La pérdida de turistas se traduce en una caída del 6,11% del gasto realizado por quienes visitaron el Archipiélago en octubre. Un retroceso que mete en los números rojos la evolución de este factor durante los primeros diez meses del año; el -0,03% registrado al cierre del tercer trimestre se ha convertido en un -0,69% solo por el mal y esperado, comportamiento registrado en el décimo mes de este 2019. Sin embargo, no todas las noticias son malas, ya que el desembolso medio que cada visitante realizó hasta octubre (1.290 euros) supera en un 4,28% al del mismo periodo del pasado ejercicio. También la duración media de sus viajes (8,63 días) es superior en un 1,35% a la de entonces. La evolución de estas variables acerca al objetivo de conseguir visitantes que, aunque en menor número, gasten más y pasen más días en el destino.

Ya se conoce el tamaño del golpe que supuso la quiebra del turoperador británico Thomas Cook. En octubre, primer mes completo en el que puede contabilizarse esa notable ausencia, Canarias perdió 43.618 visitantes de Reino Unido con respecto a lo ocurrido doce meses antes. De esa manera, el principal mercado emisor para el Archipiélago, que había conseguido cubrir los tres primeros trimestres de 2019 sin sobresaltos y hasta ligeramente al alza -0,3% y 9.687 turistas más-, se instala en la zona negativa.

Al terminar el décimo mes, la planta alojativa de las Islas echa en falta a 33.931 clientes procedentes de Gran Bretaña. En términos relativos, la caída es del 0,8% en comparación con los diez primeros meses de 2018, según los datos de la Encuesta de Movimientos Turísticos en Fronteras (Frontur) publicada ayer y la posterior labor que desarrolla con ella el Istac.

En una visión de conjunto, octubre dejó 1,29 millones de turistas en Canarias, 121.314 menos (-8,6%) que el mismo mes del año pasado. A la caída de los mercados extranjeros, prácticamente del 10% (-9,9%), respondió el peninsular con un aumento del 2,8%. Es precisamente este último el que sujeta las cifras desde que el retorno al tablero de los competidores -Egipto, Turquía y Túnez-, primero, y la desaparición de aerolíneas y turoperadores -Germania y Thomas Cook-, después, terminaron con la colección de récords que a lo largo de un lustro disfrutó el principal motor económico de las Islas.

¿En qué medida lo consigue? Mientras en los diez primeros meses del año se perdieron 616.633 (-5,4%) visitantes foráneos respecto del mismo periodo del pasado ejercicio, el de viajeros con pasaporte español se incrementó en 195.378 (12,9%). Hasta el último día de octubre, habían escogido el Archipiélago para descansar 12,49 millones de turistas, suma que se traduce en una caída del 3,3% (-421.251).

A falta de sumar el resultado de los dos últimos meses, restan por llegar dos millones y medio más para alcanzar los quince millones que al cerrar el curso deberían llegar para que se cumpla el vaticinio lanzado por el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, hace un mes en la Feria Internacional de Turismo de Londres (World Travel Market).

El aterrizaje de los resultados lo sufren con mayor intensidad unas islas que otras. Las más perjudicadas hasta octubre son Fuerteventura y Gran Canaria, las más expuestas al mercado germano, el que mayor retroceso acumula durante este 2019.

El presidente de la patronal turística majorera (Asofuer), Antonio Hormiga, lo viene resumiendo con mucha claridad: "Quieren seguir viniendo a Canarias, pero faltan aviones para traerlos". Es la pérdida de conectividad a la que alude la que lastra los resultados en el caso del mercado alemán.

Fuerteventura ha perdido 157.505 teutones (-21,8%) y Gran Canaria, 110.405 (-14,4%). La economía germana ha coqueteado con la recesión y ese es un factor que la población de aquel país tiene muy en cuenta, relegando al cajón de los futuribles cualquier gasto no esencial.

Eso y la pérdida de conectividad provoca que mientras los números de estas islas se pintan en rojo, Tenerife (1,2%) y Lanzarote (4,1%), menos expuestas al devenir alemán, aguanten el tirón.

Tenerife, no obstante, en su apuesta por el turismo de lujo, con hoteles de cinco estrellas, soporta mejor la caída de visitantes extranjeros.