"Firmaría que solo se perdiera un 2% del PIB". Con estas palabras reaccionaba un representante de la patronal canaria a los cálculos del Centro de Predicción Económica. El Ceprede prevé que la paralización de la actividad productiva por la pandemia del coronavirus Cifras preocupantes pero que también firmarían las instituciones, las empresas y los trabajadores de las Islas si con ello se evita el profundo declive que ya pronostican desde distintos ámbitos. En línea con las previsiones del banco estadounidense Goldman Sachs o de la escuela de negocios IESE, que advierten de que el Covid-19 destruirá este año alrededor de un 10% del Producto Interior Bruto (PIB) tanto en Italia como en España, los cálculos de la consultoría Corporación 5 muestran que el declive de la economía canaria será incluso mayor. ¿Cuánto? El PIB regional se contraerá en el peor escenario hasta varios puntos por encima del 10%; y en un escenario más previsible, en el que las medidas de confinamiento no fueran más allá de abril y en el que no se produjeran nuevos brotes de coronavirus, la pérdida será del 10%. En este último caso, el desplome de la economía significaría la destrucción de unos 70.000 puestos de trabajo, cinco veces más de los 14.000 que el Ceprede considera en peligro.

Hay un hecho del que parten los distintos análisis y predicciones que tratan de calibrar hasta qué punto el Covid-19 echara por tierra los esfuerzos de empresas y trabajadores. ¿Cuál? Que la economía española, y con ella la canaria, ha colapsado. Y lo ha hecho de golpe y sin que ningún sector haya conseguido huir de la quema. En el caso de la Comunidad Autónoma, como este martes le trasladó el consejero Sebastián Franquis al ministro José Luis Ábalos, tan solo el transporte y la construcción mantienen sus constantes vitales, pero hasta ahí. Es decir, conservan una mínima actividad, lo que en absoluto es sinónimo de que no estén sufriendo un brusco frenazo. Así pues, todo se ha parado, y todo se ha parado de repente, con lo que ni las empresas ni los gobiernos, que vienen improvisando medidas de auxilio, tenían planes de contingencia para una situación sin precedentes.

Goldman Sachs, uno de los mayores grupos mundiales en el sector de la banca de inversión y de valores, ha sido de los primeros en avisar de que en los próximos meses se perderá mucho más que un par de puntos del PIB. Según los analistas de la entidad fundada en 1869, el batacazo será de tal dimensión que la economía nacional caerá este año un 9,7%. Y ello aun cuando la previsión era que España crecería un 1,8% antes de que el Covid-19 infectara también la economía. Los pronósticos de Goldman Sachs se tornaron aún más pesimistas tras conocerse que las medidas de confinamiento de la población se prolongarán al menos hasta mediados del próximo mes.

El análisis del banco norteamericano coincide en lo fundamental con el del profesor de la IESE Business School Nuno Fernandes, quien en el peor de los posibles escenarios ve a España perdiendo diez puntos del PIB. Fernandes plantea tres hipótesis: que el confinamiento efectivamente termine a mediados del próximo mes, que es el mejor de los horizontes y que aun así ya le costaría al país cerca de un 4% del PIB; que el encierro y la paralización de la actividad productiva duren tres meses, esto es, hasta mediados de junio, lo que supondría una caída de cerca de un 6%; y que las medidas de confinamiento y de control se mantengan hasta bien entrado el verano, un escenario extremo que implicaría la pérdida de diez puntos del Producto Interior Bruto.

Canarias: de lo malo lo peor

El profesor Fernandes subraya en su análisis que en esta histórica coyuntura se dan al mismo tiempo una drástica caída de la oferta y una no menos drástica caída de la demanda. Un cóctel que de seguir agitándose hasta después del verano llevará a la economía mundial a tener que "enfrentarse a la amenaza más grave que se haya visto en los últimos dos siglos". Una batalla en la que los países y territorios serán más débiles cuanto más dependan del exterior, y si hay una región dependiente de lo que ocurre fuera de sus fronteras esa es precisamente Canarias. Es la particular cruz de la moneda del monocultivo turístico, una cruz que en estos momentos pesa como una losa. ¿Por qué? Porque incluso en el caso de que la cuarentena finalice el 14 de abril y la gente pueda volver a las calles (y con ello a trabajar y consumir), las Islas aún tendrán que esperar hasta que el motor de su economía esté a pleno rendimiento. En primer lugar habrá que aguardar a que también Alemania y el Reino Unido (los dos países que más turistas envían al Archipiélago) vuelvan a la normalidad; y en segundo lugar habrá que cruzar los dedos para que cuando Europa se estabilice, los aviones sigan aterrizando en los aeropuertos canarios tan llenos como hasta ahora, lo que está por ver.

En definitiva, los problemas de Canarias son los mismos que los de España pero agravados. En la patronal y los sindicatos saben que el turismo primero tendrá que recuperar la consciencia tras el coma en que está sumido, lo que se traduce en que ni todos los hoteles y apartamentos abrirán de golpe (básicamente porque no habrá clientes para todos) ni todos los que sí puedan abrir estarán llenos. Y esto se irradia a todos los negocios: bares, restaurantes, empresas de transporte, comercios... No en vano, el turismo representa un 35% del PIB.

Recuperarse del colapso económico llevará así más tiempo del que dure el confinamiento. En otras palabras: primero hay que arrancar el vehículo para ponerlo a cien kilómetros por hora, y que se tarde más o menos en coger esa velocidad de crucero será lo que determine el mayor o menor deterioro de la economía del Archipiélago.

Más cerca del 20 que del 10%

Las previsiones de Corporación 5, la consultoría fundada en 1990 por el actual presidente de la patronal de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (CEOE-Tenerife), José Carlos Francisco, muestran que ante tan difícil coyuntura, el PIB autonómico se dejará a final de año un mínimo de un 10%. Es más, en los peores escenarios, esos en los que el confinamiento y la paralización de la economía se prolongan hasta entrado el verano, el batacazo estaría más próximo al 20 que al 10%.

Hay que recordar que el PIB es renta, es decir, el valor de todo lo que genera la actividad económica de un territorio; el valor de todos los servicios prestados y de todos los bienes producidos, incluidos los beneficios de las empresas (las rentas del capital) y los salarios de los trabajadores. Pues bien, el PIB de la Comunidad Autónoma asciende aproximadamente a 46.000 millones de euros, de modo que una caída del 10% significaría que el frenazo de la economía habría costado la friolera de 4.600 millones. No obstante, cabe insistir en que el análisis de Corporación 5, al que ha tenido acceso este diario, adelanta que la merma en la renta global de las Islas puede acabar superando los diez puntos.

En términos de empleo, los 14.000 puestos de trabajo que el Ceprede cree que se destruirán por el Covid-19 serían varias decenas de miles más de cumplirse los pronósticos de la firma canaria. Alrededor de 70.000 si se tiene en cuenta que la ortodoxia económica dicta que crecer menos de un 2% pone en peligro el empleo. En este caso ya no es que no se crezca, sino que se decrecería como nunca antes.

La esperanza está depositada en que la economía global experimente una curva en V, en la que a un desplome tan abrupto como el actual lo sigue una rápida recuperación. No obstante, todo parece que en el caso de Canarias la V será más bien una U, con lo que entre la súbita caída y el posterior despegue habría una fase de meseta cuya duración dependerá de cuánto tarde en reponerse el turismo.

El último Informe de coyuntura socioeconómica de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE), el correspondiente a febrero, corrobora que la economía regional ya mostraba síntomas "claros" de desaceleración antes de que el coronavirus obligara a paralizar la actividad productiva. En este sentido, la patronal de la provincia de Las Palmas explica que las repercusiones del Covid-19 acelerarán sobremanera un proceso que estaba en marcha, de ahí que reclame un plan no ya a corto plazo, que también, sino sobre todo a medio y largo plazo. "Un impulso de la inversión productiva en la medida que están haciendo otros países de nuestro entorno, como Alemania, Italia y Francia", ahondan desde la patronal que preside Agustín Manrique de Lara. Se trata de evitar que la desaceleración y previsible recesión desemboquen en el desánimo. Serán los indicadores que se publiquen a partir del próximo mes los que permitan empezar a calibrar la magnitud de una crisis sin precedentes. "Un primer paso debe ser la adopción de medidas que permitan la supervivencia del tejido productivo con el objeto de mitigar en lo posible su impacto y garantizar la recuperación de la producción y del empleo una vez finalice la situación actual", insiste la CCE.