La crisis sanitaria irrumpió en el Archipiélago a mediados de marzo del año pasado. La actividad económica se paralizó casi por completo para tratar de hacer frente a esta amenaza y se recurrió a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) como mecanismo para sostener los puestos de trabajo. Ahora, un año después, miles de canarios continúan afectados por estos procedimientos, no han podido volver a su puesto de trabajo y muchos ni siquiera tienen ninguna certeza de cuándo podrán reincorporarse.

El estado de alarma, iniciado el 14 de marzo de 2020, obligó a cerrar los negocios no esenciales y pocos días después el Gobierno central decretó el cierre de los establecimientos hoteleros para tratar de frenar la expansión del coronavirus. Una medida que en Canarias provocó un éxodo de turistas y acabó paralizando la principal industria económica de las Islas. Las empresas recurrieron de forma masiva a los ERTE, una herramienta con la que se trató de contener la posible destrucción de empleo motivada por la paralización de la actividad. Sin embargo, lo que en un principio se pensó que sería una crisis puntual que acabaría en unas semanas, ha terminado extendiéndose a lo largo de todo un año.

“Nunca imaginé que esto se alargaría durante tanto tiempo, pensábamos que la hostelería era intocable en Canarias”, asegura Aarón Torrejón, que trabaja como cocinero de un hotel y lleva desde el pasado 19 de marzo sin poder trabajar. Una situación que para él ha sido muy dura, ya que nunca antes había pasado tanto tiempo sin empleo y además su pareja también se encuentra en la misma situación. “La incertidumbre te mata, yo espero en mayo poder estar ya trabajando”, confía.

Un total de 89.559 canarios se encontraban afectados por un ERTE el pasado mes de febrero, según los datos del Gobierno regional. Una cifra muy alejada de los 231.537 afectados que había en abril, pero que continúa siendo muy alta debido a la paralización de la actividad turística, determinante para la economía en el Archipiélago. Lo cierto es que a lo largo de todo el año pasado, Canarias no logró bajar de los 79.206 trabajadores en situación de ERTE, un dato que se registró el pasado diciembre. Sin embargo, la cifra no ha dejado de crecer ni en enero ni en febrero de este año.

Además, los trabajadores en ERTE de Canarias representan casi un 10% del total de afectados a nivel nacional, a pesar de que las Islas apenas tienen algo más del 5% de la población de todo el país. Algo que se explica debido al mayor peso que tiene en la economía de las Islas el sector servicios, el principal afectado por esta pandemia. La mayoría de los hoteles que cerraron en marzo no han vuelto a abrir, al igual que restaurantes, cafeterías, locales de ocio o comercios enclavados en las zonas turísticas de Canarias, que rehusan volver a la actividad cuando todavía les falta una parte principal de su negocio: los turistas.

Ligia Agnoli, camarera en una zona turística del Archipiélago, vio como su vida laboral se paralizó en marzo del año pasado y todavía no ha conseguido reanudarla. Por motivos familiares tenía su jornada reducida y solo trabajaba seis horas al día, por lo que se ha visto perjudicada debido a la reducción de la prestación que se le aplica. “Mientras que otros compañeros cobran el 70% de un salario completo, yo percibo el 70% de las seis horas que cobraba”, explica. Algo que le ha hecho tener que ajustarse mucho el cinturón y que ha obligado a su pareja “a trabajar 24 horas al día para que no nos falte de nada”.

Para Agnoli la situación se vuelve muy dura “sobre todo cuando hay niños en la familia”, por lo que considera que entre sus compañeros existe verdadera “desesperación por volver a trabajar”, tanto por el tema económico como “por la parte psicológica, porque te sientes muy frustrado”.

“Ni en mis peores augurios había pensado que pudiera pasar esto”, recalca Juan Acosta, también afectado por un ERTE desde marzo del año pasado. Con el paso de los meses “te vas dando cuenta de que los ánimos se vienen abajo, intentas normalizarlo pero es imposible”. Con 40 años de experiencia como cocinero, Acosta mantiene que no estaba acostumbrado a pasar tanto tiempo inactivo. “En mi vida había estado en el paro y a veces te sientes hasta culpable de no poder trabajar”, lamenta.

Aún así, Acosta agradece que en esta ocasión, a diferencia de lo que ocurrió en la crisis financiera de 2008, se haya apostado por el mecanismo de los ERTE para tratar de mantener los puestos de trabajo. Por eso, este afiliado a UGT insiste en que aunque cree que la mayoría de los empleos no están en peligro “sí que podrían empeorar las condiciones laborales”. Sin embargo, confía en que la vacunación avance y pueda existir una progresiva llegada de clientes a partir del verano que amortigüe esta tendencia.

Inés Torres, camarera de piso en ERTE desde el 18 de marzo de 2020, no es tan optimista respecto a que se puedan producir despidos una vez se produzca la ansiada reactivación del sector turístico en Canarias. “Me imagino que se llevarán a cabo Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) porque las empresas han tenido muchas pérdidas no tendrán liquidez y la ocupación se va a ir recuperando poco a poco”, sostiene.

Torres pertenece a un colectivo que ya reivindicaba antes de la pandemia la mejora de unas condiciones laborales que consideran abusivas y teme que esta crisis pueda empeorar la situación. “Tendremos que luchar para que no sea así porque no podemos cargar con más de lo que teníamos”, sentencia.

Asegura que todos los trabajadores del sector tienen la preocupación de no saber qué pasará con sus puestos de trabajo, sobre todo tras experimentar como el periodo de receso laboral se va acrecentando. “Al principio se dijo que se abriría en verano, luego en la temporada de invierno y ya se prevé que hasta el otoño de este año no se retomará la actividad”, recalca. Una situación de incertidumbre que ahoga a los afectados.

Los canarios representan a uno de cada diez afectados

En febrero había en Canarias 89.559 trabajadores en ERTE, una cifra que si bien se ha reducido desde abril, –cuando 231.537 canarios estaban afectados por alguno de estos expedientes–, continúa siendo muy importante. Si se compara con los datos estatales puede comprobarse como los empleados en ERTE en el Archipiélago representan el 9,8% del total de afectados por este mecanismo a nivel nacional, que en febrero superaron las 900.000 personas. De esta manera, casi uno de cada diez trabajadores en situación de suspensión de contrato es canario, a pesar de que la población de las Islas apenas representa el 5,5% del total nacional. Esto se explica por el mayor peso que representan en Canarias actividades que se han visto muy afectadas por la crisis sanitaria, como el turismo, la restauración o las actividades de ocio. Mientras que la primera no ha conseguido despegar a pesar de los múltiples intentos para reflotar el sector, el resto sí ha podido reactivarse aunque haciendo frente a amplias restricciones. Lo cierto es que la falta de turistas ha condicionado la vuelta a la actividad de muchos negocios, sobre todo en las zonas turísticas, donde muchos han escogido no volver a abrir ante la falta de una buena parte de sus clientes.