La curva americana de tipos de interés, que se había invertido peligrosamente en agosto, presagiando una posible recesión a medio plazo en la mayor economía del planeta, ha empezado a recobrar la pendiente positiva sobre todo desde octubre; los bonos a diez años han aumentado su rendimiento respecto a los títulos de menor plazo y han reducido por ello su cotización, al igual que han cedido posiciones el oro y otros valores refugio. El volumen de deuda que se negocia en el planeta con interés negativo retrocedió de los 22,45 billones a los 18,7 billones. Los signos de cierta distensión entre EE UU y China y la postergación del brexit han dado alas a un mayor apetito por el riesgo y al aplazamiento del miedo a una crisis inminente. En Alemania, los datos algo mejores en exportaciones y de la confianza de los inversores que se conocieron en octubre y noviembre fueron respaldados este pasado jueves por Eurostat con la confirmación de que el país ha eludido la recesión técnica (dos trimestres consecutivos de decrecimiento) con un avance de apenas una décima en el PIB del tercer trimestre. Reino Unido también evitó la recesión con un repunte del 0,3%.

La incertidumbre política, económica y comercial persiste pero se ha vislumbrado una cierta tregua. EEUU sigue siendo la gran incógnita porque lleva más de una década creciendo y parece llegado el tiempo de una corrección, porque Trump sigue siendo imprevisible, porque su política de rebaja de impuestos ha disparado el déficit y la deuda (la Reserva Federal volvió esta semana a advertir del riesgo que se está gestando) y porque está en marcha un proceso de posible juicio político al presidente. FMI y BCE prevén un periodo largo de atonía pero De Guindos descartó la recesión y una crisis como la de 2008.