Lo llaman el gurú del optimismo, pero él no se siente cómodo con la etiqueta. "No soy gurú de nada y no sé qué hago aquí", dice, ante decenas de empresarios tinerfeños que sueltan la primera de las muchas carcajadas que se sucederán en las dos horas siguientes. Emilio Duró ejerce más bien como un anticoach: habla poco de empresas, se ríe de quienes "se excitan con un balance" y se centra en los aspectos emocionales -la familia, los afectos, las relaciones sociales?-, tantas veces postergados en aras de lo que socialmente se entiende como éxito.

Catalán de 58 años radicado en Madrid, consultor empresarial y docente en universidades y escuelas de negocios, Duró participó ayer como invitado en los JH Talks, los encuentros y ponencias que organiza JH Asesores Financieros & Bancarios para expandir el conocimiento empresarial. Su intervención, plagada de humor y de sinceridad, sirvió para recordar que, si los conocimientos y el trabajo duro son importantes, aún más lo es la actitud, y que la pasión, la ilusión y la alegría son elementos que deben pesar a la hora de decidir a quién queremos para nuestra empresa. "Yo ficho a la gente por cómo sube las escaleras", dijo, como ejemplo de un acto cotidiano en el que se transparenta la energía y el ímpetu a la hora de encarar la vida.

Lo que cuenta Emilio Duró tiene mucho que ver con su propia experiencia. Comenzó a estudiar en ESADE por razones prácticas -"si ser médico hubiera estado mejor pagado habría estudiado medicina", confesó- y terminó como número uno de su promoción -"tampoco es tan difícil; la gente verdaderamente inteligente estudia ingeniería nuclear y cosas serias", comentó, de nuevo entre risas-, antes de ser fichado para la primera auditora del mundo. A los 32 años tenía "dinero, poder y bienes", pero le faltaba algo: no era feliz. "Tenemos dos vidas, y la segunda empieza cuando te das cuenta de que has perdido la primera". Ese punto de inflexión lo llevó a plantearse muchas cosas y a separar "lo que vale la pena" de lo que no.

¿Y qué es lo que vale la pena? Pues aquello que hace que vivir consista en algo más que sobrevivir: la búsqueda de la felicidad. En unos momentos en que los avances científicos y tecnológicos prolongan la vida cada vez más y apuntan a un futuro en el que buena parte del trabajo será desarrollado por máquinas, la pregunta pertinente es cómo encontrar un "sentido de vida". "El problema no es vivir cien años, sino cómo vivirlos". En esto, como en tantas otras cosas, la clave reside en "la humildad" o, en palabras de Duró, en "copiar", pese a que nos encontremos "en el mundo del tonto innovador". En este caso, los que deben ser copiados son aquellas personas que han alcanzado una avanzada edad y son felices.

Los elementos comunes entre quienes llegan a centenarios y disfrutan de una vida plena "no tienen nada que ver con lo que nos han dicho los que explican las claves del éxito". Entre los factores que explican esta longevidad dichosa, añadió Duró, figuran que comparten sus vidas con alguien "que les quiere y les comprende" y que llevan una vida social activa.

"No sigan la razón, no vendan su vida", "No se vayan a dormir con cuentas pendientes", "Trabajen duro, pero no a costa de la familia o de la salud", "No discutan, sean felices" o "No permitan que sus padres mueran solos" fueron algunas de las recomendaciones que el ponente hizo a su auditorio. La alegría como motor vital constituye, para Emilio Duró, también una palanca para el triunfo profesional. De hecho, se trata de "la emoción que predomina en la gente a la que le va bien", aseguró.

El conferenciante hizo especial hincapié en la importancia que tiene la cercanía de los seres queridos, de cuidarlos y ser cuidados por ellos. Como ejemplo, reveló que a sus hijos -de doce y quince años de edad- les ha aconsejado que estudien lo que quieran. Eso sí, también les ha lanzado una advertencia: "Vayáis donde vayáis, yo iré detrás". Esta preocupación tiene mucho que ver con su convicción de que los fracasos no responden, en su mayoría, a causas "materiales o técnicas" sino "emocionales". "Lo que nos hará fracasar es la muerte de un ser querido, un problema con un hijo, una hija que se mete en las drogas... Lo demás se supera", afirmó.

El mundo está cambiando a velocidad de vértigo, lo que exige, a su vez, una revisión del modelo educativo que, para Duró, está muy lejos de estarse produciendo. De ese inmovilismo no responsabiliza a los profesores, sino a "quienes están en el Ministerio, que son del siglo XI". La realidad que el mundo de la formación debe afrontar es que ya "no importa tanto el conocimiento como la forma en que te adaptas" y, para ello, la pasión y la ilusión son esenciales. Según el conferenciante, esas cualidades -el entusiasmo, el optimismo- se han convertido en las más relevantes en la actualidad, sustituyendo al trabajo duro y la fuerza, que primaron hasta mediados del pasado siglo, y a "ser listo", que predominó hacia el último tercio de la centuria.

En el fondo de la actitud ante la vida que mantiene Emilio Duró hay un trasfondo religioso. Cree que hay "una causa final" y que "todo tiene un sentido". Y si no lo tiene, prefiere pensar que sí, que las cosas suceden por una razón, porque esa es la única manera de superar los contratiempos, a veces terribles, que surgen en la vida y de hacer realidad el lema con el que tituló su charla de ayer: No vale rendirse.

El próximo encuentro de JH Talks, en julio

Tras celebrar en enero un foro con la presencia del expresidente del Gobierno José María Aznar, traer en marzo al economista Gonzalo Bernardos al primer JH Talks y a ayer a Emilio Duró al segundo, JH Asesores Financieros & Bancarios proseguirá en los próximos meses sus encuentros dirigidos a "generar sinergias de conocimiento y motivar un networking de nivel en Canarias", anunció la presentadora del acto, Nayra Collado. En julio, JH presentará su software de administración y tesorería para empresas, creado por la propia firma. Collado agradeció la labor de las empresas que han patrocinado la conferencia de Duró -entre ellas El Día- y se mostró convencida de que la charla reforzaría la convicción de que "tirar la toalla nunca será una opción".