Mónica García tiene "un par de uniformes" en su coche. Se los proporcionaron dos empresas hoteleras a las que se iba a incorporar pero que, cuando todo parecía hecho e incluso el contrato estaba firmado, dieron marcha atrás y decidieron no contar con sus servicios. Desde hace aproximadamente un año, esta camarera de piso, presidenta del colectivo Kellys Unión Tenerife, no tiene "un trabajo en condiciones", solo contratos de dos semanas o jornadas de apenas un día. La última vez que trabajó fue el pasado 12 de marzo.

Los problemas laborales de esta mujer de 41 años, con un hijo y una hipoteca, se deben, asegura, a la "discriminación en toda regla" a la que está sometida por las presiones de un dirigente sindical a quien, por expreso consejo de su asesor legal, no quiere identificar, como tampoco precisa las siglas de la organización en la que se encuadra. Lo que sí ha hecho es interponer una denuncia ante la Inspección de Trabajo y hacer pública su situación para que alguien le abra las puertas que se le han cerrado, puesto que hasta el momento sus gestiones -incluyendo una frustrada entrevista personal con el presunto responsable de su exclusión del mercado de trabajo- no han dado frutos. Y no habrá sido por falta de esfuerzo. "Mi currículum ya empapela las siete islas y ha llegado incluso a la Península", explica de manera gráfica. En la actualidad, subsiste con una ayuda de 430 euros -la mayoría de la cual, dice, destina al pago de la casa-, tirando de ahorros y recurriendo a la solidaridad de familiares y compañeras.

García relaciona su caso con las luchas sindicales alrededor del movimiento de las camareras de piso. Vicepresidenta de Kellys Unión Tenerife hasta agosto de 2018, asumió la presidencia después de que la anterior directiva decidiera disolver la asociación y ella misma la reactivase pasado poco menos de un mes. Según esta trabajadora de la hostelería, los intentos de "dividir" al colectivo y así poder "hacer uso" de su nombre desembocaron en esa primera disolución y están detrás de los problemas que está encontrando. Pero ella envía un mensaje al sindicalista al que atribuye su situación: "Si su intención es que, bajo presión, abandone un colectivo y una causa tan importantes, no voy a hacerlo. No nos vamos a rendir ni a vender".

Rodeada de algunas compañeras de oficio y de representantes de la Plataforma en Defensa de las Pensiones Públicas, García compareció ayer frente al reloj de flores del parque García Sanabria, en Santa Cruz de Tenerife, para relatar la "dura experiencia" por la que está atravesando. "No estoy aquí para pedir caridad o que me mantengan. Lo que quiero es trabajar", aclaró. Afirma que en sus 22 años de vida laboral -primero ayudante y camarera de restaurante, después en un supermercado y desde hace unos años camarera de piso en hoteles- nunca le ha faltado trabajo. Ahora, y ante la deriva en que ha entrado, esta cabeza de familia monoparental ha contactado con la patronal hotelera de la provincia y con distintos sindicatos. En ellos ha encontrado apoyo y comprensión, pero continúa en un atolladero que no termina de resolverse. En caso de que la solución siga sin aparecer, se plantea manifestarse en la plaza de Adeje, su municipio, pese a que hasta el momento "nunca" ha "hecho un escándalo" ni "asaltado ayuntamientos con un megáfono". "Pero tengo que defender mis derechos", alega.

En las puertas en que ha tocado en busca de empleo, la presidenta de Kellys Unión Tenerife dice haber encontrado como respuesta el nombre y apellidos de la persona presuntamente responsable de sus problemas, esa "mano negra" causante de que sus trabajos no duren. Según el relato de los hechos que presenta Mónica García, en el encuentro que mantuvo con él obtuvo como contestación un consejo -que se afilie a un sindicato- y la explicación de que los culpables son los empresarios.

Esta trabajadora sostiene que no es la única afectada. "No soy un caso aislado", advierte. García refiere que hay compañeras que se han visto obligadas a cambiar de sector o de lugar de residencia y han llegado, "en ocasiones, a irse de las Islas por miedo a hacer pública su situación". Ella, aconsejada por su entorno y por las personas a las que ha acudido, ha decidido hacerlo.

Como componente de Kellys Unión Tenerife, esta trabajadora ha vivido los vaivenes de una lucha teñida, a menudo, de rivalidades sindicales que han configurado dos claros bloques: por un lado, Sindicalistas de Base (SB), organización escindida de Comisiones Obreras, ahora mayoritaria en los establecimientos hoteleros de la provincia y firmante del vigente convenio de hostelería; por el otro, UGT y la propia CCOO, que han perdido peso en el sector y se oponen al acuerdo firmado con la patronal.