Modelos de enfermedades por contagio han sugerido que decenas de miles de muertes por el coronavirus en Estados Unidos podrían haberse evitado de actuar a tiempo. The New York Times concluye que si el pasado marzo se hubieran comenzado a imponer medidas de distanciamiento social con una semana de antelación, se habrían registrado 36.000 víctimas mortales menos por la pandemia, según las nuevas estimaciones de los analistas de epidemias de la Universidad de Columbia. O también, si el país hubiera comenzado a cerrar ciudades y limitado el contacto social el 1 de marzo, dos semanas antes que la mayoría de las personas comenzaran a quedarse en casa, se habría evitado el 83 por ciento de los contagios. El estudio coincide con las conclusiones de la medicina forense en España, que mantiene que de haber impedido las autoridades las manifestaciones masivas del 8-M el alcance de la enfermedad hubiera sido mucho menor.

El coste de esperar para actuar ha sido enorme en Estados Unidos, el Reino Unido y España, tres de los países donde las cifras de muertos y de contagios se sitúan en la cabeza mundial. En el primero de los lugares y según el periódico neoyorquino, refleja la dinámica implacable del brote que se extendió por las ciudades estadounidenses a principios de marzo. Incluso pequeñas diferencias en el tiempo habrían evitado el peor crecimiento exponencial. La evidencia parece tan grande que podría descansar en aquella famosa frase de Groucho Marx de ¿a quién va usted a creer a mí o a sus propios ojos?

Sobre este pequeño momento en el tiempo, Jeffrey Shaman, epidemiólogo de Columbia y líder del equipo de investigación que llevó a cabo el estudio, explicó que "atrapar el virus en esa fase de crecimiento es increíblemente decisivo para reducir la cantidad de muertes". Los hallazgos del informe se basan en modelos de enfermedades infecciosas que miden cómo el contacto reducido entre las personas a partir de mediados de marzo desaceleró la transmisión del virus. El 16 de esa mes, Trump instó a limitar los viajes y quedarse en casa. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, había cerrado las escuelas un día antes y el gobernador Andrew M. Cuomo emitió una orden de confinamiento que entró en vigor el día 22. Era demasiado tarde. Las muertes oficiales en EE UU a causa de la pandemia eran 97.296 al cierre de este artículo.

En el Reino Unido, un informe filtrado de Whitehall advierte que la planificación de desastres locales se encuentra saturada por la crisis del coronavirus, y que un brexit sin acuerdo abrumaría a los equipos de emergencia británicos. El Covid-19 se presenta de esta manera como una segunda amenaza crónica, económica y social para el Reino Unido que se enfrenta al desafío de superar las consecuencias que acarrearía el desencuentro definitivo con sus antiguos socios europeos. Hay que tener en cuenta que todos los pasos que ha seguido esta elección traumática han venido precedidos por la propaganda. El propio brexit fue el resultado de una campaña que supuso el primer aviso serio de la década.

Ahora, la razón y la necesidad parecen invocar, a su vez, un brexit negociado que no ponga todavía más escollos en el camino de la recuperación británica tras el golpe de la pandemia. El informe, de 76 páginas, marcado como "oficial y sensible" fue elaborado por el grupo C-19 Foresight, un equipo intergubernamental que apoya foros locales de resiliencia en Inglaterra y Gales. Los 42 foros regionales tienen encomendada la tarea de planificar y responder a incidentes importantes y sucesos catastróficos. Ante una emergencia nacional sin precedentes, lo último que se necesita, viene a concluir este informe, es un brexit sin acuerdo. Las advertencias surgieron tras amplias discusiones con más de 200 policías locales, bomberos, sanitarios y otros servicios sobre si el país podría manejar con eficacia la pandemia en el caso de que simultáneamente fuese golpeado por otro tipo de emergencia, como podrían ser unas grandes inundaciones. El Gobierno, sin embargo, se ha encargado de dejar claro que el 31 de diciembre no buscará extender al período de transición del brexit, aunque la planificación de desastres se halle abrumada.