El 70,6% del mercado bancario español estará en manos de sólo tres bancos (CaixaBank-Bankia, BBVA-Sabadell y Santander) si se consuma la posible fusión vasco-catalana anunciada esta semana, y, de producirse la unión de Unicaja y Liberbank, las cinco primeras entidades del país (las cuatro citadas más Bankinter) sumarán una cuota del 81%, según estimaciones de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

El grado de concentración del sector financiero español en las tres mayores organizaciones financieras es 10 puntos superior a la media europea para entidades de similar magnitud, estimado en el 60%. Y, de las grandes economías de la zona, España se sitúa claramente en cabeza en la merma del número de operadores.

El Banco de España mantiene, no obstante, que, en términos comparados, el mercado nacional presenta un grado de consolidación “moderado” y “medio bajo”, aun con las fusiones anunciadas.

El organismo supervisor mide la concentración con el llamado índice Herfidahl. Según este criterio, y con datos del Banco Central Europeo (BCE), España ocupa el lugar decimotercero, por lo que se sitúa en la mitad del ranking de los 27 países de la Unión Europea. El índice atribuye un valor cero a mercados con un número ilimitado de competidores y 10.000 a una situación de monopolio. La concentración bancaria española supera ligeramente el valor 1.000, según el BCE, y la mayor tasa de consolidación la tiene Estonia con un valor de 2.500. Por delante de España se sitúan también Finlandia, Grecia, Lituania, Chipre u Holanda. Pero las grandes economías europeas tienen un número de operadores superior al del mercado español.

España destaca también por la rapidez e intensidad con la que se está produciendo la desaparición de competidores.

En la crisis bancaria española de 1977-1985 desaparecieron 56 de los 110 bancos entonces existentes. Entre 1989 y 1994 se produjo el gran vuelco en el club de los siete grandes (Banesto, Hispano, Central, Bilbao, Vizcaya, Santander y Popular), que se redujeron a cuatro (BBVA, Santander, Popular y Banesto) pero integrados en sólo tres grupos (BBVA, Santander y Popular). El octavo banco de la época (Argentaria) también fue engullido. Un año después, en 1995, comenzó la revolución de los bancos medianos protagonizada por el Sabadell, que anexionó NatWest, Asturias, Herrero, Atlántico y Urquijo e intentó otros.

La crisis de 2008 supuso la desaparición de Banesto, Guipuzcoano, Pastor, Gallego y Valencia, absorbidos por Santander, Sabadell, Popular, de nuevo el Sabadell y Caixa Bank, por este orden.

A su vez las cajas de ahorros, que eran 80 antes de 1977 y que se habían reducido a 64 a la altura de 1994, sumaban 45 cuando estalló la crisis. De ellas sólo sobreviven hoy dos de ámbito local y otras se reconvirtieron en bancos : Caixa Bank, Kutxabank, Unicaja, Liberbank e Ibercaja. Como herederos de antiguos negocios de cajas sobrevive Abanca y, de momento Bankia, en proceso de absorción. Las cajas rurales también protagonizaron otro terremoto. De 81 perviven 62.

Desde la recuperación económica, la banca vivió nuevo hitos, como el desplome en 2017 del Popular, que fue asumido por el Santander. De diecisiete bancos significativos que sobrevivieron a la crisis de 2008 quedan once.