Adelanto esta pregunta al momento en el que finalice -más o menos- la crisis sanitaria y explosione la hecatombe económica que nos amenaza.

Permítaseme dirigirla a las plataformas, grupos, personas y a algún político desaprensivo, que llevan años criminalizando al sector de la construcción, oponiéndose al desarrollo legal de la edificación y de las obras de ingeniería, desde las montañas al litoral costero. Eso sí, sin renunciar dichos individuos a las mejores viviendas, hospitales modernos y hoteles de calidad, como si estas instalaciones aparecieran por arte de magia.

Mientras aguardamos a las respuestas que nunca tendremos, el mundo de la construcción-empresas, trabajadores, asociaciones de empresarios y sindicatos- no pueden esperar sentados a que Papá Estado nos resuelva la papeleta, siendo nuestro deber proponer iniciativas, ideas, sugerencias y peticiones. Lo primero que habría que analizar es si las medidas de paralización de las obras de edificación son o no demasiado restrictivas y si es posible el trabajo a pie de obra con una protección adecuada para los trabajadores. Entendemos que esto puede ser posible, pues una cosa es la esperada vacuna y otra diferente un diseño adecuado de protección para ojos, nariz y boca, no renovable y si desinfectable, que impida la contaminación.

No parece ser muy complicado un material de protección, acompañado de las medidas necesarias de higiene. Téngase en cuenta, que no estamos en el ámbito contaminado de una instalación sanitaria. Solo en el mes de marzo, la construcción ha perdido, a nivel estatal, más de 4.000 millones de euros, por la situación de parálisis total. En puridad, el sector aún no se ha recuperado de la crisis anterior, llegando esta emergencia con un sector industrial tocado.

Como se dice habitualmente, hay que hacer de la necesidad virtud y con las medidas de estímulo adecuadas, no solo resolver el problema sino, posiblemente, colocarnos en una posición mejor a la anterior al maldito virus.

Efectivamente, de acuerdo con un meticuloso estudio, Corporación 5 concluye que el déficit actual de vivienda en Canarias es aproximadamente de 40.000 unidades, que irían aumentando en las condiciones anteriores a la crisis sanitaria, hasta alcanzar 140.000 unidades en los próximos diez años, por lo que la necesidad de articular un programa de construcción intensiva, priorizando la vivienda social, es evidente.

Pleno empleo

Es decir, la situación de emergencia se puede revertir en pleno empleo en este sector. Si esta iniciativa se acompaña con otro paquete de medidas de estímulo para la renovación, mejora y adecentamiento de la planta hotelera en situación de inacción, el programa del sector quedaría cubierto para los próximos años. El punto final complementario podría ser la financiación de obra pública, por su capacidad de retorno e impacto socio-económico, pero teniendo en cuenta que la generación de empleo en este tipo de obras es mínimo comparado con la edificación, por lo que serían aconsejables, en la situación actual, especialmente cuando estén vinculadas a la edificación por razones de dependencia.

Dicho de otra forma, en lugar de financiar masivamente solamente el paro, también hay que financiar intensamente a las empresas para anular al primero. En definitiva, protección adecuada a pie de obra y medidas de estímulo.

Nos olvidamos: la actividad de una banca pública para gestionar los programas de estímulo, al sector le vendría de perlas. Durante el Franquismo hubo varias entidades financieras públicas, sin necesidad de asaltar el Palacio de Invierno.