El ángel caído
El aviador narró su aventura en un libro premiado con el Pulitzer y James Stewart interpretó su hazaña en una película de Billy Wilder

Charles Lindbergh / ED
Francisco R. Pastoriza
Si exceptuamos las guerras, los grandes atentados terroristas y los accidentes con muchos muertos, pocos acontecimientos pueden conmocionar a todo un país como los secuestros y asesinatos de niños. En 1932 Estados Unidos vivió una situación así cuando alguien robó de la cuna en la que dormía en Hopewell, Nueva Jersey, un bebé de veinte meses. El niño era hijo de Charles Lindbergh, un héroe nacional de los Estados Unidos, el primer aviador que cruzó el océano Atlántico en un vuelo sin escalas entre los continentes americano y europeo.
Aterrizó en París el 21 de mayo de 1927, 33 horas y media después de salir de Nueva York. Unas 150 mil personas lo recibieron en el aeródromo de Le Bourget. A esta gesta lo animó la oferta de un filántropo, el hotelero Raymond Orteig, dispuesto a pagar una bolsa de 25.000 dólares al primero que fuera capaz de unir los dos continentes con un avión. Cuatro pilotos que lo intentaron antes que Lindbergh murieron durante la travesía y otros cuatro fracasaron. Lindbergh viajó solo, sin paracaídas y sentado en una silla de mimbre, incómoda para evitar que el sueño lo venciera. El espacio del copiloto lo ocupaba un enorme depósito de combustible. La hazaña de Lindbergh demostró que la aviación comercial transoceánica de mercancías y pasajeros, en la que nadie confiaba, podía hacerse realidad.
En 1954 Lindbergh dejó por escrito esta aventura en un libro titulado con el nombre del aparato, Spirit of St. Louis, que fue premiado con el Pulitzer, y recorrió en olor de multitudes los Estados Unidos y casi toda América Latina. Fue durante esta gira cuando conoció en México a su esposa, la escritora Anne Morrow, Lindy, hija de un aristócrata millonario que ocupaba entonces el cargo de embajador norteamericano en este país.
La prensa se ocupó de cubrir ampliamente las relaciones del noviazgo y la boda, incluyendo fotografías de la pareja en su avión particular. Aficionada a la aeronáutica, Anne fue la primera mujer en conseguir una licencia de piloto en Estados Unidos. Los medios también divulgaron la noticia del nacimiento de su hijo, un bebé de rizos rubios que había heredado de su padre los ojos azules y el hoyuelo en la barbilla.
Secuestro
Durante el secuestro de su hijo, Lindbergh recorrió con un rifle durante días cientos de hectáreas de la propiedad en la que se ubicaba la casa de la que se habían llevado al bebé. Mientras se hacían los rastreos se recibió una carta en la que se pedían 50.000 dólares en bonos de oro para liberar al niño. El rescate se pagó pero el niño no fue devuelto.
El secuestro movilizó durante meses a todos los medios de comunicación y a la sociedad americana entera, conmocionada por el suceso, desde el presidente Hoover hasta el ciudadano más anónimo. Se dice que hasta Al Capone puso en marcha su red de informadores desde la cárcel, y la novelista Agatha Christie se inspiró en este suceso para escribir Asesinato en el Orient Express.
La asistenta de los Lindbergh, Violeta Sharpe, se suicidó al saber que el secuestrador podía haber sido un amante al que recibía en aquel domicilio. Joseph Condon, un profesor jubilado, publicó un anuncio en el que ofrecía mil dólares a quien aportase pruebas de que el niño estaba con vida. Hasta su domicilio llegó un paquete con la ropa que vestía el bebé la noche del secuestro. Se pagó la recompensa pero tampoco esta vez lo devolvieron.
Pasaron tres meses hasta que un camionero descubrió el cuerpo del niño en un bosque cercano a la residencia de los Lindbergh. La autopsia reveló que había muerto el mismo día del secuestro y aún tuvieron que pasar dos años para dar con el supuesto asesino: Bruno Richard Hauptmann, un carpintero de origen alemán que vivía en el Bronx de Nueva York, que cometió el error de pagar en una gasolinera con bonos del rescate.
Hauptmann se declaró inocente y dijo que había heredado los bonos de un amigo fallecido. Se negó siempre a reconocer el crimen, lo que habría cambiado la sentencia de muerte por la de cadena perpetua, así que fue ejecutado en la silla eléctrica el 3 de abril de 1936. Muchos años después, en 1981, una investigación del FBI reveló que la policía había colocado en la casa de Hauptmann pruebas falsas y que algunas declaraciones de compañeros de trabajo que lo inculpaban habían sido obtenidas bajo extorsión.
Una de las actas recogía las declaraciones de un testigo que lo había visto rondando la casa de los Lindbergh, pero resultó que aquel hombre era ciego. Incluso se pusieron en duda los resultados de la autopsia de un cuerpo que en el momento del hallazgo fue difícil dictaminar si era niño o niña. La posibilidad de que no se tratase del bebé de los Lindbergh hizo que varias personas intentaran hacerse pasar por el hijo desaparecido.
Biografía
Charles Augustus Lindbergh había nacido en Detroit, Michigan, en 1902, hijo de inmigrantes suecos: una profesora de Química y un congresista republicano que se opuso a la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Sus padres se habían separado cuando era un niño y la vida en una familia desestructurada lo convirtió en un joven inquieto y mal estudiante. Su aspecto lo ayudaba a conseguir la simpatía de la gente y sobre todo el éxito con las mujeres: alto, rubio y guapo, parecía una estrella de Hollywood. Su afición a la aeronáutica le hizo abandonar los estudios de Ingeniería e iniciar su formación en el cuerpo aéreo del Ejército con la intención de trabajar como piloto civil. Murió en su casa de Hawai el 26 de agosto de 1974.
Acosados por los medios a causa del asesinato de su hijo, los Lindbergh se trasladaron a Europa en 1935 y establecieron su residencia en Inglaterra, desde donde el piloto asesoraba a las fuerzas aéreas de algunos países. Fue en Alemania donde abrazó la ideología nacionalsocialista, el culto a la personalidad de Hitler y el odio a los judíos. Llegó a ser condecorado por Goering. A su regreso a América se convirtió en uno de los más activos propagandistas del nazismo y se manifestó contra la participación de su país en la guerra contra Alemania utilizando en su campaña el lema America First (¿les suena?). Después del bombardeo de Pearl Harbour quiso rehacer su maltrecha figura y el prestigio perdido pero el ejército le impidió participar en la guerra como piloto.
Mientras, deteriorado el matrimonio por la mala reputación de su esposo, Anne Morrow se dedicaba a cuidar de sus seis hijos y a escribir. En los años cincuenta tuvo un gran éxito con Regalo del mar, un libro de autoayuda con reflexiones sobre las relaciones humanas, el amor y la muerte, que vendió cinco millones de ejemplares. Se dice que llegó a tener un romance con el escritor Antoine de Saint-Exupéry, otro piloto. Pero el de los romances y las infidelidades resultó ser Charles. En 2003 se descubrió que había tenido ocho hijos fuera de su matrimonio, confirmados por pruebas de ADN: cuatro con una sombrerera de Munich, Brigitte Hesshaimer, otros dos con Marietta, hermana de Brigitte, y dos más con Valeska, su secretaria personal.
En sus últimos años Lindbergh se dedicó a la arqueología, la preservación del medioambiente y la protección de animales en extinción desde su residencia en una isla de Hawai.
James Stewart interpretó su hazaña en la película de Billy Wilder The Spirit of St. Louis (en España El héroe solitario) y Rudolf Schröck escribió una biografía demoledora, The Double Life of Charles A. Lindbergh.
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