La Organización Mundial del Comercio (OMC) advirtió ayer de un "nuevo debilitamiento" del comercio mundial durante el tercer trimestre, de acuerdo con la actualización de su último Barómetro sobre Comercio de Mercancías, que destaca que el aumento de los volúmenes de comercio mundial permanece "débil" en este periodo. En plena guerra comercial entre China y Estados Unidos, el índice más reciente del barómetro, situado en 95,7, es inferior al de la publicación anterior, y pronostica, según la OMC, que todavía no es previsible un crecimiento más vigoroso del comercio. Las lecturas del índice por encima de 100 sugieren un crecimiento superior a la tendencia, mientras que las inferiores a 100 indican un crecimiento inferior.

Asimismo, la OMC destaca que la "pérdida de impulso" en el comercio de bienes ya se ha confirmado en trimestres anteriores de los que hay datos oficiales disponibles, y la nueva versión del barómetro sugiere que la expansión por debajo de la tendencia en el comercio de mercancías persistirá en los próximos meses. Desglosando los datos, los índices de transporte de mercancía aérea (91,4) y componentes electrónicos (90,7) mostraron las desviaciones más fuertes de la tendencia, con lecturas muy por debajo de ediciones anteriores, mientras que los índices de pedidos de exportación (97,5), producción y ventas de automóviles (93,5) y materias primas agrícolas (97,1) se mantuvieron por debajo de la tendencia, aunque muestran algunos signos "de haber tocado fondo". En este sentido, la OMC reitera que las tensiones que conducen a mayores barreras comerciales y una mayor incertidumbre plantean "importantes riesgos a la baja" para el comercio mundial.

China aclaró ayer mientras tanto que tomará represalias contra la subida de aranceles que anunció en agosto el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aunque no especificó en que consistirán. En un escueto comunicado, el Ministerio de Finanzas incidió en que el país asiático "deberá tomar contramedidas" si EEUU finalmente impone nuevos aranceles del 10 % sobre importaciones chinas valoradas en 300.000 millones de dólares a partir del próximo 1 de septiembre. Según Finanzas, la medida estadounidense supuso una "seria violación" de los consensos alcanzados entre los líderes de los dos países, Xi Jinping y Donald Trump, y una "desviación del camino correcto para negociar y resolver sus diferencias".

Sin embargo, el pasado martes EEUU anunció que retrasaba hasta el 15 de diciembre parte de la subida de aranceles que entrarían en vigor en septiembre. Con ese alivio temporal de la presión ante una nueva ronda de negociaciones, EE.UU. pareció reflejar su preocupación sobre el impacto que la guerra comercial con el gigante asiático tiene en la economía nacional, que ha ido creciendo en los últimos meses. Pero China parece hacer oídos sordos al retraso en la aplicación de la subida arancelaria de Trump, quien reconoció públicamente que los gravámenes podrían "impactar" a los ciudadanos, algo que hasta ahora había negado rotundamente.

Está previsto que una delegación del Ejecutivo chino viaje a Washington a principios de septiembre para continuar con las negociaciones sobre un futuro acuerdo comercial entre ambas potencias económicas, aunque hasta ahora se desconoce la fecha exacta. No obstante, China sigue pensando que debe tomar las contramedidas que considere necesarias tras fracasar la última ronda de conversaciones que tuvo lugar en julio en Shanghái y el posterior anuncio de Trump. El Gobierno estadounidense advirtió el pasado 1 de agosto de la imposición de nuevos aranceles del 10% sobre importaciones chinas valoradas en 300.000 millones de dólares a partir del 1 de septiembre, a pesar de que las negociaciones comerciales entre los dos países siguen en pie.