A tiempos inciertos, dosis de templanza, estabilidad y coherencia. Así lo cree el presidente del Gobierno en funciones y candidato socialista, Pedro Sánchez, que ha fiado el futuro de la economía española a Nadia Calviño (La Coruña, 1968). Ministra en funciones y una de las voces de la campaña, será la próxima vicepresidenta económica de Sánchez si forma gobierno tras el 10N. Calviño está orgullosa del ascenso, que es "un refuerzo a la política económica puesta en marcha durante los últimos 17 meses".

Desaceleración, enfriamiento, ralentización. Más allá del debate semántico, la economía española está más débil que hace un año y existen incertidumbres. ¿Está preocupada?

En una situación compleja como la que estamos viviendo, con retos importantes en el ámbito internacional, hay que tratar de ver la realidad con la mayor objetividad posible. Hacer las previsiones con el máximo de prudencia y no dejar de abordar las medidas necesarias, no quedarse paralizado. En los últimos 17 meses, incluso estando en funciones, hemos puesto en marcha un gran número de iniciativas y de reformas para desarrollarlas en cuanto se inicie la legislatura, con una perspectiva de cuatro años necesaria para que fructifiquen.

¿Sin preocupación entonces?

Existe preocupación por el entorno internacional. Es un entorno inestable, de desaceleración, que España está capeando mejor que otros países. Nuestros fundamentos de crecimiento económico son mucho más sostenibles que en otros momentos de nuestra historia. Más allá de la preocupación, hay que tener determinación para afrontar esa ralentización y poner las bases de un crecimiento que sea robusto durante el máximo tiempo posible, y que sea además sostenible desde el punto de vista medioambiental y justo; que no deje a nadie atrás.

Con las elevadas cifras de deuda y déficit y con la Comisión Europea tan exigente, ¿qué margen de maniobra tiene para enfrentarse a esta coyuntura?

Desde el primer día, nuestro Gobierno ha llevado a cabo una política económica muy clara, comunicando activamente cuáles son nuestras prioridades: responsabilidad fiscal, sensibilidad social y reformas estructurales. Hay que seguir reduciendo el déficit y la deuda, sin poner en riesgo el crecimiento y la creación de empleo. Es necesario reducir la desigualdad y levantar la vista, mirar a los retos a medio-largo plazo y abordar reformas estructurales, porque los retos no esperan. Esta política coherente y nuestra comunicación activa ha dado sus frutos, puesto que la confianza y la consideración de nuestro país en el ámbito internacional ha mejorado. Los mercados valoran muy positivamente nuestra deuda. Ha mejorado nuestro rating. En definitiva, cuando me encuentro con los inversores internacionales y las instituciones internacionales, percibo que ven a España como un país sólido, un país en el que se puede confiar.

¿A futuro seguirá en esa línea?

Sí. No se trata ahora de cambiar. Yo siempre digo que reivindico la revolución de la templanza, la estabilidad, la coherencia y la sensatez.

A las puertas de las elecciones, el programa del PSOE es conocido. ¿Se podrán pagar las promesas o habrá que actuar desde el lado de los ingresos?

Lo primero es seguir creciendo, porque eso es lo que nos permite que la recaudación aumente.Es decir, el crecimiento económico y la creación de empleo son clave también para resolver los desequilibrios fiscales. Los ciudadanos ven que nuestra prioridad es un sistema fiscal que sea sólido en términos de recaudación, progresivo, que proteja a las clases medias y trabajadoras, y también justo.

¿Con nuevos impuestos?

Sí, hemos planteado el impuesto sobre determinados servicios digitales. Espero que tengamos un marco global el año que viene para estas nuevas plataformas digitales pero, si no fuera posible, tendremos que actuar a nivel nacional. No podemos seguir protegiendo o aceptando una competencia desigual entre estas plataformas y las empresas, por ejemplo, del comercio minorista, que pagan sus impuestos aquí, sus salarios y cotizaciones sociales y que contribuyen al bienestar del conjunto de la sociedad. Estas nuevas actividades digitales tienen que pagar los impuestos allí donde está el valor añadido, los datos de los ciudadanos.

Habla usted de impuestos y vinculados a ellos está también la financiación autonómica. ¿El Gobierno tiene clara la hoja de ruta en este ámbito?

Todos tenemos claro que en la próxima legislatura es preciso abordar el tema, pero es un asunto complejo. Tenemos que diseñar un sistema que permita garantizar la adecuada financiación, sobre todo de servicios sociales, de servicios básicos como la sanidad y la educación, sobre los que las comunidades autónomas tienen una responsabilidad primordial. La sensibilidad de nuestro Gobierno se ha puesto de relieve con actuaciones como el adelanto de las entregas a cuenta, para garantizar que se evita cualquier tipo de tensión de liquidez.

¿La Administración central ha de reducir su parte del pastel en favor de las comunidades para llegar a un acuerdo satisfactorio para todas las autonomías? Es difícil que algunas acepten perder.

Tenemos que ver cuál es el adecuado equilibrio entre las corporaciones locales, las comunidades autónomas y el Estado. Hay determinadas prestaciones que necesitan del concurso de los tres niveles de la administración. Yo creo que primero tenemos que ver cuál es la administración mejor situada para proveer de estos servicios. Y, por otra parte, decidir cómo financiarlos. No creo que se pueda ver una cosa sin la otra.

Volviendo a las elecciones.?Sería una gran sorpresa que el domingo cualquier partido lograra una mayoría absoluta. La gente pide claridad y saber qué quiere el PSOE tras el 10N. ¿Resurge o no la idea de Podemos como socio preferente?

Permítanme primero decir que a mí lo que más me preocupa es el aumento de la ultraderecha. Es un fenómeno que hemos visto surgir y crecer en otros países. Pensábamos que España estaba vacunada de este tipo de movimientos y lamentablemente no es así. No es solo que un partido de ultraderecha haya aparecido, sino que además otros partidos, los de la derecha, lo han blanqueado, le han dado una cierta apariencia de legitimidad y eso hace que ahora veamos cómo influye en las políticas que se desarrollan en determinadas comunidades autónomas como Andalucía, Madrid o Murcia. Eso es muy preocupante, la verdad. Y no sólo eso, incluso hay quien vaticina un aumento de su representación. Sobre Podemos, lo importante es tener un ejecutivo coherente, con el mismo punto de vista sobre las cuestiones fundamentales. Más allá de la investidura, es importante tener estabilidad. En este sentido, el presidente Sánchez tomó una decisión difícil, poniendo por encima el interés del país, que es tener un gobierno estable, particularmente cuando ya anticipamos que íbamos a un otoño complicado debido a las tensiones internacionales o a la sentencia del procés. De cara al futuro, creo que sigue siendo igual de importante que el Gobierno sea coherente.

¿Para esta estabilidad se necesitan acuerdos?

Sin duda. Como ha dicho el presidente, nuestra preferencia sería contar con un Gobierno como el actual, formado por personas del Partido Socialista e independientes, que es mi caso, que ha funcionado muy bien. Durante estos meses hemos tenido un Gobierno serio, responsable, coherente y muy activo. Hemos sacado adelante un gran número de iniciativas, hemos demostrado que podemos negociar y llegar a acuerdos con los otros grupos políticos y esa me parece la mejor opción de cara al futuro.

¿Qué siente cuando Pablo Casado afirma que solo el PP puede sacar al país de una crisis económica como la que se avecina?

Lo primero que me provoca es el recuerdo de que llevo 17 meses escuchando que viene la crisis y se acerca el fin del mundo. Y luego la realidad ha ido, trimestre tras trimestre, testaruda, confirmando que en una coyuntura internacional compleja nuestro país ha seguido creciendo por encima de la media de la zona euro, que la confianza en nuestro país ha aumentado. A veces me da la sensación de que hay personas que lo que desean es que a nuestro país le vaya mal, que en lugar de confiar en España y ver nuestros activos y tratar de construir sobre esa base, están llamando o queriendo que suceda algo negativo. Una segunda reflexión que me hago es que el primer requisito para hacer una buena gestión de lo público es no robar, erradicar la corrupción. Durante estos meses España ha tenido un Gobierno honesto, capacitado, con una amplia e intensa experiencia en la gestión de lo público. No tengo nada más que mencionar el perfil de la ministra de Hacienda, que antes había ocupado ese cargo en la comunidad autónoma mayor de nuestro país o mi propia experiencia en la gestión de los presupuestos comunitarios. O sea, que no creo que haya ningún otro partido con mejor experiencia en la gestión de lo público. Y luego también hay que reflexionar sobre la parte política.

¿En qué sentido?

Nosotros tenemos un programa de acción que los ciudadanos conocen, que hemos seguido desde el primer día y que queremos continuar en el futuro. En los partidos de la derecha solo veo una receta de política económica, que parece ser que resuelve todos los males de la tierra y que consiste en bajar masivamente los impuestos, en particular a los ricos. No creo que haya algún ciudadano medianamente informado que pueda pensar que algo así es cierto, que hay una varita mágica que resuelve todos los problemas y que casualmente consiste en bajar los impuestos a los ricos. Por último, me parecen preocupantes algunas declaraciones que he visto en estos últimos días que sugieren que solamente no habrá bloqueo si gana el Partido Popular. No me parece muy razonable, puesto que todos somos responsables de garantizar la gobernabilidad de nuestro país.