El Tribunal Supremo francés reconoció este miércoles que un conductor de la plataforma Uber es en realidad empleado de esta empresa y no un trabajador autónomo, lo que pone en cuestión el modelo de negocio de la empresa estadounidense en el país.

La máxima instancia judicial del país rechazó el recurso presentado por Uber contra una sentencia dictada por el Tribunal de Apelación de París en enero de 2019 que negaba la condición de trabajador autónomo del conductor.

El Supremo estimó "ficticia" esa condición de autónomo porque el trabajador "no crea su propia clientela, no fija libremente las tarifas y no determina las condiciones de prestación de su servicio de transporte".

Tampoco puede seleccionar el trayecto, que no conoce con antelación, ni rechazar más de tres carreras sin que se le impongan sanciones por parte de Uber.

Por todo ello, los jueces consideran que entre la empresa y sus conductores existe "un vínculo de subordinación" que "se basa en el poder del empleador para dar instrucciones, controlar su ejecución y sancionarle cuando no se respeten".

El demandante había sido conductor de Uber entre octubre de 2016 y abril de 2017 y comenzó una batalla judicial contra el gigante estadounidense de alquiler de vehículos con conductor.

No es la primera vez que el Tribunal Supremo francés obliga a establecer una relación contractual entre un asalariado y una de estas nuevas empresas fundadas en aplicaciones de móviles.

En noviembre de 2018 se pronunció en favor de un repartidor en bicicleta de la empresa de entrega de comida a domicilio "Take Eat Easy" -actualmente desaparecida- que reclamaba ser considerado como trabajador y no como autónomo.