¿Cuál es la principal preocupación en el corto plazo?
Para nosotros, la caída de volumen que se produce con el covid y con las nuevas energías. A medida que se vaya introduciendo el coche eléctrico, y algunos políticos, de las islas menores, tienen la instalación de puntos de recarga incluso contratada, se irán reduciendo los consumos de combustible. Como los costes de la factoría son fijos, el precio irá subiendo de manera exponencial. Hay que contemplar ya el escenario de cuánto van a pagar los últimos cien coches de La Gomera y El Hierro por el combustible. No van a poder pagarlo.
¿Y cómo se evita?
Pagando a los operadores por disponibilidad del mismo modo que se hace con las centrales eléctricas. Habrá que analizar los costes, llegar un acuerdo para fijar el beneficio industrial y que nos paguen a los operadores para no repercutir el incremento de precio a los últimos cien camiones. Si no se hace eso, a medida que se vaya reduciendo el consumo, se producirá un encarecimiento, y eso no lo evitan cuantas cooperativas quieran poner.
El coche eléctrico aparece como algo imparable.
Claro, pero con una neutralidad tecnológica. Fuimos los primeros en instalar una electrolinera en Santa Cruz de Tenerife, hace un par de meses colocamos la primera estación de gas natural licuado en El Mayorazgo y damos servicio a todos los camiones de la recogida de basuras. Ahora, ¿de qué sirve tener un coche eléctrico si la energía proviene de la combustión de fuel en las centrales? Solo tiene sentido si se atiende esa demanda mediante aerogeneradores, placas fotovoltaicas o centrales de gas.
¿Se han planteado salir de las islas menores?
Nos duele lo que se dice de nosotros, pero tenemos un compromiso con Canarias y no olvidemos que hay familias que dependen del empleo que creamos. En la crisis anterior duplicamos nuestro personal; el año pasado, a pesar del covid, no hicimos ningún ERTE. Los trabajadores se emocionaban por el modo en que abordamos este problema. Volviendo a la pregunta, no nos planteamos salir, si alguien quiere que nos eche, pero se lo van a tener que pensar mucho.
Había una partida para el transporte del combustible a las islas menores en el pasado presupuesto canario que no se ejecutó. ¿Se sienten agraviados por ello?
A mí me dijeron que no se ejecutó porque Bruselas no lo permitió. No era exactamente para el transporte, sino una subvención para incentivos fiscales. No me han contado más que eso.
Pasando al gas. ¿Tampoco nadie ha querido llevar las bombonas a las islas más pequeñas y occidentales?
Pasa lo mismo que con el combustible para la automoción. La bombona tiene un precio regulado. Disa tiene en Canarias las mismas plantas que el principal distribuidor de España. Nadie quiere ir. Hay cuestiones que admiten discusión, pero esto es muy objetivo, si nadie viene, es porque no resulta rentable. Tenga claro que si hubiera negocio, no faltarían empresas dispuestas a instalarse en esas dos islas y en cualquier otro lugar. Puede venir cualquier informe de cualquier universidad, que si no se tienen en cuenta todos los costes logísticos... Y que la solución final sea que se pongan más estaciones de servicio, pues tampoco lo veo.
En el gas sí entró competencia este verano en Gran Canaria y Tenerife. ¿Les afecta?
Es el libre mercado. Nosotros lo aceptamos como tiene que ser. Eso sí, desde el momento en que alguien desembarca en estas dos islas pero no en las más pequeñas, te hace menos competitivo. Deberíamos jugar todos con las mismas condiciones exactas, no unos en el campo de fútbol grande y otros, en el chico. Antes estaba la obligación de instalarse al menos en cinco islas para quien se mostraba interesado en operar en Canarias.
Volvamos a la crisis actual. ¿Qué impacto tiene y qué horizonte ven?
Hemos tenido caídas que en algún momento han llegado al 70% y ese descenso medio anual superior al 20%. Ahora Tenerife es la que más se recupera, mientras que Gran Canaria tiene altibajos y no se encuentra en su mejor momento. Indudablemente las bajadas más grandes las tenemos en Fuerteventura y Lanzarote por la gran dependencia que tienen del turismo.
¿Hasta dónde se ha hundido el consumo de combustible en estas dos últimas islas?
Hablamos del entorno de un 40%. Es que tienen una dependencia muy grande de que lleguen turistas. Un 40% hace que se tambaleen todos los pilares empresariales, pero estamos aguantando. Estamos confiados en que en cuanto se recupere la actividad turística también lo haga el volumen perdido. En todo caso, será complicado llegar otra vez a las cifras de 2019.
Decía esta semana BBVA Research que en 2022 llegaría la economía canaria a ese nivel. ¿Cómo lo ve usted?
Volvemos a lo mismo. Si el turismo gana dinamismo, lo gana toda la economía. Estoy convencido de que en cuanto vuelvan a entrar los visitantes, todo va a revitalizarse. En el caso concreto de los combustibles, la crisis coincide con el desarrollo de las energías alternativas.
Pero eso está avisado.
Y tanto. Por eso apostamos desde hace años y somos los primeros productores de energía renovable aquí, con 64 megavatios de potencia instalados y otros 24 megavatios en construcción, además de estar también en el mercado de la fotovoltaica. La apuesta es más que evidente.
¿Le parece suficientemente garantista el marco en Canarias? No faltan resoluciones judiciales que ordenan deshacer el camino andado cuando un parque eólico ya está en pleno funcionamiento.
No es mi negociado, pero sí le digo que si estamos construyendo algún parque es porque contamos con todas las garantías, no hacemos inversiones a lo loco.