Muchas cosas han cambiado en las tres semanas transcurridas desde que se decretó el estado de alarma para frenar el avance de la Covid-19. Entre ellas están los hábitos de compra en los supermercados, que no solo se han modificado respecto al periodo anterior a la crisis, sino también en relación a los primeros momentos de esta. Ya han quedado atrás las imágenes de carros llenos y de masificaciones en el interior de los establecimientos, que han sido sustituidas por las de compras más racionales y ordenadas y, si acaso, por disciplinadas y no demasiado largas colas en el exterior de las tiendas. También ha decaído la fiebre por determinados productos -con el papel higiénico como ejemplo más llamativo- y empiezan a imponerse otros. Según el sector, dos tendencias de consumo aparentemente opuestas -aunque quién sabe si complementarias- han cobrado fuerza durante los últimos días: por un lado, las bebidas -en especial el vino y la cerveza-, los aperitivos y el picoteo y los ingredientes para cocinar en casa -en especial las harinas, orientadas sobre todo a la repostería-; por otro, los productos frescos -frutas, verduras y carnes-, asociados a una alimentación más saludable.

Alonso Fernández, secretario general de la Asociación de Supermercados de las Islas Canarias (Asuican), constata que "la gran compra, la de impulso, se ha dado por cerrada". Los consumidores han comprobado que es cierto lo que desde el principio han pregonado los representantes del sector: que "no hay ni habrá falta de mercancías". A lo largo de los más de veinte días que dura el estado de alarma se han detectado "picos" en las compras -el último, cuando se anunciaron las nuevas restricciones-, pero nunca como los que antecedieron a la primera declaración efectuada por el Consejo de Ministros. En cuanto al volumen de adquisiciones, el comportamiento es "más o menos similar" al que se registraba antes de la crisis desencadenada por la epidemia.

Para guardar o consumir

Desde las primeras y compulsivas compras se ha producido un "cambio de hábitos" que, según Fernández, puede resumirse en que antes se compraba para guardar y ahora se hace para consumir, entre otras cosas porque, con lo adquirido en los primeros momentos, ya hay mucho guardado. En este contexto, prolifera la venta de snacks (papas fritas, aceitunas, frutos secos), de bollería y de productos para repostería y otros caprichos. La compra de harina se ha incrementado de forma notable, para postres y dulces y también la destinada a la elaboración de arepas, que "creció espectacularmente", dice el representante de Asuican, lo que obligó a la industria a "reaccionar inmediatamente", elevando la producción.

El ocio que uno puede permitirse en plena cuarentena -con bares y restaurantes cerrados- solo puede tener un escenario, el propio hogar, señalan desde HiperDino. Eso explica el alza de este tipo de productos y también el de bebidas alcohólicas -vino y, particularmente, cerveza-, indica la cadena canaria de supermercados.

Paralelamente a estas compras por placer -placer de comer y también de cocinar platos poco habituales- han aumentado las de productos frescos. "La gente intenta hacer ejercicio en casa y cuidar un poco lo que come", una preocupación por la salud -y la línea- alimentada por las recomendaciones que circulan por las redes sociales, expone Alonso Fernández. Ahí entran las frutas y verduras, componentes indispensables de una dieta equilibrada.

El acopio descontrolado de los primeros momentos de la crisis -coincidiendo con la suspensión de las clases y las horas previas a la declaración del estado de alarma en el país, el sábado 14 de marzo- se centró de forma especial, además de en el papel higiénico, en leche, agua legumbres, pastas y conservas, detallan desde HiperDino. El consumo de algunos de estos artículos se mantiene alto -agua y leche, en especial-, pero en su mayoría han sido reemplazados por otros.

En otras gamas de mercancías también se aprecian variaciones. Los productos de droguería y limpieza de la casa han experimentado un considerable aumento en sus ventas, al tiempo que los de cosmética, estética y cuidado personal -desde cremas, fijador para el pelo o colonia- han retrocedido. Cuando las relaciones sociales se han reducido al mínimo, la demanda de este tipo de artículos decrece de manera sustancial.

Reparto a domicilio

Hasta ahora marginales, las compras online empiezan a extenderse en el sector de los supermercados y las grandes superficies de distribución. Asuican admite que el incremento en esta modalidad es "tremendo" y asegura que las empresas han contratado personal e incorporado nuevos vehículos para el reparto, pero advierte de la dificultad de proporcionar datos, puesto que la situación es muy diferente entre unas cadenas y otras. HiperDino, por ejemplo, habla de un aumento del 300% y de 650 pedidos diarios, mientras que otras empresas -como Mercadona- han creído aconsejable, ante la avalancha de peticiones, suspender temporalmente las telecompras y las entregas a domicilio hasta disponer de tramos libres.

La Asociación de Medianas y Grandes Empresas de Distribución Comercial en Canarias (Asodiscan) ha observado una auténtica explosión de las ventas por internet desde que se decretó el estado de alarma. Si en el caso de la alimentación antes solo representaban el 2% del total, ahora la proporción se ha disparado hasta el 33%. Es decir, una de cada tres familias que compra en las grandes superficies llena su despensa a través de la modalidad online. La magnitud de la demanda explica que los canales digitales se colapsen y que las esperas se alarguen.