La flota pesquera artesanal de Las Palmas de Gran Canaria vive en la paradoja de tener que irse hasta el desierto para encontrar hielo. La ausencia de una fábrica de esta materia prima en el Puerto de La Luz obliga a estas pequeñas embarcaciones locales a tener que desplazarse hasta Santa Cruz de Tenerife o incluso hacia El Aaiún para obtener el producto con el que deben conservar sus capturas antes de descargarlas en el Puerto. La situación, que se viene repitiendo desde que las últimas instalaciones de este tipo cerraron en Luz en el año 2011, es el reflejo de la evolución de un sector que se siente abandonado tras ver cómo en tan solo diez años las descargas menguaban hasta un 96% en el principal puerto del Archipiélago.

"Ahora salimos para Tenerife, pero la próxima vez nos toca ir a El Aaiún", afirmaba esta semana con resignación un armador que cada 15 días se ve obligado a contar con un tiempo extra de desplazamiento y gasto en combustible antes de poder comenzar a faenar. En ocasiones basta con desplazarse hasta Arguineguín, donde ponen a su disposición el agua helada "cuando buenamente pueden", según detalla. Aunque desde el sector agradecen la colaboración de la cofradía de pescadores de la localidad moganera, también aspiran a recuperar la estabilidad que aportaba históricamente la tradición pesquera de los muelles de la capital. "Tenemos base en La Luz, pero carecemos de instalaciones", lamenta el mismo armador, que reclama la reactivación de la actividad en La Luz como solución para que las embarcaciones dispongan de hielo, combustible y facilidad a la hora de realizar las descargas de la mercancía.

La situación no solo afecta a los barcos capitalinos. También a otros buques artesanales procedentes de la Península que tradicionalmente utilizaban La Luz como base para el aprovisionamiento de hielo, según apuntan fuentes del sector, que mencionan el caso de una flota de una decena de barcos andaluces dedicados a la pesca del pez espada con palangre que ya no visitan el Puerto porque no se les puede atender.

El presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Ibarra, reconoce que la situación que atraviesa la pesca artesanal en Las Palmas de Gran Canaria es "muy triste" y avanza que desde los Puertos de Las Palmas están tratando de buscar soluciones para recuperar las descargas. "Tenemos el objetivo de tener una fábrica de hielo a lo largo de 2020", asegura. De hecho, la institución llegó a contar una partida en el plan de empresa destinada a estos fines, aunque el espacio que estaba destinado a acoger la actividad tuvo que ser destinado a otros usos.

"Modificar el plan de empresa para volver al incluirlo no es relevante", indica Ibarra. El presidente de los Puertos de Las Palmas considera que de este modo el tiempo necesario para reintroducir la pesca fresca en La Luz se podría alargar hasta los dos años, dados los plazos necesarios para realizar una asistencia técnica y la posterior licitación de las obras. Por ello, el proyecto -para el que el Puerto ha establecido contacto con la Cooperativa de San Cristóbal, que desde hace años denuncia el abandono del sector artesanal capitalino y reclama una mejora en su capacidad pesquera- busca otras fórmulas que reactiven el sector a la espera de consolidar la estructura que lo sustente en el tiempo.

La solución, al menos de carácter temporal, pasa a juicio de Ibarra por buscar la complicidad de alguno de los grandes almacenes frigoríficos existentes en el Puerto dedicados a la pesca industrial que no requeriría más que una pequeña fábrica de hielo. "La cofradía pagaría un pequeño coste en este caso", detalla.

La reactivación de la Cofradía de La Luz es el otro pilar de este proyecto, continúa Ibarra. Para ello, los Puertos de Las Palmas están buscando fórmulas con el consistorio que permitan a los pescadores asumir su gestión: "La idea que ya he comentado con el alcalde es la de recuperar la cofradía y tener una mínima ayuda el primer año por parte del Ayuntamiento para apoyar la actividad", añade, ya que desde la Autoridad Portuaria se ve esta actuación como un complemento a todos los proyectos de Puerto-Ciudad llevados a cabo junto a la Administración local. "A partir de ahí se abre un camino interesante", esboza Ibarra, que apunta como meta final "abaratar el precio que se paga por el mismo pescado, que en la costa occidental africana está a tres euros y aquí está a 20".

Los barcos dedicados a la pesca fresca carecen de instalaciones adecuadas en el recinto capitalino.