La partida en el tablero comercial internacional afronta un escenario de tormenta perfecta para la economía española -y para el sector de los alimentos y bebidas en particular-, en el que la apuesta es negociar desde la firmeza ante los aranceles de Estados Unidos y la cercanía del brexit. Ambos términos los utilizó ayer el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación en funciones, Luis Planas, cuando en su intervención tras el Consejo de Ministros analizó la situación desde la negociación y la firmeza, tanto para reaccionar ante la guerra comercial como para apoyar a los sectores afectados.

Según Planas, hay unos 1.000 millones de euros del negocio alimentario en juego por los aranceles de Estados Unidos y más de mil camiones españoles que cruzan a diario el eje Calais-Dover y que son una de sus mayores preocupaciones como ministro ante la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Celaá, apeló a la esperanza al afirmar que "España y Europa sabrán responder a las medidas proteccionistas", para resolver el desacuerdo por encima de las "represalias".

Es el asunto de la retorsión (es decir, que Bruselas respondiera con la misma estrategia que EEUU, con aranceles) una de las posibilidades de reacción que por el momento se mantiene en segundo plano, conscientes de que tras conocerse la sentencia de la OMC aún queda pendiente por salir una resolución sobre Boeing y de que las consecuencias económicas de la guerra comercial serían perjudiciales por todos.

El sector agroalimentario, por su parte, se reiteró en la indignación por su "utilización" en una guerra de la que "no tienen la culpa", pero en la que se les utiliza como "moneda de cambio". Desde la industria, el director general de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), Mauricio García de Quevedo, aseguró que si bien "el escenario es muy exigente para la economía nacional" el sector ha demostrado "una gran capacidad de adaptación" y ha buscado "alternativas" y "diversificación" para incrementar su proyección internacional. García de Quevedo, que aún considera prematuro saber cómo se desarrollará esta situación, apuesta por reclamar colaboración al Gobierno y la UE, y por "redoblar" los esfuerzos para mantener la competitividad.

En este sentido, Planas anunció para la semana que viene reuniones con los consejeros del ramo sobre el brexit y los aranceles, y con representantes de los agricultores, las cooperativas y la industria, para analizar la situación, con la posibilidad de plantear ayudas a los sectores afectados si la Administración Trump cumple con sus propuestas arancelarias.

En el terreno político y autonómico, distintas voces han pedido encuentros con el Gobierno para preparar planes de contingencia. El profesor del Instituto Internacional San Telmo Horacio González Alemán calificó la situación de "delicada, pero no extrema". Es un escenario "difícil", dijo, en el que los aranceles afectan a sectores particulares, pero no a la potencia exportadora española.