El Pergamino de Clío

La Quinta Columna

La Quinta Columna

La Quinta Columna / El Día

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Hay quienes afirman que el primero en utilizar el término «Quinta Columna» fue el general Emilio Mola (1887-1937), pero otros creen que el padre de la expresión fue el general ruso Suvorov que la habría usado en la guerra contra los turcos. Nunca se ha podido demostrar que Mola pronunciara esas palabras, pero los que lo han afirmado dicen que las empleó durante el asedio de Madrid en el verano de 1936: «Tengo cinco columnas para tomar Madrid, cuatro de ellas rodean la ciudad. La quinta ya está dentro». Algunos historiadores creen que, en realidad, fue un compañero de Mola, Gonzalo Queipo de Llano, quien ideó el concepto.

El término define a aquellos que trabajan en una guerra para el Ejército desde el seno de la población civil, recopilando información, saboteando y matando. La Quinta Columna la conformaron las mujeres y hombres que quedaron atrapados en zona republicana tras la sublevación y siguieron la lucha en territorio enemigo.

Mola sabía que conquistaría la ciudad gracias a la Quinta Columna que estaba integrada por los apoyos clandestinos que se escondían en Madrid. Algunos historiadores tienen motivos para creer que su creación se debió a una reacción ante la matanza de unos 2.500 nacionales en Paracuellos del Jarama entre noviembre y diciembre de 1936.

Fue a partir de entonces cuando la expresión se popularizó en muchos idiomas para designar a aquellos que trabajan para el enemigo en secreto. Su existencia se instauró en la mentalidad de la población republicana y llegó a causar una psicosis colectiva. Si alguien era sospechoso de estar con los «nacionales» era fusilado o encarcelado por si acaso pertenecía a la famosa Quinta Columna. En la propagación del terror colaboraron los medios de comunicación apoyados por la propaganda republicana.

El término se popularizó gracias a un artículo del órgano oficial de propaganda del Partido Comunista de España Mundo Obrero del 3 de octubre de 1936 elaborado por la Pasionaria, la cual dotó de un contexto exacto a la Quinta Columna para el imaginario republicano. En el artículo pedía «hacer justicia; y justicia rápida y ejemplar, para extirpar hasta la raíz la planta de la traición».

Los quintacolumnistas sembraron el caos en la sombra para hacer pelear a los antifascistas entre sí. Consiguieron que el coronel Casado y el socialista Julián Bestero encabezaran una rebelión en 1939 contra el gobierno de Juan Negrín y lo justificaron con la lucha contra el comunismo. El primero se exilió y el segundo murió en prisión, pero consiguieron incrementar una lucha que precipitó la caída de Madrid y, en consecuencia, el fin de la guerra.

La estructura de la Quinta Columna estuvo compuesta por falangistas, militares y civiles que se encargaron de convertir en una pesadilla la lucha en la zona republicana durante el conflicto.

Algunas tentativas de la quinta columna fueron el Asunto ‘Casa Ben Hamour’, cuando varios políticos murcianos, republicanos moderados, trataron de favorecer la entrada de tropas enemigas por mar para coger desprevenidos a los soldados leales, o el Asunto Viernes, un complot coordinado por Hungría mediante el que unos grupos de información debían generar el caos durante la madrugada del 14 de agosto de 1938 para favorecer un avance táctico.

Al finalizar la Guerra Civil, muchos quintacolumnistas fueron premiados por el nuevo régimen y otros tantos civiles comenzaron a formar parte de la Brigada Político Social de la Policía española.

Los quintacolumnistas no ganaron la Guerra Civil, pero su existencia fue fundamental para el éxito del bando sublevado y posteriormente su organización fue imitada por los países que participaron en la II Guerra Mundial.

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