Si no cambian mucho las cosas, el ansiado pacto de reconstrucción nacional que ofrece el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, para afrontar las crisis económica y social provocada por la epidemia de coronavirus va a ser una quimera. La oposición se está manifestando cada vez con más virulencia contra la gestión sanitaria que está llevando a cabo el Ejecutivo estatal, y con muchas reservas sobre las medidas económicas y sociales que está aprobando, tanto en relación con algunos de sus contenidos, como, sobre todo, por la ausencia de diálogo y transparencia con que considera se están adoptando. La ronda de consultas que Sánchez va a abrir mañana con los distintos líderes políticos, empezando por el presidente del PP, Pablo Casado, marcará el tono del proceso, pero no hay indicios razonables de que logre su objetivo porque hay de antemano un caldo de cultivo reacio a ese tipo de pacto.

Y esto es así tanto por parte de los dos partidos de la derecha, el PP y Vox, que compiten en rotundidad y agresividad en sus críticas al Gobierno para tratar de desgastarlo, como por parte de sus supuestos socios de legislatura, ERC e incluso el PNV, que rechazan conceptualmente un artefacto político que se salga de sus respectivas agendas territoriales. Es decir, del proceso de autodeterminación en Cataluña en el caso de los independentistas, con elecciones allí a la vista, o el cuestionamiento del statu quo competencial y las relaciones de poder autonómico en el País Vasco, en el caso de los nacionalistas vascos, también en el marco de unas inminentes elecciones autonómicas en esa comunidad en cuanto se supera la emergencia sanitaria y se derogue el estado de alarma ahora en vigor. Entre el resto de formaciones, sólo Cs y algunas más pequeñas como CC, NC, Compromís, Teruel Existe, y PRC, se manifiestan claramente a favor, pero todas ellas con condicionantes que dificultan el camino, mientras que en el propio seno del Ejecutivo las posiciones de salida de los dos socios, PSOE y Unidas Podemos, están lejos de ser unitarias.

En todo caso, el Gobierno debe aclarar los términos en que pretende plantear ese posible pacto de país para la reconstrucción y poner sobre la mesa el primer elemento que debe sustentarlo en materia económica. Es decir, unos nuevos Presupuestos Generales del Estado que prioricen y ordenen el descomunal gasto que se va a tener que desplegar para hacer frente a la crisis, con medidas para reflotar la economía con ayudas a las empresas, pymes y autónomos, y una cantidad ingente de fondos públicos en ayudas sociales y contra el desempleo que garantice que en esta emergencia sanitaria y social "nadie se va a quedar atrás", como señala repetidamente el Ejecutivo. De esta forma, las nuevas cuentas tendrán que convertirse, con o sin pactos de La Moncloa, en el verdadero instrumento para superar la pandemia y sus efectos, y estarían llamadas a ser unos 'superpresupuestos' con parámetros macroeconómicos, de inversión y de previsión de déficit y deuda nunca conocidos hasta ahora, y al margen de toda senda de estabilidad planteada en Bruselas en el reciente pasado.

Dudas sobre el calendario

Este es, de facto, el verdadero reto que se le plantea al Gobierno de Sánchez y el camino por el que algunas formaciones le están invitando ya a transitar. Es decir, convertir las inminente ronda con los partidos en una verdadera negociación presupuestaria que, por otro lado, va a marcar el devenir de la situación política de la postpandemia. De hecho, el propio Sánchez, en su primera comparecencia en el Congreso para aprobar las primeras medidas y la declaración de estado de alerta, ya habló de la necesidad de unos "Presupuestos de reconstrucción social y económica", que también llamó "extrasociales", con el que impulsar la actividad tras el periodo de confinamiento e "hibernación económica", y para el que pidió el apoyo de todas las formaciones políticas.

En este momento, la dificultad de negociar esos apoyos políticos a unos Presupuestos aún sin esbozar es casi la misma que la que se da para el pacto de país que pide Sánchez. Ciudadanos (Cs) fue el primer partido en ofrecer el suyo en el marco de su cambio de estrategia política desde el inicio de la crisis. Otras formaciones también hablan de la necesidad de abordar el futuro inmediato del país a través de unas nuevas cuentas. El portavoz del PNV, Aitor Esteban, pide poner el foco en acordar unos Presupuestos de reconstrucción con cifras concretas, asegurando que "todo lo demás sería un brindis al sol", y advirtiendo que si esa negociación "no sale", se iría a una situación de "crisis gubernamental" y probablemente a unas elecciones, un escenario letal para la estabilidad institucional que la actual situación requiere.

Pero el principal socio del Gobierno, ERC, sigue vinculando su apoyo en este sentido a los avances de la Mesa de Diálogo sobre Cataluña. Las dudas sobre esos apoyos y la incertidumbre sobre el horizonte de la crisis sanitaria mantiene al Ejecutivo en una indefinición sobre un elemento clave: saber si las próximas cuentas estatales serán para este mismo año, o si mantendrá las actuales prorrogadas hasta diciembre y presentará un proyecto tras el verano ya pensando en el 2021. Desde la derecha, además del rechazo radical de Vox, es difícil pensar que el PP pueda sumarse a una negociación presupuestaria en la que Unidos Podemos, como socio de la coalición de Gobierno, tenga el más mínimo protagonismo. Casado está en otra batalla.

Canarias

Desde Canarias también se pone el énfasis en la necesidad de clarificar el panorama presupuestario, siempre con la premisa de que va a ser una de las comunidades autónomas que más va a sufrir el impacto de la epidemia en términos económicos y sociales porque su principal riqueza, el turismo, tiene ante sí un parón de casi un año, y un horizonte a medio plazo de gran incertidumbre. El Gobierno de Canarias, y en general los agentes políticos, económicos y sociales, están ya poniendo sobre la mesa algunos de los elementos a tener en cuenta sobre la forma en cómo el Estado elabora la ficha financiera para las Islas en la era 'postpandemia'. A la espera de conocer el tipo de cuentas públicas excepcionales que presentará el Ejecutivo central, Canarias va a poner el foco en la necesidad de ganar liquidez para hacer frente al "descalabro" de los ingresos que provocará la inactividad turística en las Islas.

De entrada, el Ejecutivo regional presentará a Madrid un plan de reconstrucción económica en las Islas en el que tendrán un peso vital y fundamental los fondos estatales y a cuyo objetivo el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, se compromete a ser exigente con el Ejecutivo de Sánchez. También CC reclama unos "Presupuestos de emergencia" como expresión indispensable del pacto de país que busca Sánchez, que incluiría ayudas, créditos e inversión por valor de 2.500 millones por parte del Estado, mientras NC exige un plan singular para las Islas que necesariamente debe asentarse en nuevas cuentas estatales, con especial énfasis en poder hacer uso del superávit, un objetivo que en los próximos presupuestos puede convertirse en la batalla final frente a la negativa del Ministerio de Hacienda.