Rusia es la potencia ártica por excelencia, tanto por su situación geográfica, como por su flota de rompehielos atómicos, los únicos capaces de romper el hielo y surcar los mares septentrionales durante los doce meses del año. La Ruta Ártica fue lanzada hace ya diez años por el presidente ruso, Vladímir Putin, pero en realidad se trata de un proyecto de futuro, ya que el Kremlin no espera que funcione como un corredor internacional de pleno derecho hasta al menos 2035.

De hecho, en 2020 cruzaron el canal de Suez embarcaciones con 1.170 millones de toneladas a bordo, mientras que casi 33 millones de toneladas trasegaron el pasado año por la ruta norteña. Más de la mitad de dicho volumen, unos 18 millones de toneladas, correspondió a gas licuado.

Un barco tiene que recorrer 10.600 kilómetros para llegar por el norte desde la ciudad rusa de Murmansk al puerto chino de Shanghái, mientras que si opta por cruzar el canal necesitará surcar 17.700 kilómetros. Además, la travesía por Suez lleva 35 días de media, mientras la arteria promovida por Rusia supone un ahorro de 1entre diez y doce días por barco, es decir, es un tercio más corta.

Según el Gobierno ruso, las compañías mercantes se ahorrarían hasta 500 millones de euros al año gracias “al menor nivel de emisiones de dióxido de carbono”. “El menor nivel de emisiones se logra con la notable reducción de la longitud de la travesía”, dijo Anatoli Bobrakov, viceministro de Economía ruso. Los pronósticos rusos son que para 2024 el volumen de mercancías por este itinerario ascienda hasta los 80 millones de toneladas.

Cambio climático

En principio, el trasiego de mercancías por la ruta ártica se limita a los meses que van de mayo a diciembre debido al grosor del hielo, que puede alcanzar los cuatro metros, aunque el cambio climático, con la subida de las temperaturas medias y el consiguiente derretimiento de grandes masas de hielo está jugando en favor de los intereses de Rusia.

Según informó esta semana el Instituto Meteorológico Ruso, el verano de 2020 fue el más caluroso en el norte desde 1951, es decir, en 70 años. La superficie de hielo se redujo en septiembre del pasado año a un mínimo histórico de 26.000 kilómetros cuadrados de superficie, muy lejos ya de los niveles de hace solo 20 años.

En un intento de demostrar que también se pueden transportar mercancías en el punto más álgido del crudo invierno ártico, en febrero pasado el rompehielos 50 Años de la Victoria allanó el camino para que un buque gasístico recorriera en menos de dos semanas 2.449 millas marítimas.

De hecho, los expertos pronostican que el progresivo deshielo debido al ascenso de las temperaturas conducirá a que dentro de unas décadas el océano quede despejado en verano, lo que permitirá prescindir de los rompehielos varios meses al año. La palabra clave es “diversificación”. Rusia pronostica que países como China, Japón y también Corea del Sur tendrán en cuenta el precedente que ha supuesto el portacontenedores Ever Given, que permanece encallado en el canal de Suez, en sus estrategias de futuro.

“China se ha interesado, pero EEUU también. Es lógico que tras lo ocurrido nos preguntemos qué pasaría si hubiera una ruta alternativa”, comentó Serguéi Valentéi, profesor de Economía en la Universidad Plejánov de Moscú. Con todo, descarta que la Ruta Ártica pueda sustituir al canal situado en tierra egipcia. “La aspiración es que algunos países consideren rentable transportar sus mercancías por el norte en vez de por Suez“, manifestó.

“Hay avances, pero el proyecto ha demostrado ser más complejo de lo que se imaginaba. Necesitamos más tiempo y mucha inversión. No puede ser sólo un nudo de transporte. También hay que desarrollar el territorio ártico, lo que es difícil debido a las adversas condiciones climáticas y a la ausencia de población”, subrayó el profesor Valentéi.

Según Moscú, la Ruta Ártica también es más segura, ya que no existe la amenaza de los piratas que asolan las aguas del Cuerno de África. A esto hay que sumar que Putin ha ordenado crear una red de bases militares a lo largo de la toda la ruta para defender los intereses nacionales y garantizar la seguridad del transporte de mercancías de posibles ataques terroristas. Las guarniciones militares incluyen el despliegue de misiles antiaéreos como los S-400 desplegados en 2019 en el área de Nueva Zembla.

Mientras el Gobierno desarrolla la infraestructura portuaria de la zona, la compañía rusa de telefonía Megafón tenderá paralelamente en colaboración con socios internacionales una fibra óptica de 14.000 kilómetros de largo, de Helsinki a Tokio, con una velocidad de transmisión de datos de 200 terabytes por segundo.

Quizá no para el presente más inmediato, pero lo cierto es que el bloqueo del canal de Suez obliga a los gobiernos de todo el mundo a contar con alternativas y en ese escenario aparecer el ofrecimiento de la Ruta Ártica. Son 8.000 millones de euros los que se pierden diariamente por el parón que mantiene en dique seco el 12% del tráfico mundial de mercancías.

Putin no ha perdido tiempo de cara a ganarse algunas adhesiones en el tablero de la geoestrategia. Sobre todo después de que su amigo Donald Trump fuera expulsado democrática y electoralmente por los estadounidenses de la Casa Blanca.

Su relación con el nuevo inquilino del hogar presidencial de EEUU, el demócrata Joe Biden, nada tiene que ver con la que mantenía predecesor. Entre las primeras cuestiones que ha querido dejar claras es que se investigará la posible injerencia rusa en los comicios de 2016 hasta el final.