Como ya ocurrió durante la Gran Recesión que se inició a finales de 2007, Canarias será una de las comunidades autónomas más duramente golpeadas por la súbita crisis económica que ha originado la pandemia de coronavirus Es más, el Archipiélago será la última región del país en recuperarse. Así pues, la duda de los expertos no es si las Islas sufrirán más o menos el parón de la actividad productiva, porque lo harán en mayor medida que el conjunto de España, sino cuánto más se demorará la recuperación en relación con el resto del Estado. Y se demorará más o menos en función de si el Gobierno central acierta o no en las medidas anticrisis. En este sentido, los economistas apoyan al Ejecutivo regional en su petición de medidas específicas para que Canarias no se quede atrás. No en vano, cuando las comunidades más industrializadas del país empiecen a reactivarse, el Archipiélago seguirá teniendo totalmente paralizada su principal industria, esto es, el turismo. Y, por si fuera poco, la actual crisis ha sorprendido a las Islas con el doble de parados de los que había en octubre de 2007.

En aquel entonces, justo cuando comenzó la Gran Recesión con el crac hipotecario en los Estados Unidos, en Canarias había 107.300 desempleados, según la metodología de la Encuesta de Población Activa (EPA), que es la de referencia en Europa. La última EPA, la correspondiente al último trimestre del año pasado, contabilizó 217.400 parados, la friolera de 110.100 más. Y las cifras no son mucho mejores si se toma como referencia la estadística del Servicio Público de Empleo Estatal. Según el SEPE, los 137.259 desempleados de octubre de 2007 ya eran 227.634 al finalizar el mes pasado, un 66% más. En definitiva, la crisis por el coronavirus irrumpe en el Archipiélago con prácticamente el doble de parados que cuando lo hizo la crisis financiera. Y aunque es verdad que la población ocupada ha crecido, es igualmente cierto que lo ha hecho en menor medida que el desempleo. A finales de 2007 había 886.100 trabajadores, y ahora son 940.300, solamente 54.200 más. Un desequilibrio en el que subyace el hecho de que la población no dejó de aumentar en las Islas ni siquiera en los años más duros de la recesión. La crisis socioeconómica por la Covid-19 se cierne así sobre un mercado laboral que nunca ha llegado a recuperarse de las estrecheces del período 2008-2014.

Con todo, hay un dato definitivo para ver hasta qué punto Canarias afronta esta crisis en peores condiciones que la anterior. ¿Cuál? El de la renta media. Y lo que pone de manifiesto es muy claro: los isleños se alejan cada vez más de la riqueza media nacional.

El Producto Interior Bruto (PIB) per cápita, que es el indicador que relaciona la riqueza que genera un determinado territorio con su número de habitantes, asciende hoy a 20.892 euros, 158 euros menos que antes de la crisis de las hipotecas basura. ¿Qué quiere esto decir? Pues que aunque sobre el papel ha habido cinco años de recuperación económica (de 2015 a 2020), esta ha tenido distintas velocidades en cada una de las regiones del país, y en el caso de la Comunidad Autónoma el ritmo ha sido especialmente lento. En 2007, el PIB per cápita regional equivalía al 88,5% del nacional. Es decir, que por cada cien euros de renta que se generaban por persona en el conjunto del Estado, en Canarias se generaban 88,5. Ya entonces el Archipiélago estaba a la cola del ranking, pero es que desde entonces no ha hecho más que alejarse año a año de la riqueza media del país, hasta caer al 81%. Dicho de otro modo: a cada año que pasa, las Islas y sus habitantes se consolidan un poco más entre las regiones y los ciudadanos más pobres de España.

Al menos, eso sí, los isleños se enfrentan a este nuevo período de frenazo económico mucho menos endeudados que al inicio de la anterior crisis. En aquel momento, las familias y las empresas canarias debían a las entidades financieras cerca de 55.000 millones de euros, mientras que ahora son menos de 35.000 millones. El proceso de desapalancamiento o desendeudamiento durante la Gran Recesión dio así lugar a que los hogares y los negocios de la región se quitaran deuda de encima por casi 20.000 millones de euros.

Aquella fue, de hecho, una crisis eminentemente financiera, recuerda el economista José Miguel González, una crisis que desembocó en una brusca caída de la demanda justamente por los problemas de endeudamiento, o más bien de sobreendeudamiento, que padecía la economía. La actual, sin embargo, es distinta, sencillamente porque quien podría producir no puede producir y quien podría comprar no puede comprar, dada la orden gubernamental de paralizar toda actividad no esencial. "No es una crisis financiera, sino de inexistencia de mercado", subraya González, que fue director general de Trabajo del Gobierno de Canarias en la anterior legislatura.

El ahora director de Consultoría del despacho Corporación 5 apunta que, en general, la actual va a ser una crisis "mucho más intensa" pero también "más corta". El problema en el caso de Canarias, como también puntualiza el decano-presidente del Colegio de Economistas de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Ángel Sánchez Martín, es que la salida de la crisis será más tardía cuanto mayor sea la dependencia del sector servicios. Y si hay una economía dependiente de los servicios, esa es la del Archipiélago, donde el negocio turístico supone un 35% del PIB.

A diferencia de en la industria, donde se empezará a producir desde que se levante el estado de alarma con solo encender la maquinaria, en el turismo aún habrá que esperar. Tendrá que restablecerse la conectividad aérea; habrá que ver si se recuperan o no todas las plazas de avión previstas para volar a las Islas; tendrán que recuperarse las economías de países como Holanda, Italia, Francia y sobre todo Alemania y el Reino Unido, que son los que más turistas envían al Archipiélago y que también están sufriendo la Covid-19; y habrá que convencer de venirse a pasar unos días a Canarias a unos potenciales visitantes que están sufriendo una situación sin precedentes, incluidos los potenciales turistas peninsulares. Y todo ello dando por descontado que no se produzca un rebrote del virus. En resumen, la industria turística depende del exterior, y en el exterior las cosas no marchan mejor que en España. Así que aunque el ahora es preocupante, no es lo más preocupante, enfatiza González. "La mayor preocupación es el día después", agrega.

Hasta que todo vuelva a la normalidad, o casi, el decano del Colegio de Economistas juzga fundamental la ayuda del Estado para mantener a flote la hostelería, de la que dependen cerca de 150.000 puestos de trabajo. "Es que no solo se trata de que nuestros hoteles se abran, sino que luego hay que llenarlos", insiste Sánchez Martín, que incluso apunta la posibilidad de que el Gobierno central ponga en marcha una especie de plan de viajes, parecido al programa del Imserso, con el objetivo de cubrir un mínimo de ocupación en los hoteles y apartamentos de Canarias. "La plena recuperación nunca será a corto plazo, sino como mínimo a un par de años", precisa.

Extender los ERTE

Dentro de esta suerte de plan de rescate, José Miguel González anota la necesidad de que la flexibilización de los expedientes de regulación temporal de empleo, los ERTE, se prolongue en el Archipiélago más allá de lo que dure la alarma sanitaria. Cuando menos en el caso del sector turístico, lo que estaría justificado por las circunstancias extraordinarias que se están sucediendo. Esto permitiría salvaguardar esas decenas de miles de empleos y evitaría que esas más de 100.000 personas se quedaran de golpe atrapadas en el paro, algo muy difícil de gestionar. De momento, quienes han perdido su trabajo por el parón de la economía están protegidos en mayor o menor medida por los decretos del Estado, pero a medio y largo plazo habrá quienes se queden por el camino, al menos hasta que se recupere todo el turismo.

Y no menos importante es liberar a las empresas del pago de impuestos, o al menos aligerarles la carga fiscal, mientras no tengan actividad. De lo contrario, se corre el riesgo de que los cierres se multipliquen exponencialmente, porque muchas empresas "van a empezar de cero, y otras tantas desde cifras negativas", avisa Sánchez Martín, que hace hincapié en que lo ocurrido en estas últimas semanas ha bastado para que muchos negocios "sean ya irrecuperables". "O se controla todo esto, o la crisis será aquí más profunda", remata el ex director general de Trabajo.

Otro economista, en este caso Fernando Redondo, expresidente del Consejo Económico y Social (CES), pone énfasis en la importancia de que el Gobierno regional traslade a Madrid la necesidad de exprimir el Régimen Económico y Fiscal. Se trata de presionar para que Bruselas acceda a elevar las ayudas del REF al menos hasta lograr la plena recuperación.