La crisis económica dejó un panorama desolador en el mercado laboral canario. La generalizada destrucción de empleo alcanzó a gran parte de la población, pero algunos colectivos la sufrieron de manera muy especial. Entre ellos los jóvenes de entre 16 y 29 años, segmento en el que cobró vigor el fenómeno nini (ni estudian, ni trabajan); en el inicio de 2013 eran 107.400. Desde entonces, el panorama comenzó a aclararse lentamente hasta llegar a los 64.100 del final de 2019. En siete años la cifra se ha recortado en un 40,3%.

"No es que no quieran estudiar ni trabajar", matiza el viceconsejero de Empleo del Gobierno canario, Gustavo Santana. Con las salvedades que caben cuando se analiza cualquier colectivo, su afirmación no está ausente de razón. El boom de la construcción que precedió al crack de las economías occidentales sedujo a no pocos jóvenes que estaban en proceso de formación. De la noche a la mañana se vieron subidos a un andamio y con los bolsillos bien surtidos de dinero.

Cuando la rueda se detuvo, como habían vaticinado no pocos y desoídos expertos, se encontraron en el paro y sin aptitudes para desempeñar una labor distinta de la que venían realizando. Retornar a las aulas era una opción que algunos tomaron, pero no todos los hogares estaban tan desahogados como para sostener esa decisión.

La Encuesta de Población Activa (EPA) señala que desde ese máximo alcanzado en el arranque de 2013, un total de 43.300 canarios de 16 a 29 años se han reincorporado al mercado laboral o al mundo académico, o a este último durante un tiempo para adquirir habilidades que más tarde le propiciaron un puestos de trabajo.

Todas las instituciones

Poniendo por delante el efecto "lesivo" que tuvo la crisis para este rango de edad, Santana señala que el rápido crecimiento del problema también provocó que todas las instituciones tomaran conciencia y actuaran de manera conjunta para frenarlo. "Se convirtió en uno de los objetivos prioritarios para las administraciones, desde la Unión Europea (UE) hasta las entidades locales", señala el viceconsejero de Empleo del Gobierno canario. De tal manera, que empezaron a dedicarse programas y capítulos específicos a la capacitación de los jóvenes que se habían quedado descolgados dentro de las política activas de empleo.

A pesar del notable recorte logrado con el viento a favor de los años precedentes, no se baja la guardia. "Formar, formar y formar a desempleados para que estén en mejores condiciones de acceso a un empleo", afirmó la hoy ministra Carolina Darias cuando aún era la titular de la Consejería de Empleo del Gobierno canario.

Meses antes presentó un plan experimental para atraer a jóvenes en abandono escolar a la órbita del Servicio Canario de Empleo (SCE). En el proyecto también trabaja la Consejería de Educación. Precisamente, Elena Máñez, que la pasada semana tomó el relevo de Darias, y María José Guerra se reunieron ayer con una agenda de trabajo en el que se incluía la necesaria coordinación para llevar a buen puerto esta iniciativa.

El crecimiento del número de ninis no gustó a nadie, comenzando por los protagonistas. Ahora bien, la opinión de Gustavo Santana en torno a la reacción del sector público tiene pleno sentido.

Hoy hay 64.100 jóvenes en el Archipiélago que ni estudian ni trabajan. Dicho volumen explica por sí mismo la necesidad de mantener actuaciones dirigidas a la mejora de la situación de este colectivo. Ahora bien, en el tercer trimestre de 2005, cuando a la crisis aún ni se la esperaba, eran 73.800. Sin embargo, el asunto no merecía la atención que capitalizó desde que el fenómeno se disparó alimentado por la crisis. Con el agravante de que entonces la tasa de desempleo era del 11% y la de los jóvenes menores de 25 años, del 22,5%; encontrar un puesto de trabajo no era tan complicado como lo fue unos años después. Los números explican que el viceconsejero de Empleo incida en que fue el crecimiento del problema lo que aceleró la reacción del sector público para abordarlo.

Esto y las connotaciones negativas que se generaron en torno al concepto de nini llevan también a Gustavo Santana a pedir "prudencia" en el manejo de los datos. La oscuridad del panorama al que se enfrentaron también colaboró de manera negativa.

Conceptos como el de generación perdida, o el mantra de que nunca iban a gozar de estabilidad en el empleo si es que alguna vez lo encontraban desincentivaron a los jóvenes. Hubo que ir a buscarlos con actuaciones dirigidas específicamente a ellos y diseñadas a la medida de sus necesidades.

La desaceleración de la economía encarece la creación de empleo. A menos que, como ocurrió en el último trimestre del año pasado, el mercado laboral canario se empeñe en torcer los vaticinios y mantenga el vigor.

En opinión de Santana, es momento de "generar sinergias" que sirvan para "crear oportunidades de empleo". Con este objetivo logrado, habrá que atender otros lastres como lograr que se "mantengan" los puestos de trabajo para evitar la "alta rotación" que tienen en el presente los jóvenes. El empleo de baja calidad es otro de los factores responsables de la desincentivación de este colectivo.