Canarias pierde cada día una media de 12 empresas desde el estallido de la pandemia. El coronavirus y la debacle turística se han llevado por delante 3.288 negocios en el Archipiélago en apenas nueve meses. Los mismos nueve meses (de marzo a noviembre) en los que el año pasado se crearon 66 entidades.

El Ministerio de Trabajo y Economía Social, que dirige Yolanda Díaz, acaba de actualizar la estadística de empresas inscritas en la Seguridad Social con los datos a 30 de noviembre. En las Islas hay un total de 58.314 negocios, una cifra que por sí sola no dice mucho pero que resulta reveladora si se compara con la de antes de la pandemia. Al cierre de febrero —el Gobierno central decretó el estado de alarma nacional el 14 de marzo— había 61.602 entidades. La Comunidad Autónoma ha visto así desaparecer hasta un 5,3% de su tejido productivo, un porcentaje extraordinario incluso en un momento tan difícil como el actual. De hecho, en el conjunto del país la crisis del coronavirus solamente ha destruido un 2,7% de las empresas, poco más de la mitad que en Canarias. La razón es una vez más el mayor peso de la industria turística en el Archipiélago, con diferencia la actividad más golpeada por la Covid-19.

En consonancia con la alta dependencia del turismo —representa casi un 40% del PIB regional—, son los servicios el sector que más está sufriendo esta súbita y masiva destrucción de empresas. Es más, de los 3.288 negocios que han desaparecido desde marzo, hasta 3.139 se dedicaban a los servicios. En su gran mayoría eran firmas de la hostelería, como bares, cafés, restaurantes y, sobre todo, agencias de viajes. También pequeños comercios y empresas del ocio nocturno, como pubs o discotecas. En suma, el sector terciario ha pasado de englobar 50.896 entidades a quedarse con 47.757 en los nueve meses transcurridos desde el inicio de la pandemia. No obstante, no solo los servicios están sufriendo esta progresiva pérdida de negocios. La industria y el campo también están viendo cómo su tejido empresarial se hace más pequeño cada día. No en vano, tanto las fábricas como los agricultores y ganaderos son en su grandísima mayoría suministradores de hoteles, apartamentos y restaurantes, de modo que si estos cierran o reducen su actividad, aquellos también lo hacen. No sorprende así que ambos sectores también estén perdiendo negocios.

En concreto, hoy hay en las Islas 70 firmas agrícolas y/o ganaderas menos que cuando la Covid-19 irrumpió en España. Ahora son un total de 2.337. En cuanto al sector secundario, las 2.947 industrias que había al cierre de febrero son en estos momentos 2.867, es decir, 80 menos. Así pues, solo hay una actividad que consigue huir de la quema: la construcción. El sector del ladrillo cuenta hoy con 5.353 empresas, una más que cuando la Covid-19 obligó a confinar al país y paralizar la producción. ¿Por qué la construcción ha logrado al menos mantener su tejido empresarial? Sobre todo por el impulso de la obra pública. Las instituciones licitaron contratos en la región en septiembre y octubre por cerca de 225 millones de euros, según los últimos datos de la patronal de las grandes constructoras del país, Seopan, una cantidad sensiblemente superior a la de los mismos meses de 2019 (85,2 millones). Hay que puntualizar, eso sí, que esto no quiere decir que la construcción no esté sufriendo la crisis, sino que al menos está manteniendo el número de empresas que tenía antes de la pandemia.

SOS

La sangría que el cero turístico le está causando a la economía canaria, de más gravedad y dureza que la que azota la economía nacional, ha dado lugar a que patronal y sindicatos unan sus voces para reclamar al Estado un urgente plan de rescate. El presidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), Agustín Manrique de Lara, explicó que la primera industria regional no solo necesita ayudas directas, sino también incentivos fiscales a la demanda —España ni siquiera ha rebajado aún el IVA turístico, lo que sí han hecho Reino Unido, Alemania, Grecia o Turquía, por citar unos pocos ejemplos— y la total exoneración de los pagos a la Seguridad Social en los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). Una petición en la que ayer ahondó el Círculo de Empresarios del Sur de Tenerife (CEST), que avisó que la posibilidad de salvar la temporada turística de invierno se ha “evaporado” tras el veto del Reino Unido a las Islas y las restricciones en Alemania.

El CEST hizo extensivo el SOS también al Gobierno de Canarias, los cabildos y los ayuntamientos. La patronal de la comarca sur de Tenerife insistió en la necesidad de ampliar el plazo para materializar la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC), pendiente aún del Ministerio de Hacienda; de prolongar los ERTE de fuerza mayor; de las ayudas para poder pagar los alquileres; de las rebajas de impuestos; y de la suspensión de los cobros en vía ejecutiva. De lo contrario, avisó, el tejido productivo del Archipiélago seguirá perdiendo empresas día tras día. “La situación que enfrentan restaurantes, bares, salones de banquetes, comercios, excursiones, espectáculos, entretenimiento, actividades deportivas, servicios de playa o parques temáticos y transportes, entre otros, es insostenible”, subrayaron desde el CEST.

Al cierre del mercado británico se suman también las restricciones en los Países Bajos y Alemania. Las autoridades holandesas y germanas han seguido los pasos de los países del entorno y extremarán las restricciones de movilidad hasta mediados de enero, amén de desaconsejar los viajes al extranjero. En el caso de Alemania, de momento quienes regresen de las Islas se libran de tener que pasar cuarentena.

Con todo, y a pesar de la debacle que atraviesa el sector turístico, las multinacionales y los fondos de inversión son conscientes de que la industria regional se recuperará antes o después, de ahí que estén moviendo fichas para estar en primera línea cuando vuelvan los turistas. Apple Leisure Group (ALG) ha sido la última firma en reforzar su presencia en el Archipiélago. El conglomerado empresarial estadounidense, a través de su división AMResorts, gestionará otros tres hoteles en Canarias adquiridos por el fondo británico Blantyre Capital, que invertirá 20 millones en su mejora. Son los establecimientos Aguamarina Golf, de 306 habitaciones y 160 apartamentos y ubicado en San Miguel de Abona; Diamante Suites, de 202 habitaciones y situado en el Puerto de la Cruz; y Turquesa Playa, de 426 habitaciones y también ubicado en el municipio del norte de Tenerife. Con estos, ALG gestionará 12 hoteles en las Islas.