El estrés financiero es un término que permite definir a la perfección la situación en la que se encuentran miles de personas en la coyuntura económica actual. La incertidumbre acerca de la situación laboral y la imposibilidad de que las cuentas domésticas cuadren son algunas de las características a las que hace referencia este concepto.

Pero antes de que la pandemia de la COVID-19 golpease de frente nuestras vidas, también se hablaba de estrés financiero. Y es que este permite definir una situación de angustia cada vez más frecuente entre los trabajadores, a causa tanto de las sucesivas crisis económicas como de sus situaciones laborales individuales.

¿Qué es el estrés financiero?

El estrés está considerado como la enfermedad del siglo XXI, derivada de un estilo de vida que sigue un ritmo vertiginoso. La necesidad de producir y de consumir, la constante conectividad a redes sociales y la sobreexposición a estímulos de todo tipo hace que suframos una ansiedad constante, muy difícil de manejar sin recurrir a un ejercicio de renuncia a la inmediatez. Nos hemos acostumbrado a los resultados inmediatos en cualquier ámbito, y de no ser así, experimentamos sentimientos de frustración y nerviosismo.

A este modo de vida se suma el estrés financiero, que los expertos definen como la angustia y la presión ante una situación económica llena de incertidumbre. Un salario con el que no se llega a fin de mes, la obligación de recortar en gastos necesarios, la imposibilidad de ahorrar o la acumulación de deudas bancarias son algunas de las cuestiones que se han convertido en cotidianas para muchos trabajadores.

Se trata de una sensación constante, puesto que se trata de asuntos que se prolongan en el tiempo. Si no hay una mejora en la economía familiar, la ansiedad y la incertidumbre no hacen más que aumentar, con los consecuentes problemas a nivel personal, laboral, e incluso médico. El estrés financiero hace mella en el día a día de quienes lo sufren, y mengua paulatinamente su calidad de vida.

¿Cómo nos afecta el estrés financiero?

Cualquier tipo de estrés tiene consecuencias negativas en nuestro cuerpo a varios niveles. Por un lado existen síntomas físicos, tales como el insomnio, los dolores de cabeza o la sensación de cansancio constante. La forma en la que se manifiesta el estrés puede confundirse con los síntomas de otras enfermedades; de ahí que no se le suela poner un remedio certero. En cualquier caso, es recomendable acudir a un médico cuando se notan estos síntomas.

Por otro lado, también nos afecta a un nivel psíquico. En ese sentido, el estrés financiero puede alterar nuestros pensamientos y sentimientos, e incluso modificar nuestro comportamiento y carácter. La irritación constante y la falta de paciencia suelen ser dos indicativos de que una persona está sometida a un estrés acuciante. Además, enfermedades como la ansiedad o aquellas de tipo cardiaco pueden agravarse o desarrollarse más velozmente a causa del estrés elevado y continuo.

El estrés financiero en el puesto de trabajo

Todo este cúmulo de síntomas hace que el estrés financiero afecte también en el puesto de trabajo. La falta de concentración es una de las consecuencias derivadas más comunes, y provoca que la productividad baje. Los pensamientos de quienes lo sufren interfieren, por tanto, en su desempeño; de ahí que no puedan ofrecer todo su potencial a la empresa.

En los casos en los que el trabajador tiene un puesto de atención al público, la irritación y la modificación del comportamiento pueden ser muy negativas para el trato con los clientes. De nuevo, los efectos del estrés afectan de manera negativa a la manera en la que una persona desarrolla su labor.

En una situación opuesta, pero igualmente perniciosa, se encuentran las empresas que se enfrentan a una mayor tasa de absentismo laboral y a la baja productividad de su plantilla debido al estrés. A menudo, en su mano está combatir en parte ese problema, ofreciendo salarios más competitivos que alivien esa ansiedad producida por la incertidumbre económica.

¿Hay solución para el estrés financiero?

Cuando el estrés financiero depende de una situación económica global, como por ejemplo una crisis que afecta al mercado laboral de un país entero, es difícil ponerle solución a nivel particular. Pero en los casos en los que este estrés viene determinado por una mala planificación de las cuentas familiares, sí que es posible reducirlo. Para ello es importante recurrir a un análisis que permita conocer al detalle los ingresos y gastos de la unidad familiar.

Como si de una empresa se tratase, el registro exhaustivo del dinero que se ingresa y gasta cada mes permitirá detectar vías de pérdidas que deben ser cerradas. El mal control de las finanzas personales es una causa de estrés financiero que tiene fácil solución, por lo que la vuelta a la tranquilidad económica en esos casos debería ser relativamente sencilla.