Naviera Armas, la principal compañía de transporte marítimo de pasajeros del país, vive momentos delicados. Dos agencias de calificación de riesgo, Moody's y Standard and Poor's, han rebajado la categoría del bono de la empresa hasta colocarlo en valores equivalentes a los del llamado bono basura, una situación derivada de los problemas de liquidez por los que pasa Armas, obligada, como todo el sector, a considerables inversiones para reducir el nivel de emisiones de azufre de su flota y embarcada en un proceso de venta de activos para mejorar sus cuentas. Sin embargo, la naviera no renuncia a sus planes de inversión para ampliar y modernizar su flota, que desarrolla desde 2016 y para los que ha activado mecanismos de financiación externa.

El informe de calificación de Moody's -fechado el 27 de febrero- prevé que la liquidez de la compañía "continúe siendo ajustada" en 2020, pues, además de incrementarse la deuda generada para la adaptación de los barcos a los nuevos requisitos ambientales y del reto de completar la venta de buques, "también depende de una fuerte recuperación de las ganancias" para limitar su flujo negativo de caja libre. La mejora del EBITDA -el beneficio bruto de explotación calculado antes de deducirse los gastos financieros- está vinculada, a su vez, a la capacidad de la compañía para lograr "sinergias de costos" por unos 50 millones de euros con Trasmediterránea", cuya propiedad adquirió en 2018.

Con todo, Moody's reconoce que Armas cuenta con "posiciones de mercado bien establecidas, una gran flota de transbordadores y múltiples rutas". También destaca que las condiciones macroeconómicas aún son favorables, como también lo son el entorno turístico -el documento es anterior a la crisis ocasionada por el coronavirus-. De la misma manera, la empresa tiene "perspectivas de mejorar la rentabilidad y el crecimiento de las ganancias", un objetivo que respaldan las previsiones sobre el bajo precio del combustible.

La complicada situación financiera de la naviera la habría forzado a recurrir al banco de inversión Alantra para captar inversores que contribuyan con nuevo capital, según publicó ayer El Confidencial, que, citando fuentes del mercado, cifra en 665 millones de euros la deuda que acumula Armas. "Naviera Armas Trasmediterránea desmiente rotundamente las informaciones aparecidas en el día de hoy (por ayer)", respondió la empresa, que avanzó que se pronunciará "en su momento".

Sin embargo, poco después la compañía emitió un comunicado en el que explica que está "inmersa en un ambicioso plan de inversión que le permitirá renovar y modernizar su amplia flota". Entre los planes para el futuro, menciona la previsión de incorporar en 2021 un buque gemelo al Volcán de Tagoro, que supondrá un desembolso adicional de cerca de 70 millones de euros, "acometido con una estructura de financiación fuera del perímetro del grupo Armas Trasmediterránea, para lo cual ha contado con el asesoramiento de Alantra".

Armas recuerda que en 2019 sumó a su flota dos embarcaciones, "punteras en sus categorías", el Volcán de Tagoro y el Villa de Teror, que han supuesto una inversión de más de 130 millones de euros, sustituyendo al ferry Ciudad de Cádiz, vendido en diciembre del 2019.

En los planes de la compañía para 2020 está previsto incorporar la embarcación de nueva construcción Ciudad de Valencia, barco construido en los astilleros italianos de Vissentini y que empezará a operar en junio. Dicha embarcación sustituirá alguna de las unidades más antiguas de la compañía y operará en una de las líneas principales de Baleares, la línea nocturna entre Valencia y Palma, aumentando sensiblemente la oferta de bodega, con 2.564 metros lineales de carga y capacidad para 1.000 pasajeros.

Al margen del volumen de la deuda y de las medidas adoptadas por la compañía para enjugarla, lo cierto es que el informe de Moody's detalla buena parte de su situación a finales del pasado año y expone la previsible evolución que podría experimentar durante el actual ejercicio. En cuanto a la necesidad de desprenderse de activos, la agencia de rating reconoce que Armas "ha demostrado su capacidad para vender buques en el pasado" (el último de ellos, el Ciudad de Cádiz, hace solo unos meses).

En este sentido, la empresa -prosigue Moody's- ya ha identificado dos barcos que tiene la intención de vender antes de que finalice 2020. Sin embargo, advierte, "si las condiciones macroeconómicas o los fundamentos operativos, el aumento de las ventas de embarcaciones podría ser menor del esperado o las ventas de activos no realizarse a tiempo para garantizar una liquidez suficiente en todo momento".

Moody's rebaja la calificación del bono de Armas desde B2 a B3 -Standard and Poor's lo hace de B+ a B- y mantiene una perspectiva negativa. La agencia resalta el "gran gasto de capital necesario para cumplir con la regulación IMO 2020", que limita al 0,5% las emisiones de azufre a menos que el buque esté equipado para limpiarlas. Moody's prevé que esta norma genere mayores costos operativos. "La calificación también toma en consideración la política financiera menos conservadora de la compañía, como lo ilustra su alto apalancamiento y las grandes inversiones realizadas en los últimos años para expandir la flota".

Pronósticos de beneficio

La agencia refiere que, a 30 de septiembre de 2019, la compañía tenía alrededor de 40 millones de euros de efectivo no restringido en su balance general, pero que había utilizado el total de su línea de crédito renovable (31 millones). Moody's recuerda que la empresa "no ha demostrado un buen historial en los últimos 12-24 meses en términos de poder pronosticar su beneficio bruto y su flujo de caja libre, especialmente desde la adquisición". Así, la empresa preveía a finales de 2018 que la compañía generara en 2019 un EBITDA de 110 millones de euros y, sin embargo, con los resultados del tercer trimestre el cálculo se había recortado hasta los 65 millones. La evolución de estos indicadores resulta "clave" para que Armas no incumpla al cierre del presente año su pacto de mantenimiento financiero. A finales del tercer trimestre del año pasado, la deuda multiplicaba por 5,6 el beneficio de explotación.