La dura infancia bélica de un icono del cine

Llega a las librerías la novela gráfica ‘La guerra de Audrey’, escrita por Salva Rubio y dibujada por Loreto Aroca, basada en la infancia de la famosa actriz, quien, pese a la ocupación nazi, las penurias y el hambre, nunca dejó de lado sus sueños: convertirse en bailarina de ballet

Viñetas de ‘La guerra de Audrey’.

Viñetas de ‘La guerra de Audrey’. / Planeta

Laura Estirado

A Audrey Hepburn (4 de mayo de 1929, Ixelles, Bélgica - 20 de enero de 1993, Tolochenaz, Suiza) la recordamos a los mandos de una Vespa con Gregory Peck sorteando las calles de Roma, con ese flequillo característico, pañuelo anudado al cuello y sus grandes ojos maquillados al estilo ojos de cervatillo y esas cejas pobladas y peinadas; o con aquel icónico vestido marfil de bordados negros de Givenchy en Sabrina; o con aquellas gafas de sol, el recogido en un moño italiano y varias vueltas de perlas frente a la joyería Tiffany’s&Co. Innumerables las películas que la convirtieron en la tercera mayor leyenda femenina del cine estadounidense, según el American Film Institute, y en un icono de estilo que sigue inspirando a las nuevas generaciones más de 30 años después de su muerte.

Sin embargo, pocos supieron entonces, cuando la escuálida actriz y bailarina británica saltó al estrellato en la época dorada de Hollywood, y menos recuerdan hoy en día, la infancia de penurias, enfermedad, hambre y desesperación que tuvo una de las pocas intérpretes que han ganado un Óscar, un Emmy, un Grammy y un Tony.

La pequeña Edda

"Hollywood, el mundo de la prensa y los fans no podían saber (y aún hoy mucha gente lo desconoce) que apenas unos años antes de su estrellato, Audrey, conocida en su familia neerlandesa como Edda, estaba escondida en un sótano, enferma, casi muerta de hambre y escuchando las bombas explotar a su alrededor. ¿Cómo llegó Audrey, y el mundo entero, a esa situación? Como suelo hacer en mis cómics, repasamos el mito y la realidad, los hechos históricos y las licencias, la verdad y la ficción de nuestra historia", explica Salva Rubio, guionista del cómic La guerra de Audrey (Planeta Cómic), que acaba de aterrizar en las librerías. Una historieta, con dibujos de Loreto Aroca, basada en la infancia de la famosa actriz, quien, pese a la ocupación nazi, las penurias y el hambre, nunca dejó de lado sus sueños: convertirse en bailarina de ballet.

No es la primera que Rubio, doctor en Historia y Artes por la Universidad de Granada, que ha sido nominado al Goya a Mejor Largometraje de Animación; y que es miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, se zambulle en el periodo del nazismo. Ahí están sus anteriores novelas gráficas El Fotógrafo de Mauthausen (Norma) o La Biblioteca de Auschwitz (Austral), con dibujos también de Aroca. "Más que el nazismo, la posibilidad de una nueva guerra es, como tristemente vemos estos días, inagotable. Aunque la narración de La Guerra de Audrey habla de la ocupación alemana de los Países Bajos, en el fondo habla de algo que en pocos relatos suele verse, y es la experiencia de los civiles en un país ocupado. En efecto, suele primarse la experiencia de los soldados o los perseguidos, pero la historia de Audrey nos ha servido para centrarnos en las vivencias, carencias y sufrimientos que sufriríamos los simples ciudadanos durante un conflicto bélico", explica el autor.

Mensaje de superación

La elección de un personaje tan famoso y tan reconocible no ha sido baladí, cuenta Rubio. A su juicio, además de ser una celebridad, su historia también transmite "un increíble mensaje de superación, resiliencia". En resumidas cuentas, relata: "Al estallar la guerra, sus padres, simpatizantes nazis, la envían de vuelta a casa, a los Países Bajos, porque pensaban que estaría a salvo de los bombardeos alemanes sobre Reino Unido. En realidad, la condenaron a pasar el final de su niñez y su adolescencia, de los 10 a los 15 años, prácticamente confinada en el pequeño pueblo de Velp donde solo su sueño de ser bailarina la ayudó a sobrevivir". Hay de alguna manera, y salvando todas las distancias, un eco de la triste historia de la niña Ana Frank.

Los verdaderos héroes

La literatura sobre la Europa durante la Segunda Guerra Mundial y sobre el nazismo sigue siendo una categoría inagotable, con novedades editoriales constantes. Sin embargo, a juicio de Rubio, "una vez que la gran historia, las de los generales y las batallas, ha sido contada, es el momento de explicar las pequeñas narrativas de algunos de los verdaderos mayores héroes de la guerra: los civiles, los supervivientes, las personas que arriesgaron su vida por los demás sin jamás tocar un fusil ni matar a nadie".

Entre todos, si tiene que destacar algún capítulo que va a sorprender más al público, Rubio se queda "su pasión por el ballet". Asegura el autor que durante la guerra esta disciplina "se convirtió para Hepburn en la obsesión que le permitió proyectar su vida más allá del conflicto y le dio un asidero para imaginar una vida más allá de su triste realidad. Algo tan importante para ella que, incluso, llegó a dar recitales clandestinos para la resistencia".

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