo de incremento de los contagios. Más cerca del 17 de mayo, las autoridad británicas darán a conocer un semáforo determinando las precauciones a tomar en función del país que se visite.

El color verde será para aquellas naciones que no supongan un peligro por presentar una tasa baja de contagiosidad y mostrar una rápida actuación en las labores de vacunación. Aún sin concreción, se entiende que en este grupo podrían encuadrase aquellas naciones con un índice inferior a 50 por cada 100.000 habitantes en los últimos catorce días. España está muy lejos (ayer 163,3).

El color amarillo obligará a pasar una cuarentena al regreso a Gran Bretaña, mientras que el rojo significará la prohibición expresa para desplazarse a ellos. La multa por dejar el país sin un motivo urgente llega hoy hasta las 5.000 libras (5.874 euros).

Hoy comparece en la Comisión de Turismo del Parlamento de Canarias la consejera regional de Turismo, Yaiza Castilla. Asunto: previsiones para el verano. Lo que diga, lo saben tanto ella como todo aquel que la oiga, serán cálculos en torno a hipotéticos escenarios que determinarán el azote de la pandemia –en las Islas y en los mercados emisores– y, sobre todo, el ritmo de vacunación.

Los empresarios del sector llevan meses repitiendo que la clave reside en la inmunización de la población. Reino Unido lleva enorme ventaja en esa labor. Un total de 31,5 millones de ciudadanos de ese país (son 66,7 millones en total) ya han recibido al menos la primera dosis de la vacuna y 5,4 millones, las dos.

Los hoteleros optaron hace meses por abandonar cuentas de la lechera que duran lo que tardan los números de infectados en crecer. Tres veces intentaron reabrir y tres veces dio un portazo la covid. Decidieron entonces estar preparados –ayer reiteraron que lo tienen todo dispuesto–, pero no mover ficha hasta tener la seguridad de que habrá clientes.

Un tercio de los británicos llegados en el verano de hace dos años parece hoy una gran cifra. Sin embargo, también hay una corriente de opinión entre los empresarios del sector alojativo que señala que habrá cero, si Reino Unido pone la cruz roja encima del Archipiélago, o más de la mitad de esos 1,35 millones de visitantes de 2019, en el caso de que las restricciones a imponer sean mínimas.