Quince días han bastado al coronavirus para arrasar la economía canaria, demoler el mercado laboral y hacer temblar los cimientos del tejido productivo. A los desoladores datos de paro y afiliaciones publicados el jueves por el Ministerio de Trabajo -que reflejan una destrucción de empleo que triplica todo el generado en 2019- se suman las cifras de empresas inscritas en la Seguridad Social, que en solo un trimestre -y coincidiendo con la declaración, a mediados de marzo, del estado de alarma- han experimentado un retroceso sin precedentes, no solo por su magnitud, sino también por la brusquedad con que se ha producido.

La necesidad de disponer de datos que permitan trazar la evolución de esta crisis ha aconsejado al Instituto Canario de Estadística (Istac) a adelantar la publicación de sus registros sobre entidades empresariales dadas de alta en la Seguridad Social. Al final del primer trimestre de este año, el volumen de negocios ascendía a 56.521, casi 5.500 menos -5.426, en concreto- que al cierre del ejercicio pasado, cuando rozaba los 62.000 (61.947). La caída, que en términos proporcionales es del 8,7%, deja el tejido empresarial del Archipiélago en los niveles más bajos desde la primavera de 2014 (56.364 firmas), cuando la región todavía se encontraba inmersa en el proceso de recuperación tras la prolongada crisis que arrancó en 2008. Si la comparación se establece con el primer trimestre de 2019, cuando había 62.247 empresas, la caída es de 5.726, un 9,2% menos.

Los más perjudicados

El tsunami que han supuesto la epidemia y la paralización de la actividad se ha llevado por delante, sobre todo, a autónomos, los más vulnerables ante las dimensiones que ha adquirido la crisis. De hecho, siete de cada diez empresas desaparecidas estaban constituidas por personas físicas -3.842-, la forma jurídica más habitual que adoptan los trabajadores por cuenta propia. La pérdida en este aspecto asciende al 14%, mientras que las sociedades limitadas bajan un 4,9% -1.286 menos- y las anónimas solo lo hacen un 1,4% -30 menos- y el resto de sociedades, un 4,5% -268 menos-.

La inmensa mayoría de las actividades y casi todos los sectores empeoran sus números en este periodo. Solo la agricultura -en un momento en que el abastecimiento de alimentos se ha convertido en una prioridad- consigue mantener su cifra de empresas e incluso crece ligeramente -tres más, hasta alcanzar 2.386- en relación a diciembre. El gran protagonista del derrumbe es el sector servicios, al igual que ocurre con los datos de paro y empleo. No solo se trata de las actividades con más peso en las Islas en términos de volumen de empresas y puestos de trabajo, sino también de las que han sufrido la mayor parte de los cierres temporales -o no- a causa de las restricciones derivadas del estado de alarma. Así, los servicios contaban al cierre de marzo con 4.652 negocios inscritos en la Seguridad Social menos que al finalizar diciembre, una disminución del 9%, con lo que se quedan en 46.640.

Aunque menor en cifras absolutas, la mengua que la crisis ocasionada por la epidemia ha supuesto para el sector de la construcción es más significativa en términos relativos, nada menos que un 12%, un auténtico mazazo para unas actividades que antes de que sobreviniera este episodio habían empezado a frenar la sostenida recuperación en la que llevaban embarcadas los últimos años. Un total de 4.655 firmas constructoras permanecen inscritas a la Seguridad Social, 637 menos que al terminar el último trimestre del pasado año. La industria, por su parte, desciende, aunque con menor intensidad, un 4,7%. La reducción de empresas asciende a 140, lo que deja el tejido productivo del sector industrial en 2.840 entidades.

Cuando se examinan con más detalle las actividades, más allá de los grandes sectores, los datos del Istac permiten observar una caída del 12,2% en los negocios dedicados a la hostelería. Son, en números redondos, 1.384 empresas que han dejado de estar inscritas en la Seguridad Social. El cierre temporal, durante el estado de alarma, de la gran mayoría de los establecimientos hosteleros -alojamientos, bares y restaurantes- y la desaparición, quién sabe si definitiva, de esos más de 1.300 representan un duro impacto para otras empresas vinculadas al turismo, como el transporte por carretera, que sufre un declive del 22,5% en su tejido empresarial -625 firmas menos-, o las actividades deportivas, recreativas y de entretenimiento, que caen un 14,6% -168 unidades menos-. El comercio minorista, otro de los grandes perjudicados por las medidas de restricción aplicadas durante el estado de alarma, retrocede un 9,2% y pierde 894 empresas en relación al cierre del pasado año.

Tenerife, peor que Gran Canaria

Aunque la mayor destrucción de empresas medida en cifras absolutas tiene lugar en las islas capitalinas, son las periféricas, con la salvedad de El Hierro, las que registran un retroceso más significativo. Especialmente negativos son los datos de Fuerteventura, que reduce en un 12,3% su tejido empresarial -429 negocios menos que en diciembre-, y Lanzarote, que lo hace en un 10,4% -530 firmas menos-. La Gomera pierde 65 negocios, lo que representa un recorte del 9,9%, y La Palma, 242, un 9,4% menos.

Tenerife empeora en la misma proporción que la Isla Bonita (9,4%), aunque la cifra de negocios desaparecidos asciende a 2.638. Gran Canaria, sin embargo, experimenta un descenso más suave que la otra isla capitalina, del 6,5%, equivalente a la pérdida de 1.576 empresas. En El Hierro, finalmente, el volumen de negocios inscritos en la Seguridad Social se reduce en 15, un 4,8% menos que al finalizar 2019.