El letargo en el que el estado de alarma ha sumido a gran parte de la actividad productiva canaria se ha traducido durante los últimos días en una progresiva y acentuada caída del consumo eléctrico. Endesa, operador de referencia en el Archipiélago, registró un descenso del 18,5% el pasado viernes, mientras que el lunes, segundo día de confinamiento, el retroceso era de menos de la mitad (-7,8%).

La generación de energía eléctrica es un termómetro que desvela de manera indefectible la existencia de una crisis. En la iniciada en 2008, una suave pendiente reveló la paulatina destrucción de empresas. Ahora la cuesta abajo es mucho más acusada y tiene su inicio en el lunes de hace una semana, el primer día en que el confinamiento en que derivó el estado de alarma se dejó notar en las rutinas laborales de los canarios.

En esa jornada, ya no se levantaron los cierres de los establecimientos comerciales, salvo los dedicados a la alimentación o la venta de productos farmacéuticos. Endesa despachó a las once de la mañana 1.071 megavatios hora, 90 menos que justo siete días antes. Incluso, a las cinco de la tarde la retracción era menor, del 4,9% al pasar de los 1.112 megavatios hora del día 9 de marzo a los 1.057 del día 16.

¿Qué ha ocurrido desde entonces? La explicación es simple. Muchos de quienes optaron por seguir en la batalla a pesar de las circunstancias han terminado por claudicar ante la evidencia del desplome del consumo en todos los ámbitos.

Por ejemplo, algunos fogones siguieron encendidos porque el real decreto del Gobierno de España permite la entrega de comida a domicilio, pero los pedidos no llegaron y tuvieron que colocar el indicador en el cero y encomendarse a que el deseable momento en que se aplane la curva de nuevos infectados llegue en el menor tiempo posible.

A lo largo de la semana la resistencia fue perdiendo efectivos. Volvamos a esas once de la mañana. El martes la demanda de energía eléctrica menguó más de dos puntos, hasta el 9,9%, el miércoles se precipitó hasta el 14,6%, el jueves aún siguió descendiendo (-15,8%) para terminar desembocando el viernes en el -18,5%.

¿Cuál es la previsión? A pesar de haber perdido ya casi una quinta parte de su valor, este parámetro tiene margen para rodar cuesta abajo. Buena parte del consumo de energía eléctrica se produce en el ámbito de la actividad turística, que está en caída libre.

La vía de agua que la pandemia global de coronavirus ha abierto en la actividad alojativa propicia un lento hundimiento desde febrero. Esta semana que hoy arranca, cuando gran parte de los hoteles y apartamentos tengan que echar el cierre por completo tras ordenarlo en la noche del jueves el Ministerio de Sanidad, la caída de la demanda energética volverá a anotarse otro gran retroceso.

El comportamiento responsable por parte de los consumidores es una de las claves en la lucha contra el cambio climático y el momento actual deja una lección al respecto. En días pasados se han podido ver aguas cristalinas en los habitualmente turbios canales de Venecia y una mejoría drástica de los niveles de contaminación en grandes urbes, caso de Madrid o Barcelona, por ejemplo.

Canarias, un archipiélago abierto al mar y escasamente industrializado no padece las concentraciones de gases nocivos para la salud y la atmósfera que sí tienen ciudades como las mencionadas. Sin embargo, su sistema eléctrico tiene la mayor dependencia de los hidrocarburos de todas las comunidades autónomas españolas.

Aunque mejorada en los últimos años, la penetración de renovables ha sido un lastre de cara a reducir la contaminación en el Archipiélago. La proliferación de parques eólicos, los correspondientes al último cupo de potencia para las Islas, cambian sin embargo el panorama. Cierto es que el pequeño tamaño de los cinco subsistemas eléctricos de las Islas no permite la estabilidad necesaria para operar como en la Península, pero el escenario actual ayuda a las fuentes de generación limpias a ganar protagonismo.

El informe diario que emite el operador del sistema eléctrico -Red Eléctrica de España (REE)- recoge que durante el viernes 13 de marzo se despacharon en Canarias 24.377 megavatios hora. El pasado viernes fueron suficientes 2.219 menos (-9,10%).

Cuanto menor sea la cantidad total a generar, mayor posibilidad de atenderla con renovables. Es uno de los principios que rigen la actividad del operador: primero las tecnologías limpias. Claro que en el caso de las Islas, carecer de sistemas de almacenamiento deja en manos de que el viento sople en ese momento la posibilidad de desplazar a los hidrocarburos en favor de los aerogeneradores.