Donald Trump sigue cerrando las fronteras de los Estados Unidos, tanto a las personas como a muchos de los productos y mercancías que los norteamericanos importan del exterior. Una guerra comercial que está a punto de causar sus primeras víctimas en Canarias. Los bodegueros de las Islas, que hace unos 15 años se lanzaron a conquistar el mercado estadounidense, serán expulsados de facto de la primera economía occidental el próximo día 18. Desde ese momento, los importadores de vinos isleños en Nueva York, Boston o la Florida tendrán que pagar un arancel extra del 25% si quieren seguir consumiendo o vendiendo los caldos del Archipiélago. Es decir, que para una importación de vino canario valorada en 100.000 euros habrá que abonar un impuesto de 25.000 euros solo para que las botellas puedan pasar la aduana. Un arancel casi confiscatorio que amenaza con desterrar de EE UU a los 16 bodegueros de la región que venden a este país. Si la guerra comercial se recrudece podría afectar a otras mercancías de la floreciente relación mercantil entre el país norteamericano y la Comunidad Autónoma.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) dio ayer vía libre a la Administración Trump para imponer aranceles a una larga lista de productos europeos. O lo que es lo mismo: le dio permiso para cobrarse cumplida venganza por las ayudas que España, Alemania, Francia y Reino Unido dieron en su día a la aeronáutica Airbus. Ayudas de Estado que EE UU denunció en 2004 por entender que suponían una perversión de la fuerte competencia que siempre han mantenido la europea Airbus y la norteamericana Boeing, los dos gigantes de la fabricación y diseño de aeronaves. La OMC le ha dado la razón -la decisión ya no es recurrible- y Trump ya puede gravar la entrada de bienes made in Europa en EE UU hasta por 6.800 millones de euros. Por lo tanto, serán en última instancia los productores y exportadores de aceite de oliva, aceitunas, quesos y vinos -las mercancías más castigadas en el caso de España- los que paguen el pato de un conflicto con origen en la industria aeronáutica. "Esto nos va a expulsar del mercado estadounidense", resumía ayer Juan Jesús Méndez, propietario de Bodegas Viñátigo, una de las firmas pioneras en la introducción del vino canario en Norteamérica hace ahora 15 años, justamente cuando se iniciaba el litigio entre EE UU y Europa por los subsidios a Airbus. "Estamos desmoralizados; nuestro principal mercado, tras quince años trabajando para abrirnos hueco, es precisamente el de Estados Unidos, y ahora vemos cómo nos ponen un impuesto que directamente nos echa por un asunto de la industria aeronáutica. Es indignante", subrayó Méndez, que espera que los gobiernos regional y nacional "hagan algo" y tomen "medidas correctoras" en favor del sector.

La preocupación era ayer evidente también en las bodegas Suertes del Marqués y Frontón de Oro, las dos recientemente reconocidas por la calidad de sus caldos en dos prestigiosas publicaciones norteamericanas: la revista Wine & Spirits y The New York Times. Jonatan García Lima, administrador de la tinerfeña Suertes del Marqués, hizo hincapié en que un arancel del 25% "es un palo demasiado grande", hasta el punto de que el precio final de una botella en una vinoteca de Washington o Nueva York podría llegar a duplicarse. No en vano, al arancel hay que sumar los márgenes más altos que exigirán el importador, el distribuidor, etcétera. "Nuestra estrategia, si finalmente esto se lleva a cabo, será destinar el vino de rotación a otros mercados; bajaremos al menos al 50%", adelantó el bodeguero. Por su parte, Pedro Ramírez, de la firma grancanaria Frontón de Oro -que envía cada año a EE UU unas 80.000 botellas-, lamentó que Trump haya "lanzado una bomba sin medir las consecuencias".

Por si fuera poco, no cabe esperar una respuesta unánime de Europa. ¿Por qué? Porque los países más castigados son las cuatro potencias que costearon las ayudas a Airbus, es decir, que el vino italiano, por ejemplo, no sufrirá el arancel y saldrá beneficiado. "Vamos a ser sustituidos por aquellos países o zonas que le caigan bien a Trump", lamentó Fermín Otamendi, propietario junto con su hermano Juan José de la lanzaroteña Bodegas El Grifo.

Son 16 las empresas que han exportado vino a EE UU a lo largo de este año, una más de las que lo hicieron durante todo 2018.

Preguntas claves

¿CUÁNTAS FIRMAS EXPORTAN?

323 empresas canarias exportaron el año pasado a EE UU, y hasta julio de este año ya suman 200, de las que 45 son exportadoras regulares, es decir, que llevan sus productos año tras año al país norteamericano y no puntualmente. Las firmas que exportan vino, que es la mercancía de las Islas directamente afectada por la venganza de Donald Trump, fueron 15 en 2018, una menos de las que han llevado sus caldos a EE UU ya solo en los primeros siete meses de este año.

¿CUÁNTO SE EXPORTA?

Canarias exporta mercancías y productos a los Estados Unidos valorados en 2018 en 35,1 millones de euros. Hasta julio suman casi 18 millones, con lo que este año el valor se mantendrá estable. Los envíos de vinos suponen alrededor de un millón de euros al año, una cifra que puede parecer menor pero que no lo es si se tiene en cuenta que se trata de medianos y pequeños bodegueros cada uno de los cuales exporta caldos por un valor medio de entre 62.000 y 46.000 euros a EE UU. Perder esa facturación sería un golpe importante.

¿QUÉ SE EXPORTA?

Al margen del vino, Canarias le vende a EE UU fundamentalmente máquinas y aparatos mecánicos; pescados; jugos y extractos vegetales; aceites de perfumería; material eléctrico; semillas; artículos de cuero y marroquinería; aparatos ópticos; calzado; prendas de vestir; automóviles; partes de aeronaves; y herramientas y cuchillos metálicos.