Lágrimas canarias tras 25 años de una lluvia mortal
Miles de migrantes canarios afincados en el estado venezolano de Vargas sufrieron los estragos que cuatro días de lluvias torrenciales ocasionaron en distintas ciudades de la Octava Isla en diciembre de 1999

Tragedia de Vargas 1999 / ED
Como sucedió a lo largo de aquellas cuatro endiabladas jornadas de diciembre de 1999 en las cuales el cielo se abrió sobre el estado venezolano de Vargas, hogar de miles de migrantes canarios, vaciando sobre ellos a lo largo de sólo 72 horas la misma cantidad de agua que habitualmente se registraba durante todo un año en la zona, las lágrimas continúan empapando a quienes sufrieron de cerca o vivieron desde la lejanía la conocida como tragedia de La Guaira, una dana tan brutal que el agua caída provocó el desbordamiento de varios ríos y generó un alud de barro tan descomunal que aún figura en el libro Guinness de los récords como el más mortífero de la historia.
A ese azote de la naturaleza se le sumó, sin embargo, otro lamentable hecho pero ese de origen humano: Manuel Chávez, que se había proclamado justo un año antes —el 15 de diciembre de 1998— presidente de Venezuela, había organizado para aquel 15 de diciembre de 1999 el referendo aprobatorio de la nueva Constitución del país, una maniobra política cuyo resultado, como luego se comprobaría, sería clave para el cumplimiento de los objetivos futuros de un mandatario que, pese a saber la dimensión de la tragedia de los estados de Vargas, Miranda y Falcón, optó por no suspender aquella para él trascendental votación retrasando el envío de equipos de rescate, sanitarios y fuerzas militares a las zonas afectadas, una decisión que para algunos explica el baile de cifras sobre el número de víctimas, dato que oscila entre los 700 fallecidos reconocidos oficialmente por las instituciones estatales y los 30.000 muertos que estiman tanto las autoridades locales como las oenegés.

Dos mujeres caminan entre ruinas tras el paso de la lluvia. / ED
«A día de hoy», explica Hugo Ricardo Gutiérrez, venezolano afincado en Tenerife que por entonces continuaba residiendo en Venezuela, «se sigue sin saber cuántas personas perdieron la vida pero con seguridad», matiza, «superaron las 15.000. De hecho, en la actualidad seguimos sin saber el paradero de muchos habitantes de las áreas afectadas a quienes aún continuamos buscando», añade este septuagenario que por motivos profesionales visitaba a menudo distintas ciudades de Vargas.
Si a Venezuela se la ha conocido durante décadas en Canarias como la Octava Isla, no exageraríamos denominando La Guaira como un barrio del Archipiélago debido a que ese enclave, junto a Caracas, fue de los preferidos por miles de migrantes canarios para, en la década de 1950, instalarse buscando una vida más próspera que la que le ofrecía en plena dictadura de Francisco Franco nuestra región.
A pesar de que en Canarias era conocida la presencia en La Guaira de numerosos isleños, concretamente de familias procedentes de localidades tinerfeñas como, entre otras, El Sauzal, en la prensa del Archipiélago, fruto de aquella primera maniobra oficial de desinformación, se aseguraba el 17 de diciembre que «entre los 173 fallecidos» en la tragedia de Vargas «no había víctimas españolas».
La realidad tardó sólo tres jornadas en ocupar los titulares de los periódicos canarios. Francisco Gutiérrez, director de la oficina de representación del Gobierno de Canarias en Venezuela, relataba el 19 de diciembre de 1999 a LA PROVINCIA: «Se habla de cientos de miles de desaparecidos en la zona y si se tiene en cuenta que en el estado de Vargas hay en torno a un millón de canarios o descendientes de isleños, que suponen un 65% de la población canaria en el país, no es disparatado afirmar que entre las víctimas podría haber miles» de afectados originarios del Archipiélago.

Un joven lleva a hombros a una niña entre los escombros de La Guaira. En la foto de portada del ‘Dominical’, un militar avanza entre el agua con un chico. / ED
La Opinión de Tenerife recogía el lunes 20 de diciembre las declaraciones del alcalde de La Guaira, Lenin Marcano, donde afirmaba que la cifra de muertos «podría llegar a los 25.000».
La gravedad de lo acaecido en los estados de Miranda, Falcón y, especialmente, en Vargas inunda los programas de televisión y los viejos telefotos de las redacciones de los periódicos. Pueblos devastados como si de territorios en guerra se tratase; familias buscando entre los escombros a desaparecidos; carreteras borradas literalmente del mapa que imposibilitaban la llegada de ayuda; montañas de automóviles arrastrados por las riadas; barcos de guerra en la orilla de las playas para evacuar a miles de damnificados; Chávez cariacontecido y luciendo uniforme militar visitando a los supervivientes mientras aseguraba que no se iba a abandonar a los afectados... Palabras que como le ocurrió a la localidad de La Guaira acabarían sepultadas bajo una escombrera de barro, piedras y mentiras.
Con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo y cuando se cumple poco más de un cuarto de siglo de aquellas dramáticas jornadas del 13, 14, 15 y 16 de diciembre del año 1999, resulta premonitoria la respuesta que Hugo Chávez ofreció a los reporteros que el 13 de diciembre, con la lluvia cayendo ya sobre las zonas afectadas, le preguntaron si aquellas precipitaciones motivarían la suspensión del proceso electoral para aprobar la nueva Constitución: «Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca», dijo el mandatario citando las palabras de Simón Bolívar, pronunciadas el 26 de marzo de 1812, en plena lucha por la independencia, sobre las ruinas de un templo minutos después de un fuerte terremoto en Caracas, un desastre natural considerado el peor de Venezuela al cual en los registros históricos del país sucede, casualmente, la tragedia de Vargas, algo que aún se desconocía cuando el presidente venezolano realizó aquella declaración, aunque algunas predicciones meteorológicas sí alertaron sobre las graves consecuencias que las intensas lluvias previstas podrían ocasionar.

Tragedia de Vargas 1999 / ED
No se equivocaron porque el agua caída no dio tregua. En menos de 72 horas las precipitaciones alcanzaron cifras récord de hasta 911 milímetros de agua por metro cuadrado cuando el promedio de los 87 años anteriores se ubicaba en los 900 milímetros anuales. Es decir: en tres jornadas, las precipitaciones fueron similares a las que habitualmente se registraban en todo un año en ese área del país.
LA PROVINCIA/DLP envía a Venezuela en agosto del 2000 a la periodista Marisol Ayala quien recuerda hoy que los supervivientes de La Guaira describían lo ocurrido nueve meses antes como «el día que la montaña avanzó hasta el mar» en referencia a los deslaves y derrumbes en las laderas montañosas de la zona. «Cayeron tantas piedras a consecuencia de las precipitaciones que el agua de los ríos, medio desbordados ya por semejante cantidad de lluvia, terminó por salirse de los cauces arrastrando a su paso todo lo que se encontró», recuerda sobre lo que meses después de suceder le continuaba pareciendo «una zona de guerra» con piedras de hasta nueve metros de diámetro «empotradas en los escasos edificios que se mantenían en pie», rememora Ayala. Con los datos facilitados posteriormente por las autoridades acerca del tamaño de la marea de lodo y piedras, que alcanzó los nueve metros de altura a una velocidad de hasta 60 km/h, es sencillo imaginar cómo transcurrieron esas jornadas.
Canarias, como era de esperar, se volcó en ayudar no sólo económicamente a aquellos canarios de ultramar pero veinticinco años después hay quienes lamentan que en la reconstrucción del estado de Vargas se ha cometido el error de levantar las ciudades casi del mismo modo en el que estaban planteadas cuando el agua arrasó con todo durante esos días en los cuales la lluvia se mezcló con las lágrimas mojando las alas de miles de canarios que salieron del Archipiélago para volar en libertad buscando un futuro próspero.
Suscríbete para seguir leyendo
- Adiós a este emblemático negocio de Santa Cruz: símbolo cultural y social de Tenerife
- Nuevo atentado a un espacio natural protegido de Tenerife: fiestón en la playa de la Caleta de Adeje 'en nombre de Dios
- Josimar Godoy, el canario con la segunda mejor nota del FIR en España: 'Salí muy bien preparado de la ULL'
- Crisis en el área de cantera del CD Tenerife: Rayco García trata de evitar la salida de Jony Vega
- El retiro de los primeros 'baby boomers' dispara las jubilaciones en Canarias
- La Laguna Tenerife suma un triunfo de orgullo... y para sentirse orgulloso
- El Carnaval de Santa Cruz da la bienvenida a África con el escenario más grande de España
- Ya es firme la ilegalidad del precinto y paralización de la obra del Arts, en Arona