Más de 150.000 trabajadores en Canarias cobraron por primera vez en la nómina de febrero el nuevo extra que trajo consigo la subida del salario mínimo interprofesional (SMI). En toda España son dos millones de personas las que se benefician de la medida. Mujer, joven y dedicada al sector servicios es el perfil más repetido entre los casos de empleados que desde el mes pasado reciben en sus cuentas el incremento hasta los 950 euros aprobado por el Gobierno. En los últimos tres años, desde la última subida de Mariano Rajoy hasta las dos siguientes de Pedro Sánchez -una en solitario y una en coalición-, el SMI ha crecido un 29%. Esta situación convierte a España en uno de los países con mayor salario mínimo de la Unión Europea. Es el octavo más alto.

Los empresarios del sector agrario recibieron la noticia de la subida del salario con preocupación, por miedo a no poder asumir los gastos, pero los empleados dedicados al campo agradecen el incremento. Es el caso de Roberto Carlos Reyes, un agricultor de 44 años que, aunque ve la subida "insuficiente", reconoce que tras su implantación puede "vivir un poco menos ajustado". La mayor parte de su sueldo lo destina a mantener a su familia. Vive de alquiler con su pareja y dos de sus tres hijos, y se levanta cada día dispuesto a enfrentarse a los gastos. No se puede permitir una línea fija telefónica ni conexión a internet permanente, pero reconoce que así es feliz y que no cambiaría su trabajo por otro con mayor sueldo. "Mi padre me enseñó que más vale tener poco y seguro que mucho y ninguno", recuerda el agricultor, quien además agradece tener cada día un plato de comida sobre la mesa.

Caprichos solo en Navidad

Para Reyes ahorrar o viajar no son opciones disponibles con su sueldo y los caprichos solo aparecen debajo del árbol de Navidad. Recurre a un triciclo como medio de transporte para ahorrar combustible y cuando su coche sufre una avería es él mismo quien lo arregla. "La reparación en el taller es muy cara. Desde que oigo un ruido ya estoy metiéndole mano al coche", explica. El agricultor confía en que el Gobierno siga subiendo poco a poco el salario para así poder cumplir su sueño: comprarse una casa. "Intentaría hipotecarme, aunque esté toda mi vida pagando solo quiero dejarle algo a mis hijos", sostiene.

Karen Barrera, una dependienta de 29 años, también recibe con alegría la subida del SMI y aunque todavía no sabe en que lo invertirá asegura que su sueño es crearse un plan de pensiones para ella y su marido. "Nos da un poco de miedo el futuro y al ver como está la situación preferimos cubrirnos las espaldas", explica Barrera, quien reconoce que, aunque le gustaría tener hijos, prefiere esperar a tener mayor estabilidad económica.

Lo que si le permitirá el aumento de salario es disfrutar más del tiempo libre, ya que según explica, "salir a la calle siempre implica gastarse como mínimo 30 euros". Barrera estudió Magisterio pero el deseo de independizarse la empujó a introducirse en el mercado laboral nada más terminar la carrera. Ha trabajado en el sector de la hostelería y ahora lleva cuatro meses de dependienta en una tienda, pero no descarta retomar los estudios y presentarse a las oposiciones de Educación.

Esta canaria hace "malabares" para pagar las facturas y asegura que sin el sueldo de su pareja sería imposible vivir de alquiler. "Si uno de los dos se queda sin trabajo sería muy complicado pagar todos los gastos", declara. A esta grancanaria el SMI no le permite realizar viajes fuera de las Islas pero reconoce que no se priva de darse un salto a Fuerteventura de "vez en cuando".

Oliver García, un joven mensajero, tampoco invierte su salario mínimo en grandes viajes. "No hay que gastar para pasarlo bien. El mejor plan es una furgoneta con los amigos", explica. Tras la crisis económica y pasar un par de años en el paro, García tuvo que tomar la decisión de volver a vivir con sus padres. "Tengo que dar gracias a Dios por tenerlos porque sin ellos yo no podría mantenerme", asegura este mensajero, que además de sus propios gastos tiene que pagar la manutención de sus dos hijos.

García reconoce que con la subida de salario "respira un poco más" y explica que utilizará los 50 euros de aumento en ayudar a su familia. "Este mes se rompió la lavadora, así que tendré que poner mi parte", reconoce entre risas. El mensajero asegura que aunque cada mes guarda 70 euros, este ahorro le dura poco ya que todos los años debe comprar libros y material para sus hijos. El fútbol es una de sus pasiones y uno de sus pocos caprichos. García paga una cuota mensual en un equipo de aficionados y se permite de vez en cuando una botas nuevas. "Mi sueldo no da para grandes lujos pero sí para cosas pequeñas", indica. Sus padres le inculcaron que la felicidad no reside en el dinero, por lo que este grancanario siempre ha priorizado el bienestar de su familia y por ello lleva trabajando sin descanso desde que tuvo su primer hijo hace ya catorce años.

Carolina Collazos, una cocinera de 32 años, es otra trabajadora nata. Ha pasado por todos los empleos posibles y ha vivido en todo tipo de condiciones. Su verdadera pasión es la cocina, pero ahora trabaja junto a su pareja en una empresa de limpieza en la que asegura que las condiciones son "inmejorables". Collazos, que en trabajos anteriores ha recibido muchos menos que el SMI, considera que las subidas siempre son positivas aunque 50 euros no dan ni para pagarse "un seguro médico decente".

La cocinera lleva años sin viajar y más de uno sin ir a cortarse el pelo a una peluquería. Entre risas reconoce que ha sido un "parásito" de su pareja a la que agradece todo el apoyo moral y económico. La grancanaria también ha vivido la experiencia de ser empresaria y reconoce que el gasto para mantener a los empleados es "muy alto" y la clave está en la calidad. "El empresario debe tener en buenas condiciones a los grandes trabajadores para mantenerlos en la compañía", apunta. Al imaginarse una subida de salario no piensa en ir de compras, lo único que desea es invertir en un buen masaje que le quite "las contracturas de tanto trabajar".