La hostelería está sufriendo en toda España, pero en Madrid los bares abren hasta las doce, en Andalucía hasta las seis, en la mayor parte de Galicia están cerrados... ¿Qué modelo le parece más acertado: el de Ayuso, el de Juanma Moreno o el de Núñez Feijóo?

Modelos hay tropecientos. Cada comunidad tiene el suyo. Lo primero es atajar la pandemia. Estamos todos de acuerdo. La hostelería estoy absolutamente convencido de que es una solución y no un problema. Demonizar la hostelería no es bueno. Evidentemente hay casos que no han sido buenos ejemplos y debe haber unas distancias y unos protocolos, que en un altísimo porcentaje cumplen los hosteleros. Con esos protocolos se fomenta que no se contagie la gente porque socializa en un ámbito con distancias e higiene. Si no lo haces ahí, te vas a ir a casa. Y al final la socialización en casa no tiene esas medidas de seguridad. Yo defiendo un modelo que tenga límites en la hostelería, de horarios, de contactos, de distancias… pero se puede compatibilizar y la hostelería abierta ayuda. La mayoría de los contagios son en el domicilio. Está claro que en el modelo de Madrid los contagios están reduciéndose y la hostelería sigue abierta con limitaciones.

Pasaron el primer confinamiento sin ajustes laborales. Competidores suyos están presentando ERTE y ustedes han planteado un aumento de plantilla para 2021. ¿Podrán mantener esa previsión?

Nuestra intención es hacerlo y este 2020 lo vamos a mantener. ¿Qué va a pasar el año que viene? Ahora nos está golpeando la segunda ola. 2021 va a ser complicado. No sabemos qué va a pasar. Tenemos que aprender e intentar hacer compatible la economía y la salud y si no se puede, lo primero es la salud. Necesitamos modelos que nos ayuden a resistir.

No han parado de crecer en los últimos años ¿Hijos de Rivera quiere ser el Inditex de la cerveza?

¿El Inditex de la cerveza? Queremos ser la cerveza más amada. Sabemos que no vamos a ser la más vendida. ¿Por qué? Tenemos una fábrica en A Coruña y el sueño de tener otra en Brasil, pero con dos cocinas es difícil tener cerveza para todo el mundo.

¿Qué techo tiene entonces el crecimiento de la compañía?

Somos una empresa big craft, o de grandes artesanos. Cuando empecé a trabajar vendíamos 30 millones de litros y ahora vendemos más de 300 millones. Lo que sí que hemos mantenido es ese espíritu artesanal, de hacer la cerveza a fuego lento. ¿El futuro? La fábrica actual tiene un límite y para eso ya tenemos reservados unos terrenos que nos permitirían doblar nuestra producción. También tenemos el sueño de la fábrica de Brasil. Hay capacidad para seguir creciendo mucho. Yo soy cuarta generación y creo que con eso tengo bastante para estar entretenido. Quizás cuando venga la quinta plantee otros retos, pero siempre con una filosofía de pocas cocinas. Esto es como un estrella Michelin llevado a la cerveza.

Su producción sí basta para surtir el mercado español. ¿Cree que llegará un momento en que cuando alguien pida “una estrella” en Cataluña, Levante, Baleares o Canarias le pongan una Estrella Galicia y no una Estrella Damm?

Aunque parecemos una marca muy regional, fuera de Galicia somos la segunda marca en muchas comunidades. Estrella Galicia cae bien y el producto se ha entendido en toda España. Es una marca amable, cercana, artesana. Aspiramos a ese consumidor que aprecia el producto. No creo que cuando pidas “una estrella” en determinadas zonas te ponga una Estrella Galicia porque, como decía, no vamos a ser la cerveza más vendida pero queremos que el que nos ame pueda llegar a Estrella no solo en España. Nuestro sueño es seguir internacionalizándonos y avanzar.

Llama la atención la fidelidad de los consumidores a su producto principal y la carrera de la empresa por la innovación para crear otros sabores: pimientos de Padrón, calabaza, percebe, pulpo… Casi solo falta el lacón con grelos.

No es mala idea...

Confiésenos un sabor que hayan descartado.

Pues todavía ninguno. La de percebe fue terrible. ¡19 cervezas hicimos! Yo creo que para innovar te tienes que equivocar. Y para equivocarte tienes que tener una cultura de permitir que la gente cometa errores. Cuando empezamos este proyecto y yo les dije a los cerveceros, “venga, hacemos una cerveza con pimientos de Padrón o con percebes” debieron pensar que estaba fumando algo raro. Pero si a la gente le das un reto como este tiene que iniciar caminos y equivocarse. Eso es lo que te hace innovar. No puedes innovar de repente, tiene que ser una filosofía.

Han conseguido tener fans más que clientes. ¿Cuál es la clave?

En términos empresariales, o eres diferente o eres más barato. Nosotros más baratos no vamos a ser porque nuestra logística es más cara teniendo en una fábrica en una esquina de Europa. Nuestra clave es el producto. ¿Por qué gusta el producto? Porque es diferente. ¿Por qué es diferente? Porque cocinamos en pocos sitios. Tienes que tener un propósito sencillo y centrarte en él. Se puede resumir en ser la cerveza más querida, no la más vendida. Esa filosofía se impregna en toda tu organización y hace que triunfes.

¿A día de hoy Estrella Galicia es la cerveza más querida en España?

Yo creo que sí. El hecho de que esté en toda España y que sea querida en toda España significa que hemos conseguido mandar una señal que han recibido muchos consumidores. Ahora nos toca luchar contra la estandarización de la cerveza en otros países. Es dificilísimo porque tienes que empezar de cero, pero a mí me apasiona.

A nivel de marketing destacaron en la tele con las campanadas, en las series con el ‘product placement’ en La Casa de Papel y en el deporte con el fichaje de Marc Márquez. ¿Por dónde irán los próximos tiros?

Los consumidores, más que la notoriedad de la marca, analizan que no sea hueca. En ese sentido hemos acertado con el tema de esponsorizar, en el que invertimos dos de cada tres euros, y lo hacemos con jóvenes talentos. El gran lunar es no haber patrocinado a Rafa Nadal. Cuando se jubile lo tenemos que llamar para algo. La clave es tener un propósito de marca. Nos gusta mucho la música, nos gusta el deporte, nos gusta el motor... Y sobre todo nos gusta iniciarlo desde la base, para crecer junto a las estrellas.

En sus discursos, siempre ensalza la importancia de soñar. ¿Con qué sueña Ignacio Rivera?

Con seguir luchando, ser más global, tener un impacto positivo y una compañía que ayude más a las personas, que la gente que está contigo esté feliz... Brasil también es un sueño; en los últimos once años de mi vida he trabajado intensísimamente allí y ahora me voy otra vez, que no apetece mucho con el Covid. Estamos explorando ubicaciones y en 2023 deberíamos tener esa fábrica en Brasil. Ojalá. También sueño con un día vivir más tranquilo, pero todavía me quedan muchos retos, como que seamos la cervecera más grande de las big craft. Que Carlos Sainz gane la Fórmula 1... hay muchos sueños

¿Sueña también con tocar la campana de la Bolsa para que Estrella cotice como lo hacen cerveceras como Carlsberg o Heineken?

No, ese no es un sueño…

¿Pero podría pasar?

Sí. La verdad es que nosotros estamos invirtiendo muchísimo y todavía tenemos un nivel de endeudamiento muy cómodo. Pero si la familia está de acuerdo en hacerlo, podríamos ver la viabilidad sin perder el control. ¿Por qué no? Pero no hemos hablado de eso, porque tenemos recursos. Y lo de tocar la campana no me haría mucha ilusión aunque lo hiciésemos (ríe).

Es la cuarta generación de la empresa familiar. ¿Qué peso supone? ¿Cómo se plantea la sucesión?

Esto es como una carrera de relevos. Un día te dan el testigo y tú sabes que lo vas a entregar a la siguiente generación. Las empresas familiares cada vez se complica más porque las generaciones hacen que las familias sean más numerosas. Hay que coser para que tengan el sentimiento de un legado común de 114 años. Evidentemente todos no pueden entrar a trabajar. Tienes que poner las reglas, invitarlos a ellos a que opinen, porque van a ser los propietarios. Ya están en todos los órganos de debate y de futuro.