Al igual que ha ocurrido con el teletrabajo, eterna asignatura pendiente del mercado laboral español y canario, las compras online parecen empezar a repuntar a la fuerza -aunque no en todos los sectores y actividades- como consecuencia del estado de alarma decretado por el Gobierno ante la expansión del nuevo coronavirus en el país, que ha confinado a los ciudadanos en sus casas y obligado al cierre de la mayoría de los establecimientos comerciales, así como de bares y restaurantes. No hay datos aún -algo comprensible, teniendo en cuenta que el encierro cumplió ayer su primera semana-, pero sí "tendencias", explica el secretario general de la Asociación Canaria de Medianas y Grandes Empresas de Distribución (Asodiscan), Alfredo Medina.

"En la alimentación se ha multiplicado, cuando normalmente no es una opción especialmente utilizada", apunta Medina. Las razones por las que las ventas a través de internet no son habitualmente elevadas en el sector alimentario son diversas: hay una amplia red de puntos de distribución (uno por cada 2.000 habitantes si solo se tienen en cuenta los supermercados y por cada 800 si entran en la ecuación las tiendas pequeñas); también existe "multitud de operadores", lo que favorece los precios asequibles y la facilidad para elegir; y el consumidor quiere ser "parte activa" en la elección de productos frescos.

El cambio radical que han introducido las medidas de aislamiento ha supuesto que el apenas 2% o 3% que representaban las compras a distancia se haya multiplicado, según Medina, por 20 -"y me quedo corto", apostilla- en la última semana.

Pero el "descubrimiento" del comercio electrónico también afecta a otro tipo de artículos. Librerías, papelerías, jugueterías y otras tiendas relacionadas con el ocio y el entretenimiento de adultos y niños han cerrado sus puertas, y la única forma de hacerse con los productos que ofrecen es, precisamente, a través de internet. Así se pueden adquirir libros, coloreables para los más pequeños y otros productos.

A no ser que uno disponga de un perro, y con limitaciones, hacer algo parecido a ejercicio físico fuera de casa se ha puesto francamente complicado. Por ello, las mancuernas, las bicicletas estáticas, las elípticas y las esterillas para poder mantener el tono físico en casa se han convertido en artículos cuyas compras han aumentado en estos días de reclusión, señala el representante de las grandes y medianas superficies de distribución. Sube "todo lo que se puede hacer en casa", constata Medina.

Lo mismo sucede con los dispositivos y complementos tecnológicos e informáticos, si bien los establecimientos dedicados a este tipo de artículos tienen permitida la apertura, según el real decreto ley que regula las condiciones del estado de alarma. Impresoras, tóner, ordenadores o tabletas y, por supuesto, cargadores para el teléfono móvil -imprescindibles para mantener la conexión con la familia y los amigos durante el confinamiento- son útiles cuya demanda se ha disparado.

"Mucha gente está descubriendo el comercio electrónico y la venta telefónica, y todas las empresas que disponen de este canal lo están fomentando", afirma Alfredo Medina. Sin embargo, no todos los sectores tienen la misma aceptación. Las grandes cadenas de ropa, que han realizado grandes avances en este aspecto en los últimos años, no han encontrado el mismo eco pese a las ofertas que han aplicado coincidiendo con la cuarentena. Comprar una chaqueta o un pantalón para guardarlo en el armario -teniendo en cuenta la reducción al mínimo de la vida social que ha acarreado esta situación- no parece ahora la mejor opción.

Los restaurantes que han apostado tradicionalmente por la entrega a domicilio -pizzerías, pero también orientales u otros, además de los que usan los servicios de las empresas de transporte como Glovo- consiguen mantener sus puertas abiertas en unos tiempos en los que la mayoría de establecimientos de este tipo ha tenido que echar la persiana.

También el tamaño de los comercios influye en las posibilidades de recurrir a la modalidad online. Abbas Moujir, secretario general de la Federación de Áreas Urbanas de Canarias (Fauca), explica que la mayoría de los negocios asociados han pasado estos días más preocupados por "resolver los aspectos legales" que comporta la situación: los trámites para los expedientes de regulación temporal (ERTE), el paro de los autónomos, las dudas sobre si pueden abrir o no... Otros, sin embargo, se han sumado a la modalidad online obligados por la coyuntura, mientras que otros más -augura- se irán incorporando en los próximos días. Lo que sí han hecho muchos, indica, es aprovechar este momento para formarse, precisamente, a través de los medios digitales e ir preparándose así para un futuro que, al menos en el corto plazo, se presenta incierto.

Sea porque los consumidores han acabado habituándose a la situación actual, sea porque no hay economía familiar que soporte las compras compulsivas o sea porque los establecimientos han impuesto controles -o por una combinación de estos factores-, las imágenes de supermercados abarrotados, clientes con carros y carros repletos y lineales vacíos han desaparecido. "Las compras de los clientes han entrado de nuevo en una dinámica de normalidad", celebra Alonso Fernández, secretario general de la Asociación de Supermercados de las Islas Canarias (Asuican). Este regreso a la calma se ha producido sin que "haya faltado nada", más allá de las dificultades que han tenido los servicios de reposición de volver a llenar los estantes como consecuencia del abarrotamiento de las tiendas y de la voracidad de algunos clientes. "Hemos conseguido que cale el mensaje. La gente está mucho más serena", coincide Alfredo Medina, secretario general de la Asociación Canaria de Medianas y Grandes Empresas de Distribución (Asodiscan). Los productos que antes no daba tiempo a reponer lucen de nuevo en los lineales (el famoso papel higiénico, sin ir más lejos), al tiempo que las alternativas digitales -Medina menciona el servicio click and car de El Corte Inglés- dan la posibilidad de hacer la compra sin pasar posibles agobios e incluso sin tener apenas contacto con otras personas, algo aconsejable en estos tiempos en los que el distanciamiento social es la clave de la salud.