Los exportadores canarios han perdido 333 millones de euros por la contracción del comercio internacional. La ralentización de los intercambios de mercancías entre países y territorios durante la pandemia, especialmente en abril y mayo, ha echado así por tierra un año que prometía ser positivo para el sector exportador del Archipiélago. De hecho, la declaración del estado de alarma nacional el 14 de marzo, que entró en vigor a las 00.00 horas del día siguiente, marca con claridad el antes y el después de la irrupción del coronavirus. Hasta ese momento, las empresas de las Islas estaban facturando cantidades sensiblemente superiores a las del año pasado, más de 200 millones tanto en enero como en febrero, cuando en los mismos meses de 2019 se habían quedado muy lejos de esas cifras. Sin embargo, las exportaciones canarias se han desplomado desde entonces a un ritmo inusitado. Entre el 1 de marzo y el 31 de mayo, que es hasta donde abarcan los datos de ICEX España Exportación e Inversiones (la empresa pública estatal que se dedica a promover la internacionalización de las empresas), la caída es de un 46%. Es decir, los exportadores del Archipiélago han perdido prácticamente uno de cada dos euros facturados en el mismo período de 2019. O más bien perdieron uno de cada dos euros en los tres primeros meses de la pandemia, ya que es previsible que la curva descendente continúe en los próximos meses por la también previsible y drástica reducción del consumo de las familias y la inversión empresarial.

Todo iba sobre ruedas para los exportadores de la región al inicio del año. En enero vendieron mercancías más allá de las fronteras nacionales por un montante de 229,3 millones de euros; y en febrero, por 214,9 millones. Un volumen de ventas de 444,2 millones, casi 85 más que en los dos primeros meses de 2019. Ni el brote de coronavirus en China del 21 de enero ni el que se produjo justo un mes después en Italia afectaron al sector exportador de la Comunidad Autónoma. No en vano, ni Italia ni mucho menos China son clientes de peso del tejido productivo del Archipiélago, de ahí que la paralización de la actividad en ambos países, fundamentalmente en el gigante asiático, donde el coronavirus golpeó antes y donde el flujo de salida y entrada de productos sufrió un histórico frenazo, apenas se hizo notar en el sector en las Islas. Pero el horizonte cambió en marzo drásticamente.

En el tercer mes del año, las empresas canarias exportaron mercancías valoradas en 206,8 millones de euros. Un volumen aún considerable (sobre todo si se tiene en cuenta el preocupante cariz que ya entonces mostraba la situación sanitaria a nivel internacional), pero que también es la cifra más baja desde marzo de 2016, esto es, la más baja del último cuatrienio. En realidad, el desplome se originó así a partir de la declaración de la alarma nacional en la segunda quincena del mes, que sería la antesala del hundimiento experimentado en abril y mayo.

Los números son esclarecedores. En abril de 2019 se exportaron bienes por un importe de 256,1 millones, mientras que en abril de este año la cuantía se redujo a solamente 86. La caída es del 66,4%. Y tres cuartos de lo mismo ocurrió en mayo: los 249,3 millones de euros facturados en 2019 se quedaron este año en unos exiguos 97,7 millones, un 60,8% menos. En total, las exportaciones isleñas en marzo, abril y mayo sumaron alrededor de 390,5 millones, frente a los casi 723,6 del mismo período del año pasado, un 46% menos. En términos cuantitativos, el floreciente negocio exportador perdió en los primeros tres meses de la era poscoronavirus la friolera de, exactamente, 333,1 millones de euros. Una caída que no tiene precedentes en la estadística del ICEX.

Hundimiento generalizado

La curva descendente de las exportaciones canarias se suaviza algo por los buenos datos de enero y febrero, pero no son suficientes para compensar el posterior deterioro. Entre el 1 de enero y el 31 de mayo, las empresas de la región vendieron mercancías en el extranjero valoradas en 834,7 millones, un 23% menos. Y no se salva ningún tipo de mercancía. Las ventas de productos agroalimentarios se han reducido un 21%; las de productos industriales y tecnológicos, un 22,5%; las de bienes de consumo, un 27,7%; y las de bebidas, hasta un 38,3%.