El Pergamino de Clío
La única persona impactada por un meteorito

Un cardenal gigantesco en la cadera de Ann Hodges. / Jay Leviton
Lara de Armas Moreno
Que un asteroide orbite alrededor de la Tierra no supone necesariamente un peligro para la vida terrestre, pero la historia de Ann Hodges da fe de lo dañino que puede ser toparse con este tipo de material espacial. Hodges es la única persona de la que se ha podido documentar que ha sido impactada por un meteorito. De los 510,1 millones de km² que tiene la Tierra, el bólido vino a darle en todo el estómago a la mujer, que seguramente hubiera tenido más probabilidades de que le tocara la lotería que de vivir en carne propia este extraterrestre suceso.
El evento tuvo lugar nada más y nada menos que en Alabama, Estados Unidos, tal y como suele suceder en la mayoría de las películas de extraterrestres. La tarde del 30 de noviembre de 1954, hace ahora 70 años, Ann se encontraba echando la siesta en el sofá de su casa tapada con mantas cuando una roca negra de unos 30 cm de diámetro atravesó el techo, rebotó en una radio y terminó golpeándole en el abdomen, dejándole de paso un enorme cardenal como recuerdo. La historia de Hodges se hace especialmente interesante cuando se tiene en cuenta que del total de la superficie del planeta Tierra el 29,2% es tierra y el 70,8% es agua, por lo que lo normal es que los meteoritos caigan en el líquido elemento y no cerca de nosotros.
Antes del impacto, numerosos vecinos del pueblo en el que vivía Ann, Sylacauga, habían reportado avistamientos de una luz roja brillante que dejaba a su paso una estela de humo. Algunos incluso declararon haber visto una bola de fuego gigantesca seguida de una nube marrón. Finalmente, un geólogo del gobierno fue a casa de Ann y certificó que el objeto era, en efecto, un meteorito. Muchos de los habitantes de Sylacauga no se creyeron la versión del geólogo y continuaron sospechando que la bola de fuego era obra de los soviéticos. Los que sí se creyeron la declaración del gobierno acudieron a casa de los Hodges a ver el meteorito. Tal fue la expectación que se los curiosos se agolparon en la puerta intentando ser testigos de lo ocurrido. Ann tuvo que ser trasladada al hospital, más para que sus vecinos la dejasen tranquila que por su estado físico. A pesar de las confirmaciones de los geólogos, la Policía de Sylacauga, ante la paranoia de la Guerra Fría, decidió confiscar la roca y entregarla a las Fuerzas Aéreas quienes terminaron determinando que se trataba de un meteorito. Luego no supieron qué hacer con él, pero cuando Ann lo reclamó declarando que: «Creo que Dios quería que fuera para mí. Al fin y al cabo, ¡fue a mí a quien golpeó!», no les quedó más remedio que entregárselo.
Sin embargo, la casera de los Hodges, Birdie Guy, quería quedarse con la roca. Contrató a un abogado y demandó a la pareja alegando que, al haber caído en su propiedad, el meteorito le pertenecía. La ley le dio la razón a Guy, pero el pueblo estaba con los Hodges. La casera retiró la demanda a cambio de 500 dólares, pero la cosa no termino bien para el matrimonio. El marido de Ann rechazó una oferta del Smithsonian ya que creía que podía sacar más dinero del que le ofrecían, pero al no ser así tuvo que cederlo al Museo de Historia Natural de Alabama, en donde aún se encuentra expuesto.
En 1964 Los Hodges se separaron y Ann murió de un fallo renal a los 52 años. Según su exmarido, el meteorito y todo lo que vino con él afectaron a la salud de Ann, quien pasó de ser una persona sencilla a un personaje mediático en cuestión de horas.
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