A los hoteleros canarios les ha podido la incertidumbre. Tras varios intentos frustrados por retomar su actividad, ya tienen claro que, salvo un milagro que nadie espera, dejarán pasar lo que resta de temporada alta con las puertas cerradas. Calculan que mantener la actividad en la actual situación de ausencia de clientes multiplica por dos el volumen de sus pérdidas. En la Consejería de Turismo autonómica tienen la mira puesta en marzo, cuando creen posible que se abra otra ventana para la reactivación del motor económico del Archipiélago.

Cada día sin turistas cuesta siete millones de euros a las arcas públicas canarias. El Gobierno regional esta obligado a no bajar los brazos para detener esa sangría de ingresos fiscales. Sin embargo, a nadie se le escapa ya que a estas alturas la confianza entre los empresarios del sector está completamente quebrada; no por la estrategia seguida, sino por la aparición de múltiples obstáculos que les impiden retomar sus negocios.

Tras un verano en el que, en su mayoría, fueron los propios canarios los que amortiguaron la caída de la actividad en los establecimientos alojativos, todos los esfuerzos se dirigieron a salvar la temporada alta. Sin embargo, a poco de iniciarse el intento, Reino Unido puso la cruz a todos los procedentes de cualquier territorio español obligándoles a pasar una cuarentena de catorce días.

El principal mercado quedó vetado a las primeras de cambio y ese fue solo el comienzo. Le siguieron Alemania y otros países también importantes para el negocio alojativo canario. Ahora ni siquiera pueden salir de sus países porque son ellos los que padecen unas tasas de incidencia del virus muy elevadas.

En el impasse entre una y otra situación, la negociación para convencer al Ministerio de Sanidad de la pertinencia de incluir los test de antígenos, mucho más baratos y accesibles que las PCR, entre las pruebas válidas para constatar la ausencia del coronavirus en los visitantes encalló.

Más pérdidas

Durante todo ese tiempo numerosos hoteleros fueron abriendo las puertas de sus establecimientos en un intento por recuperar parte de las pérdidas que han acumulado durante los últimos nueve meses y medio. Sin embargo, la puesta a punto de los establecimientos o la recuperación de las plantillas desde los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), por ejemplo, han provocado el incremento del debe. Muchos de los que se mantenían activos, volverán a echar el cierre pasada la festividad de los Reyes Magos

“Con el negocio cerrado, sabes cuáles son tus pérdidas; cuando lo tienes abierto, no lo tienes claro”, explica el presidente de Ashotel (Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro), Jorge Marichal. La incertidumbre continua a la que se ve sometida toda la población y gran parte de la sociedad se traduce en un continuo “sinvivir”, asegura su homólogo en Asofuer (Asociación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Fuerteventura), Antonio Hormiga.

Según datos aportados por diversos empresarios, tener abiertas las puertas de un hotel de 200 habitaciones supone un gasto de 80.000 euros al mes. Evidentemente, si hay un nivel de ocupación bueno, los ingresos superan dicha cantidad y dan sentido al negocio. El problema es que las recepciones de los establecimientos están desiertas.

Ese nuevo intento por superar la actual situación que se acometerá en marzo, no es casual. Hasta entonces, los asesores de la Consejería de Turismo calculan que no es posible una mejora en los datos. La política seguida por Países Bajos les da la razón, ya que el Gobierno neerlandés ha recomendado a sus ciudadanos no viajar hasta la primavera. Para entonces, los hoteleros seguirán teniendo la necesidad de recuperar la actividad en sus negocios, pero también la mosca detrás de la oreja. “¿Puede haber una remontada? Claro que sí, y también tocarme la lotería”, señala Hormiga.

Por su parte, José María Mañaricua, presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas (FEHT), da por seguro que no será hasta que la vacuna garantice la salud del 70% de la población cuando exista la posibilidad de ponerse manos a la obra de cara a recuperar el terreno perdido. Con tan largo padecimiento para sus cuentas de resultados, no todos se atreven a afirmar lo que pasará entonces.

“Es que el panorama es ciertamente crítico”, incide la presidenta de la Asociación Insular de Empresarios de Hoteles y Apartamentos Turísticos de Lanzarote (Asolan) Susana Pérez. Las heridas son grandes aunque, en el caso de Hormiga, aún dejan un espacio al optimismo: “Yo estoy convencido de que resurgiremos en cuanto la situación lo permita; desde que hemos podido abrir mínimamente, la clientela responde con mucha fuerza”, sostiene el presidente de Asofuer.

La esperanza no la pierden, pero a ninguno de los representantes empresariales se le escapa que, con solo hacer un repaso por lo ocurrido desde el decreto de estado de alarma, “muchos esperan directamente al verano para volver”, relata Jorge Marichal. Lo reafirma Susana Pérez, que añade que en realidad quienes ahora cierran “no tienen fecha de reapertura”. Es decir, será la evolución de la situación la que determine cuál es el momento para hacerlo.

Ahora bien, si ocurre como está previsto y es en verano cuando se alcanzan niveles de vacunación suficientes como para que los viajes vuelvan a ser garantía segura de disfrute, Canarias no estará en tanta ventaja competitiva como en los meses de invierno. “Entonces estarán abiertos todos los destinos de la Península y los de otros países del Mediterráneo”, avisa el presidente de la FEHT. En cualquier caso, tanto él como el resto afirman que, tras lo ocurrido este año, ese no podrá ser visto sino como un problema menor.

Refuerzo de la marca

La frustración en la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias tras intentarlo todo para reanimar el sector y conseguir muy poco a cambio existe, pero también las lecturas positivas. En el departamento que dirige Yaiza Castilla, entienden que todo el trabajo desarrollado ha servido para estrechar lazos con los operadores turísticos. En el inicio de la pandemia, a la consejera le costó convencer a los CEO de los gigantes del negocio turístico de la necesidad de realizar pruebas diagnósticas a todos los visitantes. Acabaron totalmente convencidos de que esa era –hasta que la segunda ola entró en escena– una buena solución. También el contacto con las aerolíneas ha sido continuo durante todo 2020. También han hecho todo lo posible por volver a las Islas, soportando incluso vuelos con solo cuatro pasajeros