El sistema eléctrico canario es el más caro de España por su alta dependencia de los combustibles fósiles. Es también un notable generador de gases de efecto invernadero y el trabajo que queda por delante para hacerlo totalmente limpio es notable. España se ha marcado el reto de conseguir la total descarbonización del país en 2050, pero un estudio de Deloitte para Endesa, que atiende a todos los territorios no peninsulares -Baleares, Ceuta y Melilla, además del Archipiélago- asegura que en la Islas es posible alcanzar ese hito diez años antes. Para ello será necesario invertir entre 18.000 y 22.000 millones de euros durante los próximos veinte años.

Una cantidad notable que el propio estudio sitúa en los 10.000 euros por habitante. Ahora bien, la amortización será rápida merced a unos intensos ahorros financieros, a los que hay que sumar los medioambientales. El coste del megavatio hora se situaría entre los 70 y 90 euros, cantidades que, tomando el valor medio, reducen en un 40% las que se pagan hoy, cuando la dependencia de los derivados del petróleo es elevada.

Alberto Amores es socio responsable de la práctica de Energía y Recursos Naturales de Monitor Deloitte y está convencido de que es posible "descarbonizar los territorios no peninsulares en 2040"; además de "viable y económicamente rentable".

Afrontar el reto tiene un valor añadido más. El pequeño tamaño de los sistemas eléctricos aludidos y su diversidad -el de Baleares, por ejemplo, está conectado con la Península mediante un cable submarino- "permitiría adquirir una experiencia que podría ser aprovechada en el despliegue de nuevas tecnologías en el resto de España. La transición energética en estos territorios debe ser una prioridad para todas las Administraciones y agentes involucrados", continúa Amores.

El 39% de las emisiones

El trabajo sitúa en el 39% la tasa de emisiones de gases nocivos que provienen de la generación eléctrica en Canarias. Los daños que provocan son obvios: periodos de sequía más prolongados, con la consiguiente mayor voracidad de los incendios, o cambio climático, entre otros. Si es precisamente el clima uno de los atractivos principales del destino turístico, ya resulta obvia la necesidad de poner freno cuanto antes a la contaminación atmosférica.

Igual de vital resulta detener el avance de la desertización. El paisaje es otro de los pilares que sostienen la principal actividad económica del Archipiélago. Unas islas completamente áridas y ocres restarían visitantes, al margen de debates sobre la conveniencia de perseguir las cifras actuales o apostar por que lleguen menos turistas -menor impacto ambiental por consumo de recursos y generación de residuos-, pero con mayor capacidad de gasto.

Sentadas las bases, el estudio elaborado por Deloitte sitúa en una horquilla de entre diez y once gigavatios la potencia renovable que debe alcanzarse en el año 2040. De ello, aparte del despliegue, se derivan otros retos. Alguno de ellos debe abordarse en el corto plazo. La proliferación de aerogeneradores en los últimos años provoca que sean mayoría los días en que el operador del sistema tiene que parar algunos de ellos ante la escasez de demanda. El confinamiento lo ha agravado por la paralización de las empresas. Sin embargo, contar con elementos que permitan el almacenamiento de los excedentes evitaría desperdiciar energía limpia.

¿De qué tamaño habrán de ser esos silos energéticos? El documento que tiene Endesa en su poder sitúa entre 20 y 25 gigavatios hora su capacidad, la décima parte de ellos a desplegar en los próximos cinco años. Hasta el momento, solo el proyecto de la central de bombeo Chira-Soria, en Gran Canaria, camina en este sentido -aparte de Gorona del Viento en El Hierro-. Sin haberse iniciado su construcción, urgen soluciones para evitar fugas de energía renovable en el corto plazo.

El sol, protagonista principal

Contra la tónica seguida en los últimos años en el Archipiélago, Deloitte otorga el protagonismo principal al aprovechamiento de las muchas horas de sol con que cuentan las Islas. La proliferación de parques eólicos desde 2018 no está exenta de sentido, ya que el retraso acumulado desde el final del siglo pasado era notable. Sin embargo, el estudio detalla que la tecnología fotovoltaica encaja "mejor que la eólica con el almacenamiento, por su mayor estabilidad y predictibilidad". La afirmación se concreta en un mix renovable ocupado en su tres cuartas partes por energía solar y un 25% por eólica.

Otra de las cuestiones que atiende el estudio es la necesidad de "minimizar la ocupación del suelo". Hasta el punto de defender la instalación de "menos capacidad renovable de lo que sería económicamente óptimo", pero compensando esa merma con los elementos necesarios para el almacenamiento, "que ocupa menos espacio".

¿Cómo conseguir este objetivo? En lo que respecta a la eólica, perseverando en el estudio de tecnologías off shore, ya sean parques eólicos marinos o aprovechamiento de la energía que se genera por el movimiento de las mareas (mareomotriz) o de las olas (undimotriz). En cuanto a la fotovoltaica, se apuesta por el fomento del autoconsumo hasta sumar entre dos y tres gigavatios de potencia. Esta electrificación de la demanda, más las medidas para mejorar la eficiencia energética, conducirían a una reducción del 35% del consumo y un ahorro en la factura de hasta el 72% en 2040.

En lo que respecta al empleo, Deloitte calcula que este intenso desarrollo de las renovables generará entre 30.000 y 60.000 empleos -directos e indirectos- en Canarias. A ellos habría que sumar otros entre 15.000 y 30.000 que se prevén en Baleares.