El verano, época habitualmente propicia para todo un subsector económico que se mueve alrededor de las fiestas, se presenta este año como una travesía del desierto de la que ni siquiera se adivina el final. La suspensión de celebraciones y festejos por la crisis sanitaria del coronavirus ha dejado en el alambre a cientos de empresas y a miles de trabajadores que miran con inquietud los próximos meses. Iluminación, sonido, montaje de escenarios, fuegos artificiales, feriantes, puestos de comida... La industria de la fiesta concentra multitud de negocios y, al mismo tiempo, activa el tejido empresarial de los municipios por los que pasa, conformando una cadena que ahora se ha roto de improviso.

Unos han tenido que recurrir a los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y cruzan los dedos para no tener que despedir cuando se agote el amparo que proporciona este instrumento. Los hay que subsisten con los ahorros que han podido acumular. Otros son autónomos que cobran la ayuda extraordinaria por cese de actividad, una posibilidad que está vedada a otros porque, tras los carnavales -justo en la víspera de la crisis-, se dieron de baja como trabajadores por cuenta propia en espera de la temporada de verano. En un momento en que se han quedado sin ingresos, muchos tienen que hacer frente a cuantiosos gastos, en algunos casos por la compra de material destinado, precisamente, al trabajo extra que suele darse en la época estival.

"Las fiestas generan economía, y del mundo de la cultura y el ocio viven de forma directa 25.000 familias", recuerda Simón Higueras, de Sonopluss Canarias, empresa tinerfeña dedicada al sonido. La situación actual es clara. "Estamos totalmente parados", dice. Pero el problema no es tanto el ahora como el después, en especial si ese futuro no tiene fecha. Nadie intuye cuándo se reactivará el negocio. Los actos multitudinarios están descartados y la reducción de aforos no garantiza la rentabilidad, mientras que la obligación de tomar medidas de seguridad también supone un gasto extra.

Higueras es crítico con los ayuntamientos que han optado por suspender toda la actividad en lo que resta de año, en ocasiones bajo el argumento -a su juicio "demagógico"- de destinar la inversión a las políticas sociales. "Si no hay cultura y fiestas no hay pequeño comercio y entonces sí que vamos a tener más gente en los servicios sociales", advierte el empresario, que señala como ejemplo positivo el del Ayuntamiento de Adeje, que ha aprobado una moción institucional para promover la industria cultural en tiempos de Covid-19. "Ese tipo de iniciativas dará sus frutos desde que se puedan abrir las puertas", augura Higueras, que tiene a sus 37 empleados en un ERTE.

Una parte de la actividad de la firma grancanaria El Paraguas Events se centra en la prestación de servicios para administraciones y empresas que organizan fiestas. Instalan escenarios -el del último Carnaval de la capital de la isla, sin ir más lejos-, alquilan mobiliario, elaboran cartelería... Su gerente, Israel Ortega, confirma que las cancelaciones son "del 100%". "Teníamos contratada una media de cuatro grandes eventos mensuales hasta mediados de agosto y se han cancelado". Las instituciones han suspendido, mientras que el sector privado no quiere organizar nada "porque ni siquiera hay un protocolo establecido", explica Ortega.

La pregunta es qué pasará en este tipo de empresas si la situación no mejora próximamente y si los ERTE por causa de fuerza mayor vencen a finales de junio, como en principio está previsto. La respuesta es muy gráfica: "se les caerá la t y se convertirán en ERE [expedientes de regulación de empleo]". Para evitarlo, varias de estas empresas han trasladado propuestas a las administraciones con el fin de que se apliquen medidas que puedan aliviar el páramo económico y cultural que ha traído la epidemia. "Pedimos que se puedan celebrar eventos sin grandes concentraciones y que abran los recintos feriales manteniendo el control de la afluencia de público", detalla el gerente de El Paraguas Events. Por ahora no ha habido contestación.

Donde hay fiestas hay ferias. A ellas se dedica José María de la Cova, tercera generación de una familia de feriantes y empresario que se mueve entre las islas al ritmo que marcan los festejos de los pueblos. "La situación, de momento, es catastrófica", lamenta. Muchos municipios han cancelado actos durante todo el año o, como poco, hasta octubre, lo que inyecta incertidumbre en un sector que vive su periodo álgido en estas fechas y en el que, además, es habitual darse de baja del régimen de autónomos hasta que comienza el verano, por lo que muchos no han podido ni siquiera percibir la ayuda destinada a este colectivo.

Fuera de la desescalada

De la Cova destaca que "la seguridad sanitaria es lo primero", pero también opina que su actividad no puede quedarse fuera de los planes de desescalada. "¿Cuándo le toca al sector cultural y de ocio?", se pregunta. Unas 350 familias se dedican a la feria en Canarias -"es una forma de v ida"-, a las que hay que sumar alrededor de 2.000 trabajadores por cuenta ajena. Estas personas serán las principales perjudicadas si la paralización de las fiestas se mantiene, pero no las únicas. "Las fiestas no son otra cosa que un motor económico", sostiene. La situación sanitaria ha mejorado y, previsiblemente, seguirá haciéndolo. En estas circunstancias, avisa, "no permitir los eventos que cumplan con las medidas de seguridad es pegarse un tiro en el pie".

Tampoco hay fiestas sin fuegos artificiales. La histórica firma Hermanos Toste -del municipio tinerfeño de mayor tradición en esta materia, Los Realejos- ha dejado de fabricar sus productos y los mantiene almacenados en espera de darles salida. Desde la empresa apuntan que "lo peor es que nadie sabe cuándo acabará esta situación". Muchos de los festejos en los que más habitual son los festivales pirotécnicos ya se han cancelado y, respecto a los que quedan por venir, nada se sabe. "Los ayuntamientos dicen que dependerá de cómo evolucionen las cosas", explican. Entre tanto, solo cabe confiar en alguna pequeña procesión de pueblo o de barrio. En Hermanos Toste tienen "ganas" de reanudar la actividad, pero, como ocurre en otro tipo de empresas vinculadas a los actos festivos, impera la prudencia, por no decir el pesimismo. "Ya vamos pensando en el próximo año".