La economía europea acusa una "creciente debilidad" y en su origen está una escalada del proteccionismo cuyas manifestaciones más diáfanas son la guerra comercial que protagonizan EE UU y China y la amenaza que supone una eventual salida de Reino Unido de la UE sin acuerdo (brexit duro), según el diagnóstico que ayer expuso, en la clausura de los Cursos de La Granda (Avilés), el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. El economista madrileño que pilota el organismo supervisor del sector financiero previno además de que, a estas alturas, la Europa del euro sigue con lagunas institucionales "muy preocupantes" que limitan su capacidad de dar respuesta a posibles crisis.

En una intervención sin referencias explícitas a la economía española y a la situación política del país -también sin aceptar preguntas de los periodistas- , Hernández de Cos, que en junio cumplió un año en el cargo, remarcó cómo desde 2017 el panorama ha mutado de "un entorno global favorable, caracterizado por una expansión sincronizada de las economías emergentes y de las avanzadas" y por "un comportamiento muy robusto del comercio mundial", a una "desaceleración" que persiste y se está acentuando. "La ralentización de la actividad ha sido particularmente intensa en lo que respecta a los intercambios comerciales. Diversos factores explican este deterioro, entre los que destacan el impacto de los conflictos comerciales, especialmente entre Estados Unidos y China, y las incertidumbres ligadas al desenlace del brexit", enumeró el gobernador en La Granda ante un auditorio en parte formado por representantes de los ámbitos político, empresarial y académico.

Europa es uno de los grandes damnificados del debilitamiento del comercio internacional. "El elevado grado de apertura del área euro, cuyos flujos comerciales con terceros países representan el 50% del PIB, frente al 38% de China o el 28% de Estados Unidos, hace que seamos especialmente sensibles a los shocks externos y a la desaceleración del comercio", reflexionó Pablo Hernández de Cos. Las dificultades en sectores específicos -particularmente en la industria del automóvil, por la adaptación a la nueva regulación ambiental y al cambio tecnológico y a las amenazas proteccionistas- añaden lastres al crecimiento europeo, que entre los países del euro tiene dos focos principales de preocupación: Alemania, "cuyo modelo de crecimiento, basado en la industria y en las exportaciones, se ha visto muy afectado", e Italia, "por el débil crecimiento de su PIB, fruto de la incertidumbre sobre el rumbo de su política económica".

"Los riesgos siguen apuntando claramente a un crecimiento a la baja", resumió. Y añadió: "Algunos elementos estructurales llevan a pensar que un entorno de bajo crecimiento, inflación moderada y, en consecuencia, de bajos tipos de interés podría perdurar en el tiempo". ¿Qué capacidad de reacción tiene la eurozona? Hernández de Cos confirmó que el Banco Central Europeo está "determinado" a actuar y a desplegar nuevos estímulos si persiste la baja inflación y el magro crecimiento.

Ahora bien, con los tipos de interés reales en negativo, la capacidad de maniobra de la política monetaria es ya muy limitada. Hernández de Cos subrayó en este punto que debería comparecer la política fiscal (expansión del gasto y la inversión públicos o estímulos tributarios al consumo) para "apuntalar la recuperación". Algo inabordable para los países con altos niveles de endeudamiento público, pero al alcance de otros. "En un eventual escenario más adverso, aquellos países que tienen más espacio fiscal podrían proporcionar un mayor estímulo presupuestario a sus economías", indicó el gobernador.