Boeing anunció ayer que perdió 793 millones de dólares (711 millones de euros) en la primera mitad del año, marcada por la paralización de los aviones Boeing 737 MAX a raíz de los accidentes de Indonesia y Etiopía, mientras que en el mismo periodo de 2018 tuvo un beneficio de 4.673 millones (4.273 millones de euros).

El impacto de la crisis que atraviesa la aeronáutica se reflejó especialmente en los datos del segundo trimestre, el más seguido por Wall Street, en el que se han revertido las ganancias de 2.196 millones de dólares (1.970 millones de euros) que registró en el ejercicio anterior hasta anotar ahora unas pérdidas de 2.942 millones (2.639 millones de euros).

Boeing adelantó el jueves pasado que el veto a los aviones le supondría un coste de 4.900 millones (4.396 millones de euros) en estos resultados. La facturación semestral de la compañía se redujo un 19%, situándose en 38.668 millones de dólares (34.692 millones de euros), mientras que la del segundo trimestre lo hizo un 35 %, hasta 15.751 millones (14.131 millones de euros), reflejo de ese cargo anunciado previamente.

El segmento de los aviones comerciales, que es el más importante y donde se clasifica el 737 MAX, ha sufrido también: en los últimos tres meses se han entregado 90 aviones, un 54 % menos a nivel interanual, mientras que las ventas han caído un 66 %, hasta 4.722 millones de dólares (4.236 millones de euros).

De esos 90 aviones entregados en el segundo trimestre, solo 24 eran del modelo 737, en comparación con los 137 que entregó en el mismo tramo del año anterior. La aeronáutica reiteró, como en otras ocasiones, que está "trabajando codo con codo con la FAA (Administración Federal de Aviación) en el proceso que han establecido para certificar la actualización de software de los 737 MAX y devolverlos con seguridad al funcionamiento".

Boeing anunció en mayo que tenía preparada para revisión esa mejora de su software de control de vuelo (MCAS), involucrado en los dos accidentes mortales que dejaron unos 350 fallecidos, pero la FAA encontró a finales de junio otro problema que la firma debía mitigar. Sin ofrecer una fecha específica, la empresa indicó que sigue haciendo pruebas y que entregará el paquete final de mejoras cuando haya "satisfecho todos los requisitos de certificación" de las autoridades, que "determinarán el proceso" y el momento en el que se pueda "levantar la orden de paralización".

"Debido a la incertidumbre de las fechas y condiciones en torno a la vuelta al servicio de la flota 737 MAX, emitiremos unas nuevas previsiones de resultados (para el conjunto del año) próximamente", indicó la compañía. En cuanto al rendimiento por acción, que los inversores valoran, en la primera mitad del año Boeing registró una pérdida de 1,40 dólares, en comparación con la ganancia de 7,88 del mismo periodo del año anterior. Los resultados, divulgados antes de la apertura de la sesión en Wall Street, fueron peores de lo esperado por los analistas y la empresa descendía un 0,50% en las operaciones electrónicas previas.

El máximo ejecutivo de Boeing, Dennis Muilenburg, afirmó ayer que la firma no descarta parar temporalmente la producción de los aviones 737 MAX, que actualmente sigue un ritmo de 42 al mes, si se retrasa su vuelta al servicio, aunque prevé recibir la aprobación de las autoridades en septiembre.

La firma había estimado previamente que recibiría la aprobación de la Administración Federal de Aviación (FAA) a la mejora de software de los aviones a partir del último trimestre del año y, si bien Muilenburg prevé recibir la luz verde en torno a septiembre, también baraja tomar medidas si sus estimaciones cambian.