El turismo va a cambiar. Lo hará, desde luego, en los próximos meses -quizás, años- y quién sabe si también experimentará significativas modificaciones a largo plazo. Las previsiones más inmediatas -cuando pueda reactivarse el sector, ahora mismo paralizado- apuntan a que se impondrán las experiencias más personales e individualizadas ante las dificultades que, desde el punto de vista sanitario, tendrán los modelos masivos, necesitados de una rápida adaptación. El alquiler vacacional y subsectores como el turismo rural, gastronómico, enológico o astronómico pueden salir beneficiados de un panorama posterior a la Covid-19 que puede dar más juego a la oferta de las islas verdes pero ante el que Canarias se encuentra en una situación de alta vulnerabilidad a causa de su gran dependencia de los mercados internacionales y de la conectividad aérea.

Las consecuencias del súbito descalabro que sufre la llamada primera industria del Archipiélago fueron abordadas el pasado jueves por cinco expertos en la materia -todos ellos profesores e investigadores de la Universidad de La Laguna-, reunidos por la Fundación FYDE CajaCanarias en un seminario virtual. El director de la Cátedra de Turismo ULL-Ashotel-CajaCanarias, Raúl Hernández, identificó las cuatro dimensiones en que se manifiesta la crisis desatada por la epidemia: sanitaria, de movilidad -que pone en "jaque" al turismo canario-, económica -con pérdidas para las empresas, destrucción de empleo e impacto sobre las finanzas públicas- y de cambio forzado en los consumidores -con una especial afección sobre el sector-. La intervención pública -mediante estímulos y producción de normas- y un "gran esfuerzo" de adaptación, innovación y aprovechamiento de nuevas oportunidades por parte del sector privado son los instrumentos con los que modular los efectos del desastre.

Un modelo consolidado

En el nuevo contexto generado por la epidemia pierde peso el turismo de masas en favor de la individualización de la experiencia, indicó Moisés Simancas. "El alquiler vacacional se va a ver reforzado", auguró el geógrafo, quien advirtió del "error" de seguir considerando esta oferta como "un modelo incipiente", cuando se ha incorporado ya a la estructura turística de la región y presenta unas características que pueden beneficiarla cuando vuelvan a abrirse los mercados. Simancas avisó también de que la falta de certidumbres impide saber si los cambios que se avecinan serán permanentes o estarán limitados al corto y medio plazo, hasta que se halle una vacuna y tratamientos eficaces contra el nuevo coronavirus. Así, se mostró seguro de que los hoteles tendrán que adaptarse a la situación -cambios en los software, habituación al uso de mascarillas-, pero no tanto de que lleguen modificaciones más drásticas, como una hipotética desaparición de los buffet o la creación de espacios privados en los establecimientos.

Para Carlos Fernández -profesor de Economía Aplicada y también presidente de la Asociación de Turismo Rural Isla Bonita- "hay cosas que han venido para quedarse". Una de ellas son las medidas de distanciamiento social, que a su juicio se traducirán en una atenuación de la "hipermovilidad". Esto supone "un gran desafío y una tremenda oportunidad". "Hay zonas que van a salir reforzadas" de la "individualización del viaje", aventuró, aquellas en las que está más implantada la oferta de turismo relacionada con el medio rural (La Palma, La Gomera y El Hierro). Canarias puede actuar, en este sentido, como "un laboratorio para el desarrollo de una multiplicidad de experiencias" -vinculadas a la naturaleza, la gastronomía o la observación del cielo-, que en el escenario posvirus pueden adquirir una creciente relevancia.

En realidad, muchos de los cambios que se puedan producir no son tales, sino una aceleración de los que ya están ocurriendo, puntualizó Francisco García, profesor del Departamento de Dirección de Empresas de la Universidad tinerfeña. La robótica, la digitalización y la domótica avanzarán más que hasta el momento, lo que también ofrece nuevas oportunidades. Es cierto que el turismo será "el último sector en subir la persiana", pero también que "tiene el monopolio de la experiencia" y la demanda de estas no cesará. Según García, el panorama turístico posterior a la pandemia se caracterizará por la difuminación de las fronteras, tanto entre sectores económicos como entre lo público y lo privado. "Será fundamental la concertación público-privada y la cooperación con nuestros competidores", pronosticó. También la ciencia y la técnica saldrán, a su juicio, reforzadas.

Los conocimientos técnicos y científicos, esenciales en el combate contra la epidemia, tienen un papel también clave en las políticas de sostenibilidad -ambiental, pero no solo-, que en el caso del sector forman parte de "una agenda pendiente desde hace años y que está totalmente desatendida", lamentó Noemí Padrón, profesora del Departamento de Economía Aplicada. Aquí será necesaria la intervención pública para "redirigir recursos y reorientar y guiar la actividad privada" hacia una amplia gama de medidas -rehabilitación de instalaciones y espacios, gestión de los residuos y el agua o energías renovables-. Padrón hizo hincapié también en la importancia de la formación y del papel esencial que toca desempeñar a las dos universidades públicas.