La economía mundial se debilita y su futuro es incierto. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a los países más industrializados, espera para este año la tasa de crecimiento más baja desde la crisis financiera del 2008 debido a las tensiones derivadas de la guerra comercial entre EEUU y China, la incertidumbre en torno al brexit y el alto nivel de endeudamiento privado.

Nadie escapa a este panorama sombrío, ni los países ricos ni los emergentes, según el último informe de Perspectivas presentado ayer por el organismo con sede en París. "El crecimiento mundial podría estancarse en un nivel bajo si los poderes públicos no adoptan medidas enérgicas", advierte.

La intensidad de los conflictos comerciales pesa cada vez más en la confianza de los inversores, acentuando las dudas sobre las políticas públicas y aumentando los riesgos sobre los mercados de capitales. Un cóctel que pone en peligro un crecimiento de por sí tímido. Los cálculos de la OCDE cifran en 2,9% y 3% la expansión económica mundial este año y el que viene, es decir, que revisa seriamente a la baja sus previsiones de mayo, cuando confiaba en un PIB del 3,2% para el 2019 y del 3,4% para el 2020.

Malas expectativas

Se trata de la tasa de crecimiento más baja en 10 años. Y las expectativas no son buenas, porque los nubarrones que auguran una tendencia a la baja están lejos de desaparecer.

Si hasta ahora el sector servicios se ha visto beneficiado por el dinamismo del consumo, la debilidad del sector manufacturero y las tensiones comerciales podrían lastrar la creación de empleo, el ingreso de los hogares y el gasto.

Otro foco de inquietud es el calendario ligado al brexit, previsto para el 31 de octubre y, de momento, sin visos de que la salida del Reino Unido de la Unión Europea se haga de manera ordenada y con un acuerdo entre Londres y Bruselas. La OCDE teme que una salida abrupta hunda la economía británica en la recesión en el 2020 y arrastre a los sectores económicos europeos más susceptibles.

A ello se suma el nerviosismo del mercado petrolero tras el ataque a las refinerías de Arabia Saudí el pasado 14 de septiembre, que ha mermado en un 5% la producción y encarecido el crudo. Eso le podría costar a la economía mundial unas dos décimas del PIB si el barril oscila entre los 70 y los 90 dólares, según la OCDE.

La institución dirigida por Ángel Gurría observa con preocupación la desaceleración de China y la vulnerabilidad de los mercados de capitales. "La economía mundial se enfrenta a riesgos cada vez más importantes y preocupa que se instale un crecimiento lento", declaró la economista jefa de la OCDE, Laurence Boone.