La situación que atraviesa Cuba, agravada por la restitución de la Ley Helms-Burton, ha disparado las alarmas en las empresas canarias instaladas en la isla caribeña o que tienen negocios allí. ¿Puede garantizar Bruselas la protección de sus intereses?

Sin duda alguna. Las medidas de la Administración Trump, tanto las de la Ley Helms-Burton, que entró en vigor en mayo del año pasado, como también muchas otras, financieras y de todo tipo, han contribuido a que haya una situación económica difícil, y a ello se unen también las dificultades internas del propio régimen cubano. Pero el mensaje debe ser, sin duda alguna, de tranquilidad. La Unión Europea protege a sus ciudadanos y sus intereses con todos los medios que tiene a su alcance, y los Estados Miembros también. La presencia española aquí es muy relevante, hasta el punto de que la mitad del comercio entre la Unión Europea y Cuba corresponde a España.

¿A cuánto asciende la relación comercial entre ambos países?

De los 2.200 millones de euros que se exportan al año en productos, hasta 1.000 se generan en los intercambios con España, y el resto, con los otros Estados Miembros. Y sin olvidar que Europa es el principal socio comercial de Cuba. Casi el 40% del comercio exterior de la isla se hace con Europa, y aunque es verdad que en los dos últimos años se ha recrudecido el embargo y que la situación económica es delicada, no es menos cierto que también hay enormes dificultades en otros muchos países del mundo y que no hemos notado que haya un desistimiento de los empresarios, más bien al contrario. A pesar de todas esas dificultades, y por eso digo siempre que para mí son auténticos héroes, algunos llevan aquí décadas. Y otros tantos se han instalado en los últimos años. De hecho, la presencia de empresas españolas es muy relevante prácticamente en todo el tejido socioeconómico cubano.

Canarias llegó a un notable volumen de exportaciones a Cuba en el mandato de Barack Obama. La llegada de Donald Trump

La Unión Europea apuesta por una política más parecida a la de Obama, por una política de diálogo, de cooperación, de tender puentes, de potenciar los intercambios... No creemos en esa política de sanciones, embargos y muros que simboliza la Administración Trump. Sin duda, cuando hay una política de apertura y de diálogo, el comercio y los intercambios florecen, y así es como hemos visto que los países se abren al exterior. Y Cuba, como Canarias, son islas, y las islas tienen la particularidad de que son muy conservadoras y muy desconfiadas del resto del mundo, de donde han venido las invasiones, los cambios... Hay una mentalidad muy especial, la mentalidad isleña, la que ve el mundo desde la isla, y esto se puede comprobar con el brexit, que solo se explica precisamente porque el Reino Unido es una isla y quiere controlar quién entra, quién sale... En fin, que es un país muy celoso de sus competencias. Y aquí, en Cuba, ocurre igual. Aunque el comunismo cayó en la Unión Soviética, en China, en Vietnam..., aquí los cambios son más lentos, van más despacio, y el país tiene sus peculiaridades.

Por ejemplo.

Fíjese que aquí hay dos monedas, y cuando viene un empresario, a veces no entiende. Por un lado está el peso cubano; por otro, el peso cubano convertible. En definitiva, no es fácil. Por eso es importante estar, y los que efectivamente están posicionados y están dentro, como el caso de Meliá o Iberostar, pues tienen mucho ganado y son los mayores beneficiarios cuando esto se va abriendo y el turismo va creciendo. Por eso hay empresarios aquí, porque están apostando por que la economía vaya abriéndose cada vez más.

Tras la restitución de la Helms-Burton, relegada al olvido por Obama, trascendió que la Casa Blanca había enviado 14 notificaciones a empresarios españoles para avisarles que no podrían entrar en el país si continuaban operando en Cuba con propiedades embargadas en su día a ciudadanos norteamericanos. ¿Ha tenido constancia de más avisos?

No, qué va, en absoluto. Todo esto ha venido porque Meliá hizo un comunicado anunciando que se le prohibía la entrada a Gabriel Escarrer. Fue una notificación que recibió del Departamento de Estado el año pasado, en octubre, y daba un plazo de 45 días para poner ya en marcha la medida. Pero esto coincidió con que los demandantes de Meliá en Florida sacaron a Meliá de la demanda y sacaron también a las empresas cubanas, como Cubanacan o Gran Caribe, para concentrarse solamente en dos empresas norteamericanas, que son Expedia y Booking.com. Con lo cual, ahora Meliá ni siquiera figura en una demanda en Estados Unidos.

¿Y entonces?

Por eso le digo. En aquel momento, insisto, en aquel momento, los abogados de Meliá estuvieron en Washington y oyeron que había 70 cartas listas para ser mandadas. Pero en noviembre del año pasado. Esas cartas son las de los 14 miembros del consejo de administración de Meliá, esas 14 personas a las que usted nombraba, y de ninguna otra empresa. Es más, hasta el momento solo tenemos conocimiento de esas 14 cartas a esas 14 personas, enviadas, además, en octubre del año pasado. Y no ha vuelto a haber más cartas. Los abogados dicen que les comentaron en el Departamento de Estado que había 70 cartas preparadas, pero desde el consejo de Meliá hablan luego de 50 empresas, de modo que se ha creado una confusión enorme con la que se está haciendo un favor a quienes desde Estados Unidos precisamente buscan sembrar confusión, desincentivar, que nadie vaya a Cuba... Al final es tremendamente injusto, porque ya Meliá ni siquiera está siendo objeto de demanda en Estados Unidos y no ha habido ninguna otra carta de la que tengamos conocimiento.

Pero con cartas o sin ellas, la situación es difícil.

La situación es difícil, sí, y todo el mundo que está aquí sabe que en Cuba hay muchos impagos. Hay unos 300 millones de euros en impagos a empresarios españoles, y esa es la cifra que yo di cuando vino aquí Pedro Sánchez. Obviamente no es lo mismo que estar en un país donde no tienes deudas, y es verdad que hay quienes han tenido enormes dificultades e incluso se han visto obligados a hipotecar sus casas en España, es decir, que efectivamente hay muchas historias que contar. Sobre todo porque a las embajadas solo viene gente a contar sus problemas, mientras que de quien le ha ido bien con sus negocios no te enteras, ni tú ni nadie, pero cuando hay dificultades, ya le digo: todo el mundo viene a contarlas para ver quién les puede echar una mano en la Embajada de España o de la Unión.

¿Se está hablando con la Administración norteamericana para de algún modo disuadir a Donald Trump de continuar la política de mano dura?

Sí sí, por supuesto. De hecho, Mogherini [Federica] ya hizo declaraciones en este sentido. Ha habido muchos contactos y hay conversaciones continuas. Borrell [Josep] ha estado recientemente en Estados Unidos, no sé si habrá abordado esto o no, pero claro que se habla. Ellos son conscientes de que esto es ilegal, lo que pasa es que están en una política de acoso en la que llevan instalados sesenta años y no ha producido más que fracasos, sufrimiento y complicar aún más una situación ya de por sí complicada para mucha gente. En 1997 se llegó a un memorándum por el cual Estados Unidos retiró muchas medidas. Por cierto, en aquel momento ya Meliá recibió cartas, y también una empresa canadiense. Este asunto tiene que llevarse desde Bruselas y también desde todas las capitales de los Estados Miembros de la Unión Europea, y entre todos habrá que abordarlo con Washington.