El Gobierno central encara con división de opiniones en su seno la propuesta de Más Madrid, el partido de Íñigo Errejón, para poner en marcha la semana laboral de cuatro días. Con firmes partidarios, como Pablo Iglesias, y firmes detractores, como José Luis Escrivá, la iniciativa de Más Madrid se circunscribe a un proyecto piloto pero supone el primer paso hacia la jornada de 32 horas. En contra juega la casi endémica baja productividad de España.

El Gobierno de Pedro Sánchez empezará hoy a estudiar la propuesta de Más Madrid, el partido de Íñigo Errejón, para poner en práctica la semana laboral de cuatro días o, en su defecto, 32 horas. De momento se trata de un proyecto piloto, pero es el primer paso sólido que se da en este sentido desde Legislativo y Ejecutivo.

La jornada de cuatro días ha sido uno de los escenarios en los que han aflorado, de manera muy tímida, las diferentes visiones que anidan en el Gobierno de coalición. “Podría favorecer sin duda la creación de empleo”, opinó el vicepresidente segundo y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. “No me parece que España sea un país que con los niveles de productividad y competitividad que tiene deba dar prioridad a ese asunto. No creo que tengamos margen para eso”, replicó el ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá, al respecto. En cualquier caso, Más Madrid y el Ministerio de Industria comienzan hoy el análisis del plan piloto, una iniciativa fruto de un acuerdo alcanzado entre la formación de Errejón y el Gobierno de coalición.

¿Ser más productivos o contratar a más gente? ¿La productividad es suficiente para ser competitivos? Estas son dos de las eternas dicotomías en la que pivota el debate del trabajo y su organización. La productividad se mide dividiendo el PIB generado en un país por el número de trabajadores en activo. Es decir, si la producción sigue igual y se contrata a más gente, baja la productividad. Y si aumenta la producción y no se contrata a nadie, sube. La mejora de la tecnología o la optimización de los procesos también permite producir más; entre otros.

A España le ha perseguido el mantra de que su economía es de las menos productivas de toda Europa y que ello dificulta a las empresas contratar a más gente. “Es cierto que somos más improductivos que países como Alemania, pero también trabajamos muchísimas más horas que ellos”, señala el profesor de derecho del Trabajo de la Universidad de Valencia Adrián Todolí. Los datos lo avalan.

Según Eurostat, España registra una productividad del 98,7% respecto a la media europea (donde 100% es la media); mientras Alemania hace lo propio con un 103,2%. Es decir, entre un país y el otro hay una brecha de 4,5 puntos. No obstante, cada trabajador faena en Alemania 1.386 horas al año; frente a las 1.686 horas que echa un trabajador español: el 21,6% más de jornada; según la OCDE. “No es proporcional, tenemos margen para trabajar menos”, insiste Todolí. “Es una pescadilla que se muerde la cola. Porque cuantas más horas hace un trabajador, menos productivo se vuelve al final de su jornada. Y cuanto menos productiva sea una empresa, menos margen tendrá para contratar y más horas acumulará la plantilla”, añade Todolí. Cómo y en qué sectores hay margen para reducir la jornada es otro debate.

“Las empresas que trabajan directamente en la atención al público lo tienen más complicado”, reconoce el profesor de los estudios de derecho laboral de la UOC Antonio Fernández. Y España, con un peso elevado de la restauración, la hostelería y el turismo, ocupa un porcentaje elevado de sus trabajadores en sectores de este tipo. El tamaño de las empresas es otra variable decisiva. Y el hecho de que en España el peso de las microempresas sea tan extendido no juega a favor.

No obstante, “cualquier empresa podría hacerlo, pero eso implica hacer un buen análisis”, señala el investigador de la UOC. ¿Tiene sentido que toda una empresa esté operativa un viernes por la tarde o solo un grupo de guardia? ¿Tienen sentido reuniones de tres horas? “Antes del virus la gran mayoría de empresas no se imaginaba que pudiera teletrabajar. Y ahora hay algunas, no todas, que han visto que les beneficia. La pandemia está acelerando cosas”, concluye Fernández.