Un día después de anunciarse el pacto de Gobierno -en cuya negociación ha tenido cierta participación-, el economista Antonio Olivera, presidente del consorcio de la Zona Especial Canaria (ZEC), aconseja hacer un esfuerzo más decidido para internacionalizar la economía regional y advierte de las consecuencias de no ofrecer formación especializada para las nuevas actividades económicas.

¿Qué ha supuesto para la ZEC la reforma de 2015?

Supuso una mejora importante. Incluyó por primera vez todos esos elementos que se habían defendido casi desde el principio, eliminó restricciones y quitó palos de las ruedas. Eso ha permitido que por primera vez tengamos un incentivo unánimemente reconocido como un instrumento verdaderamente atractivo.

¿La normativa de la ZEC necesita todavía más ajustes?

Siempre hay retoques que hacer, pero los grandes elementos sobre la ZEC y su funcionamiento ya están. La principal fortaleza de la ZEC es que está gestionada por un consorcio, en el que participan el Estado y Canarias. Yo llevaría ese modelo a otras figuras de nuestro régimen especial.

Crece el volumen de empresas autorizadas, pero ¿cómo es luego su trayectoria? ¿Se consolidan?

Hay de todo un poco, como en la economía en general, aunque por las características de exigencia de esas empresas, las entidades ZEC son un poco más sólidas que las que habitualmente se crean en Canarias. A finales de 2018 había 611 empresas operando, 10.000 empleos y más de mil millones de euros de inversión. Tienen una media de 15 empleados y una estructura algo más fuerte. Pagan un 15% por encima de la media. Hemos visto trayectorias de algunas que han empezado con la mejor de las intenciones y no han tenido suerte y de otras que han empezado pequeñitas y ahora ya emplean casi a mil personas.

¿Cuál es el volumen de empresas nacidas en Canarias?

Algo más de dos tercios de las empresas instaladas tienen presencia de capital exterior. La ZEC es un instrumento que, fundamentalmente, tiene su sentido en atraer. De ese cerca del 70% del total, la mitad son de capital exterior puro y la otra de capital mixto. Pero hay casi un tercio de capital local. La ZEC ayuda a atraer talento de fuera y también a impulsar talento local.

¿Tienen problemas las empresas para cubrir en Canarias puestos de trabajo que necesitan?

En términos generales no hay problemas, pero debemos coordinar bien las políticas de empleo con las tendencias que observamos. Hay nuevos sectores con mucho interés: actividades informáticas, de programación, desarrollo de aplicaciones, animación, efectos especiales para el sector audiovisual... Todo eso necesita una formación especializada que hay que proporcionar. Si no reaccionamos a tiempo, nos podemos encontrar ante dos problemas: que las empresas dejen de venir porque no encuentran los recursos humanos adecuados o que pase como en el sector turístico, que tenga que venir de fuera. El gran drama de la economía canaria es que es capaz de generar muchas oportunidades, pero que no estamos siendo capaces de adaptar nuestra formación a las necesidades que generan. Esa debería ser una prioridad del nuevo gobierno.

¿Es demasiado rígido el sistema formativo?

No se trata tanto del sistema reglado como de la formación profesional para el empleo. Se necesitan mecanismos para que, una vez que la gente obtiene la formación base, se adapte fácilmente a las necesidades de mercado. La normativa es muy rígida y condiciona todos los fondos de la UE y del Estado. Desde Canarias no se podrá cambiar, pero al menos hay que buscar soluciones para tener fondos propios que permitan desarrollar estos programas. Hay proyectos de varias empresas que valoran instalarse aquí de la mano de PwC que suman 2.000 empleos que podrían requerirse en los próximos años. Necesitamos generar esos perfiles, porque ahora mismo no los hay.

¿Qué potencial de crecimiento tiene el sector audiovisual?

Todo el que podamos darle desde aquí, impulsando y aportando el talento que necesita. El sector se fija en el territorio por los incentivos fiscales, pero permanece en función del talento. Tenemos buenas condiciones para atraer y retener talento, pero debemos trabajar muy seriamente la cualificación. Podemos ser referente y convertirnos en referente mundial, como estamos empezando a hacer. El riesgo es que se detenga porque no contemos con el personal adecuado.

¿Es posible un turismo diferente, más innovador?

Sin duda. El turismo es y va a seguir siendo la principal actividad económica de Canarias. Desde la ZEC intentamos aportar otras, pero siempre van a ser secundarias. Lo que toca es seguir mejorando, perfeccionando y sacando más rendimiento a este sector. Hay mucho recorrido para mejorar la calidad, el gasto en destino, que es la clave, y el perfil del turista. No se trata de seguir creciendo en cantidad, sino de generar actividades de mayor productividad. El alojamiento y la restauración están excluidos de la ZEC, pero hay actividades anexas que son autorizables, desde el transporte a todas las que tienen que ver con la mejora del ocio, el deporte, toda la parte de tecnología, de servicios avanzados a las empresas...

La ZEC ha sido acusada de escoramiento hacia Tenerife.

Los números son muy claros. Hay un equilibrio entre provincias, aunque en la de Santa Cruz de Tenerife la actividad se concentra más en Tenerife, mucho más relevante en comparación con La Gomera, El Hierro, La Palma. En Las Palmas, Gran Canaria tiene que compartir protagonismo con Lanzarote y Fuerteventura.

¿El reto es extender la actividad y los beneficios de la ZEC a las islas no capitalinas?

Sería lo ideal. La ZEC no deja de ser un reflejo de lo que pasa en la economía en general. En los últimos tiempos estas islas están quedándose atrás, porque el sector turístico no acaba de arrancar con fuerza en ellas. Esta situación requiere intervención, análisis y medidas audaces, porque corremos el riesgo real de generar una Canarias de dos velocidades, con territorios que se quedan atrás. En la legislatura pasada se tomaron algunas medida, pero hay que ser más audaces. Es una cuestión de política económica regional.

Suele decirse que Canarias tiene unos incentivos económicos y fiscales muy potentes, pero que son poco conocidos.

Es verdad. Los incentivos de Canarias son poco conocidos. Eso es especialmente dramático en el ámbito de la ZEC, que puede tener mucho tirón fuera. Esto se debe a que el Gobierno de Canarias no tuvo hasta hace bien poco una política económica clara de apostar por la internacionalización y por las medidas que se requieren para situar las Islas como un espacio muy atractivo para el desarrollo de determinados negocios, como hoy lo son Irlanda, Holanda o Singapur. Tenemos argumentos para hacerlo ya y el Gobierno de Canarias ha empezado a moverse en estos últimos años. Necesitamos una política de internacionalización mucho más completa y mejor dotada económicamente. Ahora es raquítica. Tenemos que ser mucho más ambiciosos.

¿Cuando habla de que se ha producido un cambio se refiere a esta etapa en la que Pedro Ortega ha sido consejero de Economía?

Sí, sí. Con el consejero Pedro Ortega he trabajado muy bien. Los resultados de este comienzo del año son los mejores de la historia de la ZEC.

¿La sintonía que habrá entre el nuevo gobierno canario y el central ayudará a la ZEC?

La clave para la ZEC es que el Gobierno de Canarias confíe en la persona que dirige esta organización. Yo soy presidente de un consorcio y defiendo los intereses de los dos socios. Eso ha permitido también mejorar bastante la interconexión y la relación con el Gobierno de Canarias. Ese es un elemento determinante y debería ser siempre así.