La seguridad ha sido una de las fortalezas históricas de Canarias. La seguridad en toda su extensión. No sólo por la baja incidencia de delitos y el aún menor riesgo de atentados, en comparación a otros destinos competidores que los sufrieron y perdieron por ello su liderazgo. También la seguridad alimentaria y sanitaria, con unas infraestructuras y servicios de primer nivel, han sido una marca del destino. Ahora todo ha cambiado: ya no hay destino inmune a una epidemia. El coronavirus lo ha puesto en evidencia. Y aún sí las Islas podrían tener la oportunidad de coger una buena posición cuando llegue la remontada. En primer lugar por la baja incidencia de la enfermedad, al menos durante esta primera ola. Y en segundo, porque un desconfinamiento bien controlado podría reforzar su imagen como destino seguro. Y en ello trabaja el Gobierno canario, como el balear, para que sus puertos y aeropuertos sean los últimos en recuperar la normalidad. Blindando así aún más el aislamiento preventivo del Archipiélago. Pero Canarias y Baleares no son las únicas islas que, a diferencia de los destinos continentales (entre ellos la marca España), harán valer su aislamiento para posicionarse en el mercado turístico en la era post-Covid. Las Islas Griegas también están promocionando la baja incidencia del coronavirus en su territorio para atraer al mayor número de visitantes cuando se recupere cierta normalidad. Para ello las organizaciones mundiales de la Salud y del Turismo están ultimando sus recomendaciones y protocolos. Y a ellos tendrán que adaptarse con premura los múltiples negocios que integran el sector turístico ante la monumental competición que se abrirá previsiblemente a partir de octubre-noviembre.