¿Los gobiernos autónomo, central y europeo están empleando todas las herramientas a su alcance para intentar minimizar el impacto negativo sobre las empresas de la crisis económica abierta por el Covid-19?

Honestamente, creo que no. Hay mucha improvisación, mucha descoordinación. Está claro que no hay dinero para todas las cosas, pero también que no se está haciendo todo lo que se podría hacer con los recursos de que disponemos. Los que toman las grandes decisiones parece como si estuvieran en reinos de taifas. En España hay diecisiete comunidades y cada una toma sus medidas a su criterio sin llegar a ser eficiente ninguna. Con la Unión Europea (UE) pasa lo mismo, hay veintisiete países soberanos que están actuando como veintisiete reinos de taifas. No son capaces de alcanzar acuerdos. La realidad es que en España contamos con un ejercito de políticos, entre los que elegimos democráticamente y los que después ellos nombran a dedo, que supera los 400.000. En Bruselas solo el número de políticos y técnicos que trabajan para la administración europea supera los 32.000. ¿Y dónde está la coordinación? No hay manera de crear un mercado interior seguro mientras los Veintisiete no se pongan de acuerdo ni en cuáles son las medidas de higiene comunes que hay que adoptar para intentar frenar la expansión del coronavirus. Eso es fundamental y no se ha hecho a nivel de Bruselas y mucho menos del Gobierno español. Las autonomías han tardado mucho a la hora de tomar medidas prudentes de cara a la desescalada. Hemos sido lentos y torpes a la hora de tomar decisiones, como demuestran los actuales rebrotes.

¿Costará años recuperar los niveles de renta previos a la pandemia?

La pandemia nos ha cogido absolutamente desprevenidos. No habíamos vivido nada semejante desde la llamada gripe española. Y, además, al desconcierto general se han sumado los fallos de pilotaje y de gestión de parte de nuestros gobernantes a nivel local, nacional y europeo. Otra vez volverá a costar años recuperar los niveles de renta y de bienestar previos a su inicio. Algunos expertos calculan que, suponiendo que se encuentre una vacuna y se consiga controlar esta pandemia en los próximos seis meses, probablemente no volvamos a cifras de 2019 hasta finales de 2023. En el caso concreto de Canarias, que está haciendo un gran esfuerzo para atajar la crisis, la descoordinación a nivel estatal y comunitario hace que se encuentre con muchas dificultades para sacar adelante sus planes de recuperación. El esfuerzo de Canarias tiene muchas barreras en Madrid y en Bruselas, que parece que se olvidan de que cuenta con un régimen económico y fiscal diferenciado (REF) y, además, debe recibir un trato singular como región ultraperiférica de la UE. Un ejemplo de ello es lo que está pasando con la Reserva de Inversiones de Canarias (RIC), una herramienta del REF fundamental para materializar beneficios empresariales en inversión productiva. Hay severos problemas de liquidez en nuestras empresas por la crisis abierta por el Covid-19 y la Agencia Tributaria sigue sin aclarar si, como ha solicitado hace meses el Ejecutivo autónomo, será flexible y permitirá que algunas obligaciones de inversión se retrasen. De no hacerlo muchas empresas podrían tener que cerrar.

¿Extender las líneas ICO de liquidez hasta el 1 de abril de 2021 y prolongar el periodo de carencia 24 meses es suficiente?

Es necesario. Cómo vas a empezar a devolver esos créditos a partir de diciembre si estás con la soga al cuello. Canarias es muy intensiva en turismo y el sector está mal. Esperemos a ver qué pasa con la temporada de invierno.

¿El escenario que se vislumbra es peor que el que abrió las crisis de 2007?

La de 2007 fue básicamente del sector financiero y luego impactó sobre otros sectores. Duró entre ocho y diez años. Estábamos hace poco terminando de levantar la cabeza, con algún bache, cuando entramos en esta otra crisis, que es fundamentalmente sanitaria generada por un virus contra el que todavía no hay vacuna. Ya ha llegado a parar durante meses toda la economía, salvo las actividades consideradas esenciales. Es algo inédito y sus consecuencias son imprevisibles.

¿Cuál es la situación del tejido empresarial del metal?

Femete alberga 25 sectores de actividad, por lo que hay diferentes escenarios, pero en líneas generales el sector industrial, que es al que representa, está muchísimo mejor que los más afectados por la crisis, como el turismo.

¿Y el de las nuevas tecnologías?

La pérdida en la producción de las actividades directamente ligadas al turismo se ha visto compensada, en parte, por otra adicional generada por empresas y administraciones públicas, vinculada a la movilidad y el teletrabajo. Ahora bien, la producción ha disminuido en torno a un 20% en relación a los niveles de antes del Covid.

¿Son suficientes las medidas que se han adoptado en las empresas para proteger a su capital humano de posibles contagios? ¿Es partidario de realizar PCR?

Todas las medidas que son capaces de filtrar de alguna manera este virus deben aplicarse. Con las mascarillas lo tenemos claro. Los PCR famosos que tanto están siendo debatidos en el sector turístico como elemento fundamental a la hora de crear los llamados corredores seguros son una foto fija de un día. Ahora, que duda cabe que ayudan a hacer una criba. En ese sentido, consideramos a los PCR como una herramienta eficiente para minimizan el impacto del contagio y los estamos realizando a través de convenios.

¿Se han producido cierres de empresas?

En el informe que hemos recién sacado en septiembre casi un 10% tiene una cierta incertidumbre sobre si van a tener que cerrar o no. Un 50% han tenido que aplicar ERTE, pero las que no han empleado el ERTE tampoco están en su mejor situación. Todas lo están pasando mal. En Canarias el sector turístico genera el 35% del PIB y el 40% del empleo, de manera directa. De modo indirecto llega a ser hasta el 60% del PIB, según algunos analistas económicos. Luego, está claro que la afección en Canarias es brutal. Los hoteles, los restoranes, las cafeterías, el comercio... Todos son clientes nuestros. Aunque tenemos un 96% de empresas abiertas, las actividad del 60% de estas se ha reducido de manera sensible.

El Gobierno aprobó este martes el decreto del teletrabajo. ¿Cuál es la primera lectura de Femete sobre el mismo?

El teletrabajo no es la panacea. Su regulación es complicada y no se puede hacer bien, posiblemente, tan rápido como se ha hecho. Ciertamente que puede mejorar la conciliación familiar, disminuir el volumen de tráfico rodado y, en consecuencia, la contaminación, el trabajador ahorra en desplazamientos... Ahora, en mi opinión, lo que tiene que haber es mucha flexibilidad, buscar el mayor consenso posible para que todas las partes estén cómodas. Lo importante es que la productividad sea lo mejor posible en cada empresa, siempre respetando los derechos del trabajador.

¿Comparte con el presidente de la CEOE-Tenerife que los ERTE deben mantenerse como mínimo hasta Semana Santa y para todas las empresas?

Al cien por cien de acuerdo con José Carlos Francisco. Hay que generar confianza si no queremos que los ERTE terminen en ERE. España debería incluso plantearse prorrogarlos hasta diciembre de 2021, como Alemania.

¿Qué opina del Plan de Reactivación Económica y Social de Canarias?

Hay que reconocer que el Gobierno de Canarias, con Ángel Víctor Torres a la cabeza, han hecho un esfuerzo enorme por sentar a la misma mesa a Ejecutivo, sindicatos patronal y oposición política. El que ha querido ha estado y aportado y de todo esto sale un plan de reactivación, de reestructuración, que está bastante consensuado. Canarias tiene, eso sí, que recibir dinero de Madrid y Bruselas, ya que todo eso necesita una ficha financiera. Esperemos que se apruebe y podamos ejecutarlo en tiempo y en forma.

Potenciar la reparación naval en Canarias y formar personal para entrar en el negocio que generan en particular las revisiones periódicas de las plataformas petrolíferas es una de sus apuestas firmes. ¿Por qué?

Canarias puede y debe ser un centro neurálgico de reparación naval a escala mundial. Tenerife tiene que ponerse a la altura que ya tiene el puerto de La Luz y de Las Palmas en esta actividad económica. En el de Santa Cruz tenemos problemas de espacio pero a cinco años vista esperamos que el de Granadilla resuelva plenamente esta cuestión. Ya estamos haciendo algunas cosas en él pero hay que invertir mucho más. El montaje y desmontaje de una sola plataforma petrolífera supone hasta 10 millones de euros. Son como naves espaciales en el agua, llevan la mejor tecnología en todos los aspectos, y si Canarias logra formar expertos y afianzarse en ese negocio captará muchos ingresos. Hay que diversificar la economía. La reparación naval es fundamental para Canarias.

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