La pandemia del coronavirus ha puesto patas arriba la economía del país y, en especial, la canaria. La mayor especialización del Archipiélago en el sector turístico -aporta un 40% de los empleos y representa casi el 35% del Productivo Interior Bruto (PIB) de las Islas- explica en buena medida el mayor impacto del Covid-19 en la región, que afronta entre sombras e incertidumbres lo que resta de año. Ese horizonte titubeante es el que atisba el sector primario, dependiente en parte de la buena marcha del turismo y de la apuesta que las grandes cadenas de distribución y el consumidor canario hacen por el producto local.

Plátano. El sector platanero buscó durante el confinamiento una salida para la producción que de forma habitual destina a hoteles y establecimientos de restauración. Durante las primeras diez semanas del estado de alerta sanitaria, entre 800.000 kilos y una tonelada de plátanos se quedaron fuera de sus tradicionales canales de venta. La Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan) exportó a Marruecos dicha cantidad gracias a las sinergias que durante los últimos años han desarrollado las organizaciones de productores con el mercado marroquí.

La crisis sanitaria se produce, además, en un año en el que la cosecha de plátanos es mayor que en el ejercicio anterior. Hasta ahora acumula una producción 38 millones de kilos superior a2019, por lo que la búsqueda de mercados alternativos cobra una importancia vital en este escenario.

Floricultura. Los floricultores canarios se encuentran entre la espada y la pared. El cierre de sus canales de venta por el estallido de la pandemia del coronavirus les alcanzó de lleno. No solo tuvieron que tirar de la noche a la mañana las producciones en marcha, sino que también han tenido que paralizar buena parte de las cosechas presentes y futuras ante la incertidumbre que se cierne sobre el sector. Esta situación ya se palpa en el mercado, pues resulta difícil encontrar algunas flores de ciclo corto como los crisantemos.

Antonio López, gerente de Asocan, apunta a dos factores como los principales causantes del escenario actual. "Se ha reanudado la economía, pero no del todo. Los eventos turísticos y la restauración, que es un canal muy importante para nosotros, no se ha reactivado", señala. A esta circunstancia suma la merma de la capacidad productiva que arrastra el sector desde hace semanas por el temor a un rebrote.

Los productores de flor cortada solo han recuperado un 50% de su capacidad de producción y entre un 60 y 70% si se trata de planta ornamental. López expone que muchos floricultores optaron por no trabajar con cultivos de ciclos cortos durante el confinamiento por la imposibilidad de dar salida a sus productos, pero también muchos se plantean ahora en qué medida apostar por su principal campaña. El Día de Todos los Santos, a principios de noviembre, acapara la mayor actividad de este oficio, pero las dudas e incertidumbres que genera una posible segunda oleada mantiene en jaque al sector. "Otra parálisis comercial puede significar el cierre absoluto de muchos", expone. Ante tal panorama, los floricultores reclaman, al igual que el sector turístico, una prolongación de los ERTE y la consideración del sector como actividad esencial para evitar el cierre de sus canales de comercialización en futuros brotes, ya sea de nuevo del coronavirus o de cualquier otro virus.

Avicultura. El coronavirus también trae de cabeza a los avicultores canarios. El cierre del turismo y de la restauración supuso "un duro golpe" para este segmento, pues la distribución en el canal Horeca (Hoteles, restaurantes y cafeterías) es mayor que en el resto del país. Si a eso se añade la dificultad para cobrar los productos servidos en los meses previos al estado de alarma, el horizonte se divisa aún más complicado.

Pese a que la restauración ha retomado parte de su actividad, las granjas canarias advierten que no es suficiente. Menos aún cuando las cadenas de supermercados, según apuntan, "tienen una decidida apuesta por el huevo foráneo en detrimento del local". Una situación que genera problemas de seguridad alimentaria, sostienen, al encontrarse partidas sin código de identificación o con fechas de consumo preferente superiores a la permitida.

Tomates y pepinos. La campaña de tomates y pepinos cerró con una caída del 20% de la exportación. La irrupción de la crisis del coronavirus no impactó de lleno a estos cultivos por producirse en los dos últimos meses de su campaña. El Archipiélago envió al exterior unas 33.700 toneladas de tomate y 17.300 toneladas de pepino, lo que en conjunto, 50.000 toneladas, implica una reducción del 20%, según los datos aportados por la Federación Provincial de Asociaciones de Exportadores de Productos Hortofrutícolas de Las Palmas (Fedex). "Ha habido dos meses de pérdida pero la mayoría de campaña la salvamos", apunta el portavoz de la federación, Gustavo Rodríguez.

Ganadería. El sector ganadero se ha enfrentado, principalmente, a sobreproducciones de leche y queso por la caída de la demanda. Poco a poco han ido adaptando su producción a la situación actual con el cambio de alimentación y la modificación de los ciclos de reproducción para encarar con menos pérdidas y mayores garantías el futuro. También la venta envasada de leche mediante nuevas sinergias con la industria láctea ha sido una de las alternativas exploradas, si bien no supone una salida mayoritaria

La progresiva apertura de los establecimientos hosteleros supone un soplo de aire fresco. El sacrificio de animales, que también sufrió su propio impacto, da muestra de ello. Manuel Expósito, presidente de Agate, indica que en las dos primeras semanas de confinamiento cayó esta actividad, si bien "a partir de la tercera semana se fue normalizando la situación, aunque sin llegar a las cifras anteriores al estar la hostelería cerrada". Los datos provisionales de sacrificio de ganado hasta marzo facilitados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación reflejan que la crisis del coronavirus acentuó la caída de la actividad en los mataderos o, en el mejor de los casos, la ralentizó. Salvo el sacrificio del ganado bovino, que en marzo creció un 35,25%, el resto de especies experimentan un retroceso. Así, por ejemplo, el sacrificio de cerdos cayó un 7,57% frente al crecimiento del 1,92% de un mes antes. La matanza de cabras descendió un 4,57% frente a la caída del 0,35% de febrero mientras que el sacrificio de ovejas retrocedió un 26,45% frente al 20,88% del mes anterior.